El templo budista y sintoísta a la vez, donde se ofrece budismo y sintoismo al uninoso

Crónica de la convivencia del sintoísmo y el budismo en Japón

Si preguntáis a los japoneses sobre su religión, algunos contestarán que siguen dos a la vez: sintoísmo y budismo. Es posible que en el mundo monoteísta no se pueda entender su mentalidad. A menudo se dice irónicamente que el estándar de Japón está fuera del criterio internacional, ¿pero por qué ocurre ese fenómeno?

Es cierto que muchos japoneses celebran el año nuevo y algunos eventos visitando el santuario sintoísta, se casan al estilo cristiano y cierran su etapa vital con una ceremonia al modo budista. El concepto religioso de los japoneses quizá no sea muy habitual. Hoy vamos a asomarnos a la cosmovisión del mundo sagrado de Japón.

¿Qué será Dios para los japoneses?

La tradición politeísta del sintoísmo

La creencia animista conocida como sintoísmo se considera una religión original de Japón. Decimos que en Japón existen «yaorozu no kami (八百万神)». La palabra kami se puede interpretar como dios y yaorozu se escribe como «ocho millones», una cifra que representa una cantidad enorme.

Existe cualquier dios que podamos imaginar: los de montañas, ríos, vientos, piedras, cuarto de baño, etc. Quizá algunos piensen que existe cierta similitud con las creencias paganas. En el «Manyōshū (万葉集)», la conocida colección de waka (poesía japonesa) más antigua que existe, recopilada entre la segunda mitad del siglo VII y la segunda mitad del siglo VIII, también se mencionan los yaorozu no kami.

Hisakatano amanokawarani yaorozu chiyorozuno kamitsudoi
ひさかたの 天の河原に 八百万 千万神の 神集ひ
Significado: En la orilla del río Amanoyasukawa de Takamagahara se reunían millones de dioses.

Lo raro de esta creencia en la existencia de millones de dioses sintoístas (incluso hay muchos japoneses que son sintoístas y budistas al mismo tiempo) nos ha influido en nuestra manera de ser: solemos aceptar la discrepancia de ideas, no luchamos para convencer a los demás de que nuestra idea es la única correcta.

Creo que los japoneses somos tan meticulosos como perfeccionistas en muchos puntos, pero contradictoriamente tenemos una generosidad excepcional. Imagino que Japón ha marcado cierta diferencia en un mundo donde una sola religión solía tomar el lugar de otra para conquistar su influencia, pese a la dificultad de borrar todas las huellas.

La llegada del budismo

Aunque es posible que llegase antes, el budismo desembarcó oficialmente en Japón en el siglo VI, durante la era Nara, bajo el dominio del emperador Kinmei (欽明天皇). En el año 538 o 552, la corte de Baekje —un país de la península coreana— regaló una estatua de Buda y un mantra budista a la corte japonesa.

El budismo es una religión sistemática, que se compone de una idolatría, doctrina y orden religioso que no existía en Japón. Imagino que la introducción del budismo fue una presentación sensacional.

De hecho, comparado con otras religiones como esta misma, el sintoísmo se antoja una religión primitiva. El emperador se alegró e hizo elogios a los mensajeros coreanos; por otro lado, les dijo a sus vasallos que no sabía qué hacer con los regalos. Por fin, discutieron si Buda podría ser uno de los muchos dioses o no. Se veía al emperador confuso: puesto que Buda era dios, debería admirarlo, pero al ser extranjero no sabía cómo debía tratarlo.

En la corte se produjo una gran polémica sobre la aceptación del budismo. Esa discusión se desarrolló como una lucha entre dos clanes importantes de la época: los Soga (蘇我氏, simpatizantes del budismo) y los Mononobe (物部氏, conservadores). Finalmente, la clase progresista del clan Soga fue la vencedora. De esa manera, el budismo empezó a difundirse en Japón.

No obstante, el concepto de los dioses se separó en ese mismo momento. Los dioses autóctonos se llamaron «kunitsukami (国津神)» y el dios foráneo recibió el nombre de «tonari no kuni no kami (蕃神)», cuya importancia equivalía a la de los dioses nacionales. Popularmente, los «kunitsukami (国津神)» se llaman «kami (神)» o «kamisama (神様)», con respeto, y «tonari no kuni no kami (蕃神)» se llama «hotoke (仏)».

