Cuando caminamos por las calles de las ciudades más grandes de Japón, nos encontramos con muchos elementos que requieren nuestra atención. Edificios, neones o publicidad hacen que se nos desvíe la mirada. En zonas más rurales, nuestra vista se puede deleitar con estampas como la naturaleza o un magnífico templo. Sin embargo, cuando estemos por Japón, os propongo un reto. Dirigid la mirada al suelo, a vuestros pies, pues esperan grandes obras de arte: las tapas de alcantarilla.
Alcantarillas en Japón
Japón es un país que se ve afectado, en mayor o menor cantidad, por la estación de lluvias del este de Asia y por cierto número de tifones al año. Debido a esto, el tener un sistema de alcantarillas es una cuestión primordial en el país del sol naciente.
Parece ser que el primer sistema de drenaje de agua data del período Yayoi, hace unos 2.200 años. Previamente ya se construían las casas levantadas sobre pilares, un diseño parecido al de los hórreos. De esta manera se evitaba que el agua y la humedad invadieran las estancias. Gracias a este tipo de diseño y al antiguo sistema de drenaje, los hogares japoneses trataron de evitar las inundaciones hasta la edad contemporánea. Tras la apertura de Japón al exterior, varios ingenieros extranjeros trajeron consigo el sistema de alcantarillas occidental. Así pues, a finales del s. XIX, se dotó a las ciudades más grandes de Japón de un moderno drenaje y de unas alcantarillas que compartían los patrones de Occidente.
La función de las tapas de las alcantarillas, o manhoru en japonés, parece bastante obvia. Tapar el agujero que da acceso a la red de alcantarillado. Sin embargo a veces no todo es tan fácil. Dadas las condiciones meteorológicas de Japón, cuando ocurre una gran lluvia, se corre el riesgo de que la presión aumente en el alcantarillado y que las tapas de las alcantarillas vuelen por los aires. Para prevenir esto se solían dejar destapadas las alcantarillas. Sin embargo en los 90 dos personas murieron en Kōchi debido a que se cayeron dentro de los agujeros abiertos. Así pues, se perfeccionó el sistema y las alcantarillas de ahora son capaces de liberar el exceso de presión en caso de ser necesario.
De lo mundano al arte
Todo lo dicho previamente podría valer para muchos países que compartan la climatología del este de Asia, pero las alcantarillas de Japón son especiales. El mérito se le debe atribuir a Yasutake Kameda. Fue un burócrata del ministerio que tuvo el encargo de convencer a las provincias de Japón de que todas las viviendas y edificios debían estar conectados con el sistema principal de alcantarillado. Aunque parezca increíble, en la década de los 80 solo un 60% de los hogares lo estaba. Así pues, para concienciar a los vecinos y a los municipios, animó a que todos participasen en el diseño de las tapas de las alcantarillas. Y su propuesta tuvo un éxito inmediato. Ahora Japón no solo cuenta con un alcantarillado de primer orden, si no que los diseños de sus alcantarillas son verdaderas obras de arte. Y no solo eso, sus diseños llamativos hacen que sean fáciles de ver y de identificar. Y esto hace que tanto bicicletas como motos puedan evitarlas y así no resbalar cuando el pavimento está mojado.
Las alcantarillas como seña de identidad
Gracias a Yasutake Kameda, las ciudades japonesas cuentan con alcantarillas en donde se pueden ven reflejadas las señas de identidad del municipio. Ya sea la flor de la región, un castillo o el monte Fuji, el único límite al arte de las alcantarillas es la imaginación de los ciudadanos. Una de mis preferidas se encuentra en la ciudad de Uwajima y representa un ushi-oni, una especie de demonio buey, que si bien es considerado como una criatura malvada en Japón, en la región de Uwajima no solo se le ve como amistoso, sino que además hay un festival en su honor.
No es de extrañar que en un país como Japón, muy amante de la estética, las alcantarillas hayan llamado a un gran número de entusiastas. De hecho existe la «Asociación Japonesa de las Alcantarillas». Pero esta atracción por las alcantarillas no solo se limita a los japoneses. Son muchos los visitantes que se maravillan y deleitan con ellas, las fotografían y las comparten en Internet. Y este gesto la verdad que le viene muy bien a las ciudades, pues también es una manera de promocionarlas.
Así, os animo a que cuando vayáis a Japón no solo contempléis estas insólitas obras de arte. Inmortalizadlas, pues es un recuerdo que bien merece la pena.
Fuentes:
- Texto consultado de: Tengulife | Texto creado por: Miguel Serrano [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: VisualNews | MuzaChan | Colossal