Hoy vamos a hablar de un principio que se repite tanto en el cómic como en el manga. Es el llamado «Principio de la Pitufina». Un principio narrativo, que nos explica el papel de la mujer estereotipado en un universo masculino. Para conocer el origen de este paradigma hemos de acércanos a la obra del dibujante belga Peyo. Este autor fue el creador de obras tan importantes del cómic europeo como Los pitufos (Les Schttroumpfs) y Johan y Pirluit (Johan et Pirlouit).
Peyo y su gran éxito editorial: Los pitufos
Peyo, es pseudónimo del Pierre Culliford (1928-1992), apasionado admirador de la edad media europea. Esta fascinación por el mundo del medievo lo acabó plasmando en sus historias. Su primera serie fue Johan y Pirluit, una versión personal de Occitania. Esta recreación es un mundo lleno de castillos, héroes, trobadores y por supuesto… ¡magia! No es extraño que en La flauta de seis agujeros, apareciera una flauta encantada, creada por unos duendecillos.
Estos seres de color azulado viven en lo más profundo del bosque y se llaman así mismos como los Pitufos. Rápidamente se hicieron famosos, incluso llegaron a superar el éxito de Johan y Pirluit. Su fama fue tan extraordinaria, que se produjeron continuados cross-over entre ambas series. Pero, ¿qué importancia tienen los pitufos que han llegado a influenciar tan poderosamente el panorama del cómic mundial? La respuesta está en el que sería, la única figura femenina que viviría en la aldea: la Pitufina.
La Pitufina, contextualización del personaje
«Los Pitufos» es una serie escrita desde un punto de vista totalmente masculino, pese a considerarse asexuados. El único que rompía esta armonía era el Pitufo Presumido, que en cierta forma, rompía la heteronormatividad de la aldea. Al menos hasta la intervención del malvado brujo Gargamel.
Este maligno hechicero creó a su propia Pandora para sembrar el caos y la discordia en entre ellos. A través de la magia jugó a ser dios y creó una versión femenina de un pitufo. Su mágica creación estaba cargada de toda una serie de elementos negativos, identificativos de la mujer. Además, la Pitufina es a su vez una reinterpretación del mito de la femme fatal. Después de darle vida, la abandona en el bosque para que los pitufos se la lleven al poblado. Cuando uno de ellos se la encuentra abatida en el bosque, la acompaña hasta el pueblo y empieza el caos. Días después, hartos de las manipulaciones de ella, planean una cruel venganza: la humillan públicamente resaltando su fealdad física.
El cambio físico como camino de la salvación
La Pifufina, muy afectada y deprimida, decide hablar con el Gran Pitufo, el líder del pueblo. Gracias a sus artes mágicas, decide ayudarla realizando un cambio de imagen. Así que pasa de ser un personaje poco agraciado a convertirse en la ambición rubia al estilo Marilyn Monroe. El resultado de esta operación es que todos acaban enamorándose de ella, consiguiendo el éxito de Gargamel.
Tras varios incidentes y el saboteo de la presa, provocando la inundación del pueblo, la Pitufina es juzgada. Durante el juicio, le recuerdan como había sido de miserable durante su corta vida hasta que se transformó en cisne. A pesar de todo el daño que había producido, es declarada inocente al descubrirse la verdad de su nacimiento. Pero las peleas continuaron en la aldea. Así que consciente del mal que ha provocado, decide exiliarse para que los pitufos vivan en paz. Pero el Gran Pitufo considera que después de su arrepentimiento la Pitufina es una más del pueblo. Al final, deciden ir a buscarla y por supuesto, vengarse del malvado brujo Gargamel.
La Pitufina o el elemento femenino como punto distorsionador de la armonía social
El universo de los Pitufos es enteramente masculino. Es un mundo donde el género tiene una gran importancia por que el rol de la mujer es casi inexistente. Los pocos personajes femeninos, que aparecen, quedan subordinados al papel del hombre. No deja de ser, un reflejo de la sociedad europea del momento. Esto lo comprobamos en otros cómics de la escuela franco-belga como Las Aventuras de Tintin o Spirou y Fantasio. En el caso de Los Pitufos, el papel de la mujer es testimonial y representante de unos valores negativos. Estos son heredados de la tradición griega y judeo-cristiana. Con la Pitufina vemos una imagen simplificada e infantilizada de los mitos de Pandora, Litith y Eva.
No deja de ser la serpiente que rompe con la armonía de un paraíso terrenal y mágico. Es la portadora de elementos negativos como el egoísmo, la traición y la envidia.. Pero, sobre todo, a partir de su transformación, trayendo el peor de los pecados: la lujuria. Como elemento distorsionador de un universo masculino, la Pitufina lleva al pueblo un estereotipo que perjudica a la mujer. Lo femenino y lo opuesto a lo masculino es diferente y peligroso. Cuando nace, su imagen no corresponde al canon de belleza. Ella tiene una imagen física basada en el estereotipo de mujer morena, pelo corto y portadora de una maldad interior. Pero a pesar de ser una creación maléfica no es consciente de su naturaleza mágica.
