Lleno en el estadio Kokugikan de sumo: combate trascendental entre Kotoshogiku y Hakuho. El pasado mes de enero, y durante dos semanas, se celebró en Tokio el Hatsu Basho, uno de los seis torneos de sumo que se celebran a lo largo del año en Japón. Cada día se colocaba en las taquillas el cartel avisando de no quedaban entradas, hecho que viene ocurriendo ya desde hace varias ediciones. Sin embargo, esta vez era especial, pues el campeonato iba a ser conseguido por un japonés después de diez años.
El torneo de sumo Hatsu Basho dominado por fin por un japonés
La última década en el sumo ha estado marcada por el absoluto dominio de los rikishi (luchadores de sumo) mongoles. De los últimos 58 torneos, dos han sido obtenidos por europeos y la espeluznante cifra de 56 han sido ganados por mongoles. Destaca entre ellos el gran Hakuho, aún en activo, que con 35 copas del emperador ostenta el récord de mayor número de torneos obtenidos en la historia del sumo. Os podéis imaginar cómo ha sentado en Japón que el luchador más condecorado en la historia del sumo haya sido precisamente no un japonés, si no un mongol.
Sumo
En el sumo, como en otras muchas artes marciales, los rikishi están clasificados según diversos rangos, siendo el mayor de ellos el de Yokozuna. Este rango es seguido, en orden de mayor a menor, por el de Ozeki, Sekiwake y Kumusubi; estos cuatro se engloban en lo que se denomina Sanyaku. Y el resto de luchadores tienen el rango de Maegashira, constituyendo todos la categoría Makuuchi, la división de elite en el mundo del sumo. Muy pocos luchadores son los que consiguen promocionar al Sanyaku, y menos aún al rango de Yokozuna.
Pues bien, durante estos últimos años, el golpe en el orgullo de la Nihon Sumo Kyōkai, la máxima autoridad en todo lo que se refiere al sumo y sus normas, lo ha sido por partida doble ya que no se h aascendido a un rikishi japonés a la categoría de Yokozuna desde que lo fuera Musashimaru en mayo de 1999. Sin embargo, desde entonces son cuatro los mongoles que han alcanzado el máximo rango de Yokozuna, hecho que no nos debería de extrañar demasiado si tenemos en cuenta que para ser ascendido hay que ganar, como mínimo, dos torneos consecutivos. Tales han sido las ganas de la Nihon Sumo Kyokai de tener un Yokozuna japonés que cambiaron ligeramente esa norma, aunque la jugada no les salió demasiado bien, porque con esa medida se alzó nuevamente al rango de Yokozuna a otro rikishi mongol.
Todo esto nos devuelve al mes pasado al Ryōgoku Kokugikan (el estadio de sumo) de Tokio, en el que día tras día, y durante el transcurso de dos semanas, un Ozeki nacido en Fukuoka, Kotoshogiku, ha ido ganando todos sus combates mientras sus rivales más directos no le han sabido aguantar el pulso. De hecho, Kotoshogiku solo perdió uno de los quince combates que disputó. Sonada fue especialmente su victoria en el día 11 de competición. Ese día se enfrentó al máximo campeón, Hakuho, y con un saldo desfavorable de cuatro victorias frente a 46 todo le hacía prepararse para lo peor. Sin embargo, aquel día Kotoshogiku salió poseído y consiguió derrotar a su bestia negra, que era su rival más directo hasta esas alturas del torneo.
Finalmente, y a pesar de cosechar posteriormente una derrota, Kotoshogiku se proclamó campeón del torneo. El público, especialmente los últimos días, estaba cada vez más enloquecido con solo soñar en la posibilidad de que un japonés volviera a alzar la copa del emperador después de 10 años. Y el último día, las características buenas maneras de los japoneses dieron paso a la exaltación y a la emoción que solo un triunfo deportivo puede producir en la gente. Solo hay que imaginarse el estadio viniéndose arriba, todos vitoreando al unísono a su campeón. Y es que hay que entenderlo, diez años de sequía son demasiados.
Fuentes:
- Texto escrito por Miguel Serrano [CoolJapan.es]
- Imagenes extraídas de: Sumoforum | Imágenes tomadas por: Miguel Serrano [CoolJapan.es]