ZQN (léase zokyun), es el nombre de un virus de terribles consecuencias para la humanidad. En pocos días, Japón va ser pasto del caos y los escasos individuos libres del virus se verán obligados a huir en busca de un lugar seguro. No se trata de una profecía apocalíptica, sino del argumento de I am a Hero, filme que en su momento ya tuvo su protagonismo en este espacio, pero que recuperamos con motivo de su estreno comercial en Japón, que tuvo lugar el pasado día 23, y sobre todo por la ocasión que hemos tenido de acudir al pase de prensa organizado por Karen Severns y Kōichi Mori en el Foreign Correspondents Club de Tokyo, con la presencia del actor protagonista Yō Ōizumi.
También estuvo a disposición de la prensa Shinsuke Satō, el director del filme, realizador ya curtido en esto de la adaptación cinematográfica de cómics de éxito con contenidos fantásticos y escenas que requieren de acción y dinamismo. Adaptaciones de aspiraciones importantes y presupuestos generosos para los estándares nipones, que alcanzan en esta producción su mayor cota, pero que el propio autor lamenta lo lejos que quedan de un presupuesto medio en Hollywood.
Las características requeridas por el filme y las limitaciones productivas obligaron, por un lado, a planificar el rodaje con gran minuciosidad. Los días de trabajo eran contados y se requería trabajar rápido pero de forma efectiva. Por el otro, tanto la contención de costes como la disponibilidad de localizaciones adecuadas aconsejaban desplazar el grueso de la producción a Corea, donde se podían aprovechar unas condiciones más favorables en lo económico sin perder la efectividad de unos equipos técnicos igualmente expertos como los que dispone la industria audiovisual de aquel país. Decisión acertada y trabajo fructuoso, a juzgar por un resultado visual que no desmerece al de cualquier producción norteamericana, pese a la descompensación de medios productivos entre una y otro entorno cinematográfico.
Más allá de este acierto en el aspecto visual, el gran mérito de la película estriba en no dejarse arrebatar ni por lo épico ni por lo paródico. Contiene dosis de ambos ingredientes, pero en proporciones eficaces para divertir y para emocionar sin desestabilizar el conjunto.
La capa alegórica que despliega I am a Hero, con esa pandemia apocalíptica que lleva a los infectados a una dedicación entusiasta hasta la agresividad a los propios deseos, objetivos y obsesiones, se resuelve de forma algo tosca. Y sin embargo, esta falta de sutileza no impide que la cosa funcione. Nuestro protagonista, pese a su entusiasta discurso sobre su pasión por el oficio de dibujante, acaba de perder toda confianza que pudiera tener en sí mismo. Si ya era un tipo mediocre, la ruptura con su pareja es la gota que colma el vaso de su continuo fracaso profesional. Así, pese a recibir un temprano mordisco, que teóricamente debiera haberle infectado, no sufre la horrenda mutación que le convierta en una de estas criaturas que se dan en llamar zokyūn: a Hideo no le queda ya la más mínima ambición. La pasión que pudiera sentir por su actividad profesional ha quedado igual de volatilizada que su vida personal. Más que mediocre, es una cáscara vacía sin personalidad ni ánimo propio. Aunque desconozco el manga en que se basa esta película, una sencilla búsqueda me conforma que este pasaje del mordisco tiene algunas implicaciones particulares en la obra original, lo que me reafirma en la interpretación que desgrano aquí.
Al final, el filme funciona como una suerte de contranarrativa del héroe clásico, tan afín a esa idea neoliberal del emprendedor que triunfa, confrontada hasta el extremo en el relato que nos entrega. Otro cambio confirmado por la información que manejo es la introducción del monte Fuji, encarnación simbólica de Japón como nación, en tanto que destino al que acudir en busca de salvación ante la amenaza. Así, cuando el curso de los acontecimientos desmiente las bondades del idealizado punto destino de la huida de los personajes, nos es posible señalar una lectura política añadida al desarrollo de la historia establecida por Satō y su equipo.
I am a Hero y el genero zombi
No sabría precisar cuál es la contribución de esta cinta al género de zombis, si es que la hay. Solo puedo constatar mi impresión de que, pese sustentarse en los elementos consabidos del género, el filme se ve novedoso y fresco. No por casualidad, la cinta ha cosechado galardones en los tres grandes certámenes de cine fantástico a nivel europeo. La concesión del Golden Raven, el gran premio del festival de Bruselas –noticia que llegaba horas antes de la comparecencia de Satō y Ōizumi– se sumaba al premio especial Orient Express en Fantasporto y, ahí es nada, el premio del público en la pasada edición del festival de Sitges, con toda probabilidad el público más exigente del mundo en cuestión de zombis. Un trébol de lujo para un filme que podría dejarse ver, por qué no, por pantallas internacionales en una carrera comercial al uso, más allá de proyectarse únicamente en certámenes especializados.
Fuentes:
- Texto creado por Jose Montaño [CoolJapan.es]
- Imágenes cedidas por: Mance Thompson