Furusato e identidad: viaje a la nostalgia desde la modernidad (2.ª parte)

En la primera parte del artículo, se analizó el fenómeno del furusato y sus cambios a lo largo del tiempo, especialmente durante el siglo XX. En esta segunda parte, nos centraremos en el nihonjinron y su relación con el furusato. 

El nihonjinron o «teorías de la japonesidad» es un debate o discusión analítica articulada mediante escritos aparecidos como reacción de la modernización/occidentalización, madurando durante el periodo posbélico y logrando su momento álgido durante la década del 1970. A partir de aquí, el principal objetivo del nihonjinron ha sido el de delimitar y explicar las cualidades únicas de los japoneses en contraposición a las occidentales. Los autores del movimiento, establecido a partir del periodo Meiji, constituyeron una vía de distinción y originalidad respecto otra civilización.

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Hogar tradicional japonés situado en el pueblo de Tono (prefectura de Iwate)

Piezas convergentes para la construcción de la identidad japonesa: Nihonjinron y furusato

El académico Kosaku Yoshino, en su discusión sobre el nacionalismo cultural nipón, argumenta que la literatura del nihonjinron es el campo en que se explora, de manera más intensa, el proyecto del nacionalismo japonés, y especifica que este se basa en los aspectos culturales diferenciadores respeto la «civilización universal» (incluyente Occidente pero también la China, por ejemplo). Hay que añadir que esta investigación por «lo único» japonés comúnmente viene acompañada por un «determinismo genético implícito», lo que significaba que las «características únicas no pueden ser comprendidas o plenamente comprendidas por los no-japoneses».

Es así como este discurso llega a disfrutar de mayor popularidad y producción durante los años setenta del siglo XX. Paralelamente, es precisamente durante esta década, junto con la del 1980, cuando la sociedad japonesa mostrará mayor interés por el furusato. De este boom se desprenderá un turismo doméstico de consumo de artefactos y artesanía tradicional, junto con una demanda creciente por festivales (matsuri) y expresiones culturales . De todo esto se beneficiarán diferentes agentes de distintas áreas, como los medios de transporte público (ferrocarril) y multitud de villas y áreas rurales, como por ejemplo el pueblo de Tono, en la jefatura de Iwate, el cual configuró uno de los lugares más celebrados del furusato y llamado, a tal efecto, «el viejo hogar para todo el mundo».

Por otro lado, uno de los actores que más se ha interesado y ha puesto en marcha acciones alrededor del furusato ha sido el Estado mismo. A través de una serie de políticas y campañas, la máxima institución política ha adoptado la noción del furusato con el objetivo de construir una nueva conciencia y sentimiento nacional. Por eso, el gobierno nipón realizó y estructuró discursos persuasivos que apoyaban el furusato . Ya desde la década del 1960, políticos y burócratas de alto nivel empezaron a trasladar el foco político de la economía (después de lograr un alto desarrollo en este aspecto) a la cultura.

Hacia finales de los setenta, los términos «era de la región» y «edad de la cultura» habían acontecido las metáforas más poderosas y populares para los políticos, críticos sociales, medios de comunicación de masas, mundo de la publicidad y ámbito académico. Con esto, dentro del proceso de reconstrucción y redefinición nacional enmarcado bajo los parámetros del nihonjinron, el furusato estuvo introducido y funcionó como un potente instrumento para dar forma a una nueva manera de articular la nación.

Fotografia del Furusato Matsuri, festival que se celebra cada año en enero dedicado al hogar natal nipón y sus diferentes manifestaciones.
Fotografia del Furusato Matsuri, festival tokiota que se celebra cada año en enero dedicado al hogar natal nipón y sus diferentes manifestaciones.

Esta incorporación del furusato dentro del discurso de la «japonesidad» fue plenamente debatido por una serie de académicos e investigadores en 1978 en la edición especial de la revista Dienteō tono Gendai (Tradición y presente) . Así, por ejemplo, Tanigawa Ken’ichi describiría el boom como la creación de un furusato universal japonés incluso después de que muchos lugares y localizaciones hayan sido destruidos por la contaminación o el despoblamiento rural. Este autor ponía sobre la mesa, entre otros, uno de los aspectos que más han interesado al ámbito investigador dentro de este campo durante las últimas décadas: un furusato transnacional, es decir, un hogar imbuido de un significado particular y recuerdos para los japoneses emigrantes de la posguerra y sus descendentes el cual incluiría varias interacciones con grupos de la diáspora en una serie de países extranjeros.

Durante la década de los ochenta, el furusato, como uno de los más poderosos aglomerado de símbolos utilizado por políticos, planificadores urbanísticos y publicistas, continuó desarrollando una doble vertiente: por un lado, el fenómeno servía para preservar un mundo perdido (noción idealizada de un estilo de vida y costumbre pasada) y, al mismo tiempo, también ejercía las funciones de furusato zukuri («hacer el hogar»), es decir, de instrumento para reorientar las actividades gubernamentales desde un enfoque material a otro afectivo.

Conclusiones

El carácter dinámico y mutable que se desprende de lo expresado en las últimas líneas establece la estructura compleja, transversal y poliédrica del furusato. A lo largo de las décadas, este fenómeno ha experimentado diversas e importantes modificaciones, pero también manipulaciones e interpretaciones de todo tipo. Lo que empezó como un sentimiento nostálgico, ha evolucionado hasta acontecer un producto social, político, literario e, incluso, económico y turístico.

El hecho de que el boom del furusato coincidiera con el momento clave de la estructuración del nihonjinron comportó una mayor profundidad de este último y abrió nuevas vías para multitud de agentes que mostraban interés o veían oportunidades de diversa índole dentro de este. Dado su volumen y alcance, no es de extrañar que el furusato todavía continúe interesando e intrigando a mucha gente de varios ámbitos. El mismo carácter flexible y abierto del fenómeno resta abierto a futuras lecturas y adaptaciones a nuevas realidades.

Con todo, aunque cada componente de este ámbito merece un tratamiento ad hoc, quizás uno de los elementos más interesantes que merecen estudio y profundidad es el proceso que el Estado ha elaborado y seguido para hacer del furusato un instrumento político válido por sus intereses. El hecho de incorporar un sentimiento compartido a las estrategias de partido conlleva la manipulación implícita y/o explícita del objeto y, con esto, habría que ver hasta qué punto se ha reinterpretado o modificado de manera interesada el fenómeno primigenio.


Fuentes:

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  • Imágenes extraídas de: Daily Glimpses of Japan y Tokio from the Inside

Acerca Jose Martínez

Licenciado en Historia (2013) y profesor de secundaria. Estudiante del Máster «China y Japón Contemporáneos», de la UOC.

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