El origen del «Principio de la Pitufina»
De todas formas, esto se acrecenta después de su trasformación en un ser bello, angelical y… rubio. Este personaje se ha convertido en la imagen de la mujer perfecta estereotipada. Pero en su interior lleva la semilla de la discordia y al final tiene que pagar por ello. La Pitufina es tocada por el amor y la comprensión a pesar de todo el caos que ha provocado. En un último momento es salvada por el elemento masculino y armónico. Además, dentro del grupo aporta la diferencia y esta divergencia se acaba convirtiendo en una necesidad.
Al final, ella es necesaria para aportar una visión diferente a la masculina. Acaba ofreciendo una alteridad al ofrecer soluciones diferentes a las marcadas por la normatividad de género. De la aceptación de la Pitufina por el resto del pueblo nace el concepto del «Principio de la Pitufina». Este se identifica en un valor universal de la cultura popular. ¿Cómo podemos definir este principio? A inicios de los noventa, Katha Pollitt publicó en el New York Times Magazine un interesante artículo. El texto acabó por convertirse en un discurso narrativo citados en el cine y en el cómic.
«Los espectáculos contemporáneos son, ya sea protagonizados esencialmente solo por hombres, como Garfield, o se organizan en lo que yo llamo el principio de Pitufina: un grupo de amigos masculinos será acentuado por una mujer solitaria, definida de manera estereotipada».
Este recurso narrativo es nocivo, ya que nos ofrece una observación limitada de lo que es una mujer. Este elemento argumentativo y narrativo establece lo masculino como la norma a seguir, siendo el elemento femenino como una excepción. Por lo tanto, no deja de ser un instrumento para perpetuar una masculinidad hegemónica y acaba subordinando lo femenino. De esta forma se llega a invisibilizar otras masculinades posibles menos tóxicas y más igualitarias. Pero, ¿podemos encontrar este afirmación en el manga?
El «Principio de la Pitufina» en el manga
El manga no es ajeno a esto y podemos encontrar este principio en numerosos títulos, sobre todo en el nekketsu. Por lo tanto, las seríes que se engloban en la mencionada categoría tienen unos elementos comunes. La atmósfera narrativa esta totalmente masculinizada. No obstante acaba provocando que lo femenino sea casi anecdótico. Además, la aparición de un personaje del sexo opuesto estereotipado no deja de ser una práctica más del androcentismo cultural.
Un referente importante sería el caso de Sayaka Yumi en Mazinger Z. Este personaje es la representación de los valores que caracterizaban a la mujer en la década de los setenta. Aunque intenta ser fuerte siempre acaba siendo salvada por Koji Kabuto pilotando el robot gigante. Además, la relación de estos dos personajes existe una fuerte tensión sexual, solo resuelta al final de la serie
En Hokuto no ken vemos un caso parecido con Yuria y Mamiya. Son dos mujeres que viven en un mundo masculino. Encima, Yuria, es la figura cuyo corazón quieren conquistar otros personajes com Shin o Raoh. Son dos personajes femeninos que rompen con la atmósfera masculina y llena de testosterona del universo de este manga. Además, estos personajes aunque posean una personalidad fuerte no dejan de ser débiles por su biología. Por no ser hombres están condenadas a ser salvadas y protegidas por los héroes, como Kenshiro o Rei. En este aspecto, el principio de la Pitufina se cumple a la perfección.
Dragon Ball es el ejemplo más claro en cuanto al principio que estamos explicando. En este caso, Bulma es el personaje que representa perfectamente este tipo de personajes femeninos. Al principio de la historia de este manga, Bulma es un perfecto ejemplo de personaje femenino estereotipado. Incluso podríamos decir que es cómico y anecdótico. Otro personaje que representaría este principio sería el personaje de Lunch. Lo que más puede lamentarse de la obra de Toriyama es la transformación de personajes femeninos fuertes en meras comparsas. Grandes personajes como A-18, Videl o Chichi acaban convertidas en iconos humorísticos y reproductivos.
En Saint Seiya, manga escrito y dibujado por Kuramada Masami, podemos ver este principio. Los grandes ejemplos más representativos serían los personajes de Shaina y Marin, las dos guerreras sagradas de plata. Son dos mujeres que rompen con el elemento masculino que acaba ocupando todo el escenario narrativo. Ellas dos acaban siendo dos personajes subordinados que acaban dependiendo del elemento masculino para ser salvadas. La tónica acaba rota con el personaje de Saori Kidoh. Ella es la máxima protagonista, ya que toda la trama argumental gira en su supervivencia. Aunque siempre es salvada, ella es la que acaba con el enemigo final de cada una de las sagas. En cierta manera, acaba rompiendo este principio.