Lo importante de la aceptación del budismo en Japón es que «hotoke» se introdujo como uno de los dioses. Según el pensamiento sintoísta, los dioses protegen su territorio: un dios de una montaña protege su montaña, un dios de un río cuida su río, etc. Son los dioses que dan a su tierra prosperidad, protección y salvación. De este modo, el budismo se aceptó como protector de la corte y los aristócratas. La nobleza puso sus esperanzas en «hotoke» como protector del país, y fue el protector de los nobles hasta el siglo XII, cuando el budismo se difundió entre el pueblo.

Según el «Nihonshoki (日本書紀)», el segundo libro más antiguo sobre historia de Japón, la primera persona que se hizo religiosa budista fue Zenshinni (善信尼), una mujer. Antiguamente, las mujeres llamadas «miko (巫女)» comunicaban el mundo divino con el pagano. Se considera que el motivo por el cual Zenshinni se hizo monja fue la adaptación del ritual sintoísta al budismo.

Para introducir novedades a veces se requiere un proceso de localización. El budismo llegó a Japón desde la India a través de China y Corea, así que no es extraño que hubiese modificaciones hasta su llegada a Japón. Asimismo, el budismo original no contiene el concepto de maldición por obra de «hotoke». El budismo japonés adoptó del sintoísmo cierto influjo «maléfico», es decir, los «kami» no solo dan un beneficio ni protegen a sus pueblos, sino que también los castigan si lo merecen. Por ejemplo, cuando un templo es quemado por alguien, el autor del incendio obra por maldición de los dioses.

Hasta la mencionada introducción del budismo, es posible que los japoneses viviesen sin mucha conciencia sobre los propios dioses, puesto que las deidades sintoístas eran los componentes de la naturaleza. Convivir con ellos era normal. Pero en esa época se empezó a concienciar a la gente sobre la importancia de los dioses. En el capítulo del emperador Yōmei (用明天皇) en el «Nihon shoki (日本書紀)», se encuentra la primera mención sobre el shintō (神道), que se escribe como «el camino de los dioses».

La interpretación de «hotoke»

En un sentido estricto, la palabra «hotoke» se refiere a Buda, quien alcanzó a la iluminación espiritual. En muchas escuelas budistas «hotoke» hace referencia solo a Buda Gautama. Sin embargo, hay escuelas que lo interpretan como la gente que llegó al mismo nivel de consciencia que Buda Gautama.

Es más, los japoneses tenemos la costumbre de llamar a los difuntos «hotoke». En agosto, hay unos días festivos llamados «o-bon», cuando cada familia recibe los espíritus de los antepasados en casa. Oramos a los «hotoke» familiares.

Shinjin ridatsu (神身離脱)

Pronto apareció una idea curiosa: «los kami respetan a Hotoke». Es decir, en cierto modo, la introducción del budismo supuso la aceptación de la superioridad de Buda con respecto a los dioses sintoístas. Ese pensamiento se popularizó a través de una especie de eremitas budistas seguidores de la doctrina del Shugendō.

La clase dirigente empezó a etender rumores sobre un sueño relacionado con un oráculo de los dioses. Se creía que «hotoke» llevaba largo tiempo como dios de la tierra; sin embargo, se decía que los dioses sintoístas eran pecadores. Con el fin de abandonar ese sufrimiento, los dioses iban a convertirse en budistas. Ese extraño fenómeno se llama «shinjin ridatsu (神身離脱)», que literalmente significa salir del cuerpo de dios.

Era una obvia demostración del deseo de los poderosos, que hasta entonces apoyaban a los santuarios sintoístas, por acercarse al nuevo budismo. El motivo de esta conversión es que en esa época funcionaba el sistema gubernamental llamado «ritsuryō (律令)», basado en el código penal y administrativo. Bajo el nuevo sistema, la construcción social cambió: los poderosos, que antes eran los jefes de la comunidad, comenzaron a configurarse como señores feudales. Es decir, el sistema antiguo apoyado por el sintoísmo, que estaba basado en la comunidad, ya no funcionaba bien.

