A principios del siglo XIX, ul-Naquib Mamalik, cuentacuentos real de la corte del Sha de Irán, elaboró un poema épico que adaptaba ciertos hechos semi-históricos acaecidos en la Persia del siglo III d.C. La obra, llamada Amir Arsalan, versaba sobre una guerra a raíz de disputas dinásticas entre dos imperios y sobre los diferentes héroes que participaron en aquella epopeya. Salvando las distancias, no deja de recordarme al Romance de los tres reinos, otra narración épica de similares características desarrollada curiosamente también durante la tercera centuria, aunque eso sí, en suelo chino.
Arslan Senki, editada en España como La heroica leyenda de Arislan
Pues bien, en 1986 el escritor y dibujante Yoshiki Tanaka decidió adaptar este poema persa llegando a desarrollar un total de trece novelas gráficas muy exitosas en Japón. El futuro estaba escrito, y aquella épica medieval fue llevada al anime en 1991 por medio de cuatro OVAs dirigidos al alimón por Mamoru Hamatsu —Los cinco samurais— y Yoshihiro Yamaguchi —City Hunter—. Pasada más de una década fueron emitidos otro par de episodios que continuaron con la historia, en un intento igualmente fallido de concluirla. Sobre esto volveremos después.
Este seinen, de trazo depuradísimo y con claras impregnaciones estéticas del bishonen, narra la historia de Arislan, príncipe de Palse, y de las aventuras que protagoniza junto a otros personajes en su esforzada lucha contra el imperio de Lusitania. Con esa excusa se nos muestran muchos de los resortes que afectaban a los reinos e imperios de la antigüedad, pues no hemos de pensar que la aventura de Arislan se desarrolle en un contexto histórico determinado, sino más bien en una mezcla de varios, aunque eso sí, con cierta preeminencia medieval, propia de Oriente Medio durante la época de las cruzadas. Y es que si bien la mayoría de personajes y deidades aparecidos en la serie son fieles a la obra del siglo III —en tanto en cuanto la ambientación debería ser 100% asiática— los atuendos y diseños artísticos basculan entre la estética europea y la árabe.
A ello añadámosle un levísisimo y casi desapercibido componente fantástico (recordemos aquí la naturaleza mágica de la niebla que abre la narración) además de una climática impronta de corte onírico, en ocasiones rayana con la animación experimental. A nosotros algunas de esas imágenes de ensueño nos evocan vagamente a algunos trabajos del extraordinario ilustrador estadounidense Frank Frazetta.
Mención aparte merece la excelente técnica de animación de los OVAs, en donde es común disfrutar de imaginativas escenas rotatorias y efectos de zoom muy suaves cuando aún no existían recursos infográficos aplicados a los dibujos animados. Justo todo lo contrario que la reescritura de 2015, Arslan Senki, prácticamente realizada en su totalidad gracias al ordenador.
Por lo demás, aquí se sucederán toda suerte de traiciones palaciegas, alianzas políticas o intereses territoriales, al tiempo que se emite una evidente crítica al sistema esclavista y se censura el fanatismo religioso. Todo ello consigue insertarse hábilmente a lo largo de las varias subtramas de un relato de aceptable verosimilitud histórica, pese a que como hemos dicho no nos hallemos ante un episodio histórico en sí mismo.
Desgraciadamente, y como ya hemos señalado más arriba, el hilo argumental ni se desarrolla por completo —ergo hemos de tener presente que no existe desenlace— ni el montaje alcanza unos mínimos para llegar a ser considerado correcto. Al final, hablamos de más de una decena de novelas gráficas comprimidas en apenas cuatro horas de duración, motivo principal del éxito parcial de la serie, que se presenta como un desafío incognoscible para quien no conociera las crónicas de Arslan previamente.
No obstante de ello, nos encontramos ante una filigrana muy difícil de igualar a día de hoy en un sentido técnico, puesto que ahora los estudios priman la celeridad y la adecuación del producto a los gustos del público, condicionando el resultado final. Se nos antoja curioso cómo los fallos más flagrantes de este anime de 1991 se convierten en las principales virtudes de su versión de 2015 y al revés, haciendo nuestra la expresión de Sigmund Freud que rezaba:
El objetivo de hacer feliz al ser humano a través de la perfección no estaba en los planes de la creación del mundo.
Eso sí, no perdamos la esperanza.
P.D.: Próximamente analizaremos en profundidad la nueva transducción de La heroica leyenda de Arslan de 2015. Quizá os sorprenda.
Fuentes:
- Texto creado por Antonio Míguez [CoolJapan.es]
- Imágenes tomadas de: capturas del VHS original