Hoy desde Cool Japan nos apetece evocar aquel éxito impuesto por Masami Kurumada y Shingo Araki, punta de flecha por la cual multitud de revistas o productoras se decidieron a apostar por relatos de guerreros ataviados con armaduras y de grandes poderes especiales. Admitiendo de la mayoría su poca frescura al provenir indisimuladamente de Saint Seiya, sí hubo una que destacó sobremanera respecto las demás. Su autor, el mangaka Hiroshi Kawamoto, tampoco hubo de partirse demasiado el yelmo, y con razón pensó que cuanto más parecida fuera su creación a la serie matriz mayor éxito alcanzaría la suya. Más o menos así nació Shurato a finales de los ochenta, un manganime ciertamente desconocido en España, pero que habría de alcanzar cierta notoriedad en Portugal, Francia y, sobre todo, Sudamérica.

No obstante, y aún subrayando su caracter sucedáneo, tampoco se dejan de aportar aquí ciertos elementos genuinos.
1. El primero y más llamativo es el traslado de la acción a un mundo alternativo, «La esfera celestial», en realidad el Ashura Tenkukai, o mundo de los dioses de la cosmogonía hindú. Esto, que quizá en la actualidad pudiera parecer de lo más recurrente —leánse como ejemplos del mismo recurso El-Hazard (Hiroki Hayashi, 1995), La visión de Escaflowne (Katsu Aki, 1995) o Inuyasha (Rumiko Takahasi, 1996)— fue en su momento algo relativamente novedoso.
2. La segunda es el uso de un armamento por parte de los caballeros que, pese a ser relevante para el desarrollo de los acontecimientos, en la práctica se hallaba supeditado a la fuerza espiritual de los generales divinos. Por cierto, la inclusión de armas y armaduras recuerda a otra serie con varias semejanzas, como es Samurai Trooper (Masashi Ikeda, 1988).
De todas formas el mero atisbo de novedad insuflado por nuestra serie no llega a compensar del todo su conjunto. La cruda realidad es que Shurato se trata de una historia tan predecible como poco innovadora, y que si bien aporta un dibujo de trazo moderno y elegante, se sume en una acuciante mediocridad tan solo perdonable si se contempla como lo que es: una extrañeza dedicada al fandom de Los caballeros del Zodiaco. De hecho, siempre pensé de Shurato que hubiera sido más aprovechable como saga de Saint Seiya que como serie independiente. Al fin y al cabo, si decidieron introducir el magnífico relleno de Asgard y su mitología nórdica, ¿por qué no habría podido introducirse también la hindú?

- Si Seiya y compañía explotaban sus poderes mediante una fuerza universal llamada «Cosmos», los de Shurato lo hacen por medio de otra llamada «Soma».
- Si en las sagas del Santuario y Poseidón los caballeros se veían forzados a luchar para rescatar a Atenea —de una flecha y de una sala inundada— aquí los Generales Divinos deben salvar a Vishnu, diosa convertida en piedra por Indra, o comandante supremo de dichos generales. Obsérvese cómo un jefe de los buenos se vuelve villano, exactamente igual que sucedió con Saga de Géminis o Gilda de Polaris.
- Para llegar al Templo Flotante de Vishnu, Shurato debe derrotar a los demás Generales Divinos en sus respectivos templos (¿a qué nos recuerda esto?).
Es imposible no apreciar las evidentísimas semejanzas entre la armadura de «El Brahma» y la Aioros, caballero dorado de Sagitario. - Generales Divinos que por fuerza recuerdan nominalmente a los Generales Marinos de Poseidón y a los Guerreros Divinos de Asgard. El ejercicio en este sentido consistió simplemente en mezclar ambos títulos sin mayores cuitas.
- Podemos encontrar ataques especiales directamente copiados los unos de los otros. Así, y por poner algunos ejemplos, Reiga, caballero de Garuda, una especie de Fénix, alberga el poder de causar alucinaciones como Ikki con su ilusión fantasmal; el ataque especial de Shurato consiste en mezclar el Pegasus Ryosuken y el Cometa de Pegaso; Hyoga, caballero del tigre, comparte algo más que el nombre con el caballero del cisne, ya que su técnica es exacta al Polvo de Diamantes; por último, Indra, el jefe final, pide prestada a Saga y Kanon la Explosión de Galaxias.
- Antes de ceder ante su lado maligno, Indra salvó la Esfera Celestial de ser devastada por un maremoto con su soma. ¿Os suena al momento en que Atenea contiene mediante su cosmos las inundaciones de Poseidón, o es solo cosa nuestra?
- La derrota de Shiva y Gai viene gracias a la obtención de la armadura de El Brahma, dios de la creación, y cuya defensa, además de dorada, era muy parecida a la de Aioros de Sagitario.
En fin… luego de este ejercicio de arqueología manganime, quizá hayamos despertado en alguien la curiosidad de disfrutar de esta serie. Si es así, nuestra entrada ya habrá merecido la pena, e intentaremos seguir desenterrando series y ponerlas de relieve tanto para los fans curtidos, como para las nuevas generaciones.
¡Hasta otra!