Los poderosos tomaron consciencia de ser pecadores por su posesión de terrenos y necesitaban un sustituto con el que poder contar. El budismo que se introdujo en Japón es un tipo de budismo llamado daijō bukkyō (lit. gran rueda, 大乗仏教) que salva a los creyentes de los pecados a través de la practica de sus enseñanzas. De este modo, se construyeron templos budistas en los recintos de los santuarios sintoístas, bajo el mencionado concepto de «shinjin ridatsu (神身離脱)». Estos templos se llaman jingūdera (神宮寺), que se refiere al lugar que es el palacio de dios (神宮) y al mismo tiempo un templo (寺). Esa tendencia se dio especialmente entre la segunda mitad del siglo VIII y mediados del siglo IX.

Shinbutsu shūgō (神仏習合)

Después de la popularización de «shinjin ridatsu (神身離脱)», nació una serie de tendencias de mezclar el sintoísmo y el budismo conocida como «shinbutsu shūgō (神仏習合)», lo cual podría traducirse como una mezcla ecléctica entre «kami» y «hotoke». Debido a esa ideología, aparecieron tanto templos budistas fusionados con el sintoísmo como santuarios sintoístas fusionados con el budismo.

En la célebre ópera de Puccini «Madame Butterfly» había una escena curiosa en la que un monje budista recita un mantra sintoísta para dar un castigo. La idea del castigo divino proviene del sintoísmo. Puede que sea por simple falta de conocimiento de la cultura, no obstante, no se descarta la influencia de «shinbutsu shūgō (神仏習合)».

Gohō zenshin (護法善神) y chinjuyashiro (鎮守社)

Cuando se desarrolló la idea del «shinjin ridatsu (神身離脱)», hubo una novedad: esa vez, dentro del recinto del templo budista, construyeron santuarios sintoístas llamados «chinjuyashiro (鎮守社)» con el fin de que el dios sintoísta llamado «chinjugami (鎮守神)» protegiera el santuario budista.

El budismo también adoptó a los dioses autóctonos de la India y se considera que protegen a Buda y a los creyentes budistas. Estos dioses protectores se llaman «gohōzenshin (護法善神)». Literalmente significa «los buenos dioses que defienden la ley». De modo que «chinjugami (鎮守神)» también es uno de los dioses de «gohō zenshin (護法善神)».

Del mismo modo que el budismo introdujo los dioses autóctonos en los lugares de predicación, antaño, en el mundo occidental, también ocurrió un movimiento similar. En Grecia, donde nació la gran mitología, el imperio romano amplió su influencia adoptando los dioses de cada tierra al cristianismo. Sin embargo, fuera de Japón es raro encontrar otro ejemplo de una cultura que adopta a las deidades de otra religión.

Honji suijaku (本地垂迹) y gongen (権現)

Por cierto, cabe mencionar que existen títulos honoríficos para referirse a los «kami». Los más representativos son: el propio «kami», «mikoto (命, 尊)»; el de los grandes «kami», «ōkami (大神) u «ōmikami (大御神)»; y también tenemos «myōjin (明神)» y «gongen (権現)».

Sobre el siglo X nació una teoría llamada «honji suijaku (本地垂迹)» que verificaba la teoría de fusión del budismo y el sintoísmo, llamada «shinbutsu shūgō (神仏習合)». «Honji» significa «verdadero hotoke» y «suijaku» significa apariencia temporal. Es decir, según esa teoría, los dioses japoneses son una transformación temporal del «hotoke». Así pues, «honji suijaku (本地垂迹)» es la idea de identificar a los «kami» y «hotoke».

El título que se relaciona con el «honji suijaku (本地垂迹)» es «gongen (権現)». Originalmente «gongen (権現)» es un término budista que significa «la encarnación de hotoke» en diversas formas. Alrededor del siglo IX, dieron ese título budista a los «kami» sintoístas y así nacieron Kumano Gongen, Kasuga Gongen, etc. Esa serie de acontecimientos contribuyeron a hacer pensar a los pueblos sobre la superioridad de «hotoke» sobre los «kami».

El nombre «gongen» se puede encontrar en los dioses de montañas, como por ejemplo en el Tōshōgū de Nikkō, santuario del patrimonio de la humanidad dedicado a Ieyasu Tokugawa (el primer shōgun del periodo Edo), que recibe el nombre de Tōshō Daigongen. Dicho sea de paso, cuando falleció el importante daimyō Hideyoshi Toyotomi, la corte le regaló el nombre de Toyokuni Daimyōjin (豊国大明神). «Daimyōjin» es un título honorífico como kami.

Cuando Ieyasu murió, se decidió nombrarlo también como «Daimyōjin». Sin embargo, puesto que Hideyoshi había recibido ese título anteriormente —un año después del fallecimiento del Shōgun Tokugawa— debido a la solicitud de Tenkai, el monje que servía para Ieyasu, terminó quedándose con el título actual. Tenkai fue un monje budista de la escuela Tendai, donde nació la rama sintoísta llamada «sannō ichijitsu shintō (山王一実神道)» en el monte Hiei, su sede. La creencia anterior a esa doctrina sintoísta se llama «sannō shintō (山王神道)», la cual consiste en una especie de sintoísmo mezclado con la creencia en el espíritu de la montaña, el propio sintoísmo y la escuela Tendai del budismo. Recordad que «gongen» suele aparecer en los nombres de los dioses de la montaña.

En el siglo XII, según la teoría de «honji suijaku (本地垂迹)», los «kami» en la mitología japonesa se identificaron con los «hotoke» budistas. Por ejemplo, Amaterasu (su título honorífico es «Ōmikami», de modo que se llama Amaterasu Ōmikami), la diosa del sol, corresponde a Dainichi nyorai. Los dioses budistas encarnados en «kami» se llaman «suijakushin (垂迹神)» y los dioses budistas antes de la encarnación se llaman «honjibotoke (本地仏)».

Shinpon busshaku (神本仏迹)

«Honji suijaku (本地垂迹)» se convirtió en la teoría procedente del budismo que pretende integrar el sintoísmo en esta doctrina. Ahora bien, del sintoísmo también nació la teoría llamada «Shinpon busshaku (神本仏迹)» que se refiere a que «hotoke» es una encarnación de los «kami» de la mitología japonesa. Esa teoría no tuvo éxito y no se difundió. Tanto «honji suijaku (本地垂迹)» como «shinpon busshaku (神本仏迹)» fueron teorías un poco cogidas por los pelos que trataron de explicar el «shinbutsu shūgō (神仏習合)». En todo caso, hasta el periodo Edo la «honji suijaku (本地垂迹)» fue la idea predominante, pero no consta que la popularidad del budismo fuese superior a la del sintoísmo.

Shinbutsu bunri (神仏分離)

En el periodo Edo, el shōgunato Tokugawa tomó la política del aislamiento. No obstante, Japón mantuvo relaciones con los chinos y holandeses. A través de estos últimos se introdujo el rangaku (蘭学), que es el conjunto de estudios, cultura y tecnología de la Europa de la época. En el ámbito académico, también se difundieron el confucionismo y el rangaku, además de que se enseñaba a los hijos de artesanos y comerciantes los estudios básicos que representan las tres palabras: yomi, kaki, soroban (leer, cartografía y cálculo con ábaco). Los lugares donde se daban clases se llamaban «terakoya (寺子屋)».

A lo largo de la historia de Japón, el país tuvo una influencia constante de otros países que habían introducido ideas nuevas como el budismo, el confucionismo, el mencionado rangaku, etc. Esa tradición continúa hoy en día. Actualmente, Japón suele compararse con los países foráneos con una visión bastante crítica sobre sí misma. Bajo el shōgunato Tokugawa, Japón tuvo una etapa políticamente estable. Por un lado, el comercio se desarrolló y por otro los agricultores se fueron empobreciendo. Floreció una cultura popular que incluía el teatro kabuki y la literatura. Sin embargo, a mediados del mismo periodo, la tendencia a admirar la cultura extranjera cambió.

A finales del periodo Edo, la japonología comenzó a desarrollarse y llegó a prosperar. En aquel momento consistía en el estudio y la investigación sobre libros clásicos como el «Kojiki (古事記)» y «Manyōshū (万葉集)». A consecuencia de aquellos estudios, apareció una reflexión sobre la manera de pensar de los japoneses antes de la llegada de la religión foránea. Es decir, según esa idea existían dioses auténticos japoneses antes de que se introdujera el budismo. Fue la etapa de la búsqueda del verdadero espíritu de los japoneses. Al parecer, los japoneses de después de la llegada del budismo no serían los auténticos, de modo que tenían que regresar al origen mediante la supresión de la influencia china (no se refería a la influencia antes del periodo Edo) y de otros países. Más adelante, la japonología se dividió en una rama que investigaba la interpretación de los clásicos y en otra rama que procuraba la recuperación del espíritu japonés.

Detrás de la popularidad del japonismo estaba la tendencia de adornar a la manera china a la hora de expresar algo lujoso. Es decir, los japoneses de aquella época tuvieron un momento en el que se preguntaron por su identidad, «el espíritu japonés». Quizá pueda decirse que el nacionalismo ganó fuerza. En realidad, la meta de su búsqueda era restaurar la figura del emperador y el sintoísmo. El fruto de la japonología, recuperar una nación gobernada por el emperador, condujo al fin del shōgunato Tokugawa. En otra ocasión, me gustaría explicar ese movimiento.

Debido a la tendencia influida por la japonología, aumentó la gente que no podía aceptar la teoría de «shinbutsu shūgō (神仏習合)» en la que se exponía la superioridad del budismo. Naturalmente, surgió la idea de pensar que «hotoke» no se identificaba como el concepto de «kami», autóctono de Japón. Además, el gobierno Meiji emitió la orden «shinbutsu hanzenrei (神仏判然令)» con el fin de eliminar la influencia del budismo en el sintoísmo, provocando la idea de que el sintoísmo y el budismo eran distintos, y se terminó de identificar los conceptos de «kami» y «hotoke», además de «santuario sintoísta» y «templo budista». Este movimiento se llama «shinbutsu bunri (神仏分離)». Literalmente significa separación (分離) entre «kami (神)» y «hotoke (仏)».

Haibutsu kishaku (廃仏毀釈)

Posiblemente el patriotismo va ligado a la autoestima, pero el nacionalismo a veces provoca la radicalización de la gente debido a una interpretación trucada. La humanidad ha repetido siempre los mismos errores. Hay gente a la que le gusta la historia en sí o los personajes históricos, pero aunque no le guste conocer la historia, ella nos enseña los caminos por los que podemos eludir ruinas predecibles.

La ideología «Shinbutsu bunri (神仏分離)», que nació como un subproducto de la japonología, condujo a crear una historia negra que se llama «haibutsu kishaku (廃仏毀釈)». Literalmente significa «abolir el budismo y destruir a Shaka» (Shākyamuni = Buda). Es un movimiento antibudista agresivo que provocó la destrucción de templos, imágenes y textos budistas, así como los santuarios budistas que se hallaban dentro de los recintos sintoístas. Esto causó el cierre obligatorio de miles de templos desde finales del shōgunato Tokugawa y durante la Restauración Meiji.

La decadencia del shinbutsu shūgō

Debido al «haihan chiken (廃藩置県)» que realizó el gobierno Meiji, los territorios que pertenecían a los templos y los santuarios sintoístas fueron expropiados. Los santuarios fueron protegidos por el gobierno, mientras que por otro lado los templos perdieron su base económica y muchos de ellos cerraron. Es más, dado que el gobierno no pudo mantener todos los santuarios debido a percances financieros, hubo restricciones en ellos.

Kokka shintō (国家神道)

El gobierno Meiji, el cual restableció el poder del emperador, quiso unir al pueblo bajo el sintoísmo. Quería que el sintoísmo fuera «kokka shintō», religión nacional. El origen de la familia imperial se remonta a la mitología, siendo uno de sus antepasados la diosa sintoísta Amaterasu. Para dar prosperidad al emperador, era necesario que el sintoísmo recuperara su fuerza. Se pretendía prohibir el cristianismo, pero debido a la influencia de las grandes potencias occidentales de aquel tiempo no se pudo prohibir.

De ese modo, pese al deseo del gobierno, en la era Meiji hubo libertad de credo. Además, puesto que entre la gente con influencia en el gobierno y en los miembros de la restauración había algunos miembros del clan Chōshū (actualmente Yamaguchi), la secta del budismo llamada jyōdoshinshū (浄土真宗) ganó bastante fuerza. Esta rama del budismo tiene un aspecto que se podría describir como monoteísta, puesto que solamente se profesa la fe por Amida Nyorai (Amitābha) y sus seguidores estaban en contra de que el sintoísmo fuese la religión del país. Por otro lado, los progresistas consideraban que un gobierno laico era la mejor manera de desarrollar el Japón.

Debido a estos movimientos, el gobierno Meiji tuvo que modificar su idea de crear un país sintoísta. Lo que hizo fue que en 1883 (año 15 de la era Meiji) el gobierno definió en la constitución que el sintoísmo no era una religión, un remedio para evitar la contradicción en cuanto a la libertad de credo. Desde entonces, los santuarios sintoístas se convirtieron en lugares donde realizar eventos rituales costumbristas, no pudiendo celebrar rituales religiosos. Como ejemplo, existe una tradición llamada «hatsu miya mairi (初宮参り)» u «o-miya mairi (お宮参り)» que consiste en la primera visita después de un mes del nacimiento de los bebés para agradecer su alumbramiento y orar para que crezca sanamente al «kami» llamado «Ubusuna gami (産土神)», protector de la vida entera de la gente que lo visitó. Esa visita a Ubusuna gami no suele considerarse como un ritual religioso. No obstante, existen creyentes sintoístas, y para ellos cada secta sintoísta mantenía actividades religiosas.

El motivo por el que el gobierno decidió que el sintoísmo no era religión es que pensaba que era importante para unir la nación que todos los japoneses visitasen los santuarios sintoístas, y para que la gente de otra religión como la cristiana pudieran visitarlos sin problemas ni sentir contradicciones, necesitaban eliminar el elemento religioso del sintoísmo. Fue un remedio conciliador.

Ahora bien, debido a la ambigüedad del sintoísmo (sin doctrina ni sistema organizado), naturalmente hubo debate sobre si el sintoísmo era una religión o no. Es una especie de chamanismo con mucha historia. La conclusión de un país de armonía «wa, 和» y un país lleno de ambigüedades es que el sintoísmo no se debe interpretar como otras religiones. El sintoísmo es especial.

El santuario sintoísta Yasukuni

Ya que habéis visto la posición del sintoísmo, quizá no os extrañen ciertos cambios de su función. En Tokio hay un santuario que se menciona en las noticias internacionales casi siempre que llega agosto. Me refiero al Yasukuni.

Desde a finales del shogunato Tokugawa hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, este santuario funcionaba como protector del país, capaz de conducirlo a la victoria. Luego, tras la pérdida de la guerra, ha cumplido el cometido de consolar el alma de los difuntos en las guerras. Lo importante es que Yasukuni ya no tiene el papel de levantar la moral bélica sino que funciona casi como cenotafio. El problema hoy en día es que allí se veneran todos los difuntos relacionados con las guerras mundiales e incluso a la gente que fue condenada a muerte tras ser declarada criminal de guerra.

Me gustaría que recordarais que todos los difuntos son «hotoke» para los japoneses. Debido a esa percepción, hay gente que visita Yasukuni en el aniversario de la terminación de la Segunda Guerra Mundial. Los visitantes normales acuden para orar por la paz, no para recuperar el ánimo de un país guerrero. No obstante, esta costumbre japonesa no parece fácil de entender para los extranjeros y para la gente de los países donde se produjeron víctimas por culpa de los japoneses, y hasta puede parecerles insoportable, especialmente al ver allí en ese día incluso a políticos de alto cargo.

De algún modo, parecen proyectar la imagen del Japón en la época del imperialismo asociada a Yasukuni. Ese tipo de discrepancia de reconocimiento ocurre frecuentemente en el mundo. Parece que no hay solución aparte de no intervenir en asuntos ajenos o concesión. Después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, la Comandancia Suprema de las Fuerzas Aliadas (EE. UU.) emitió la orden de la directiva shintō en 1945 en la que se decretaba la «Abolición del patrocinio, apoyo de la continuación, el control y la difusión guvernemental del shintō». Los estadounidenses sobrevaloraban el poder del shintō, en realidad no era tan influyente como ellos creían, y pronto atenuaron aquella orden.

De esa manera, al fin, un largo capítulo de disparates quedó cerrado de modo ambiguo como siempre una vez su página.


Fuentes:

  • Texto creado por Lisa Kobayashi [CoolJapan.es]
  • Imagen tomada por  Lisa Kobayashi

Acerca Lisa Kobayashi

Profesora de japonés, traductora, ensayista, articulista y prologuista de obras literarias. Nacida en Iwate, en el norte de Japón, tras vivir en Kioto, Yokohama, Tokio y Hong Kong, llegó a España a finales de 2008. Se declara apasionada del baile español y del flamenco.

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