El arte de la terracota, la porcelana y otras técnicas ligadas al barro ha sido uno de los más populares en el archipiélago japonés. A pesar de la humildad de este material, el trabajo duro de los grandes maestros artesanos ha hecho posible obras únicas y de una calidad inimitable.
En esta publicación realizaremos una aproximación a la cerámica japonesa desde el punto de vista histórico y estético, dando pinceladas de algunos de los miles de estilos conocidos. En posteriores entradas abordaremos estilos regionales propios, hablando también de la cerámica nipona a partir del siglo XX.
Origen: la cerámica del periodo Jōmon
Hoy día han sido descubiertas piezas de cerámica de incalculable valor que datan del Neolítico, es decir, con más de 10.000 años de historia. Se trata de la cerámica del periodo Jōmon, que apareció decorada con motivos de cuerdas.
Por aquel entonces, las mercancías se transportaban en diferentes recipientes cerámicos muchos de ellos con un estilo hoy considerado extravagante por su altura y simplificación. Estas obras se modelaron con arcilla y cuerda, horneaos en una hoguera abierta.
El barro del periodo Yayoi
Varios siglos más tarde, durante el periodo Yayoi, (alrededor del IV o III siglo antes de Cristo), apareció un estilo nuevo de cerámica caracterizado por su patrón simple o carencia de ornamento. Técnicamente sin embargo, tanto el periodo Jōmon como el Yayoi, y más tarde la era Haji, compartieron procesos de cocción similares, aunque difieren en la estética.
La influencia de Corea y China sobre la cerámica japonesa
Durante los siglos III y IV d.C., tuvo gran importancia el horno Anagama, un invento técnico que consistía en un horno con forma de túnel techado y realizado en una ladera. A este cambio técnico pronto se le incorporó la rueda de alfarero, un invento de origen Chino que llegó al archipiélago a través de Corea. A raíz de esto, encontramos piezas cocidas a altas temperaturas, como el gres. Como ejemplo de ello, podemos encontrar objetos funerarios de Haniwa.
Así mismo, gracias a la dinastía Tang, llegó a Japón una técnica de esmalte realizada a partir de tres tonalidades derivadas del plomo, muy semejante al barniz de plomo verde realizado en el continente en el siglo VIII. Sin embargo, se mantuvo durante este periodo, por su necesidad para la producción agraria, las jarras funerarias o los recipientes para almacenamiento.
De este modo, algunos hornos mejoraron técnicamente, llegando a ser tan famosos que se llamaron «los seis antiguos hornos»: Shigaraki, Tamba, Bizen, Tokoname, Echizen y Seto. De ellos se cuenta que Kato Shirozaemon Kagemasa, también conocido como Hitsugaya, viajó a China para estudiar la técnica cerámica de aquel lugar. A su vuelta trajo consigo su conocimiento, fundando el horno de Seto en 1223. A raíz de dicho horno, que producía esmaltes negros, de feldespato, blancos, verdes, se creó un estilo propio en la región, el Seto-mono o producción de Seto. Suponemos que a partir de aquí se produjo un proceso similar en otras ciudades.
Cerámica del siglo XI a XVI
La cerámica de esta etapa corresponde a una serie de tendencias y modas niponas. Por aquel entonces, la porcelana azul y blanca traída de china era muy cotizada, por lo que Japón incorporó mucho celadónpara fabricarla. Así, y como novedad, mucho japoneses ordenaron la cerámica de diseño personalizado para los gustos regionales en hornos chinos, importando directamente el resultado. De esta época, la cerámica o Tenmoku, era considerada de alta calidad, y empleada en multitud de ceremonias de té en las altas clases sociales.
Sin embargo, a finales del siglo XVI, los principales maestro de té cambiaron el estilo, favoreciendo más las modas llegadas de Corea. De entre ellos, el maestro Sen no Rikyu, de la familia Raku, utilizaron gran cantidad de cuencos de loza vidriada. A raíz de esto, los artesanos nipones realizaron su obra inspirados en estas nuevas tendencias.
De esta época datan las piezas de Mino, Bizen, Shigaraki e Iga, principalmente ejemplificados en utensilios de cocina. Honami Koetsu, un gran maestro ceramista, hizo varios tazones a este estilo, que son sin duda su obra maestra.
Para contextualizar esta época, debemos hablar de la figura de Toyotomi Hideyoshi, quien inició por 1590 las campañas de Corea, tratando de conquistar China. A su vuelta a Japón, el ejército trajo consigo multitud de artítuculos cerámicos coreanos y chinos, además de algunos alfareros de aquellas tierras. Estos establecieron hornos en Satsuma, Hagi, Karatsu, Takatori, Agano y Arita. Regiones muy prósperas, y famosas por sus artesanías. Aquí destacamos la labor de Yi Sam-pyeong, un alfarero coreano que descubrió la materia prima de la porcelana de Arita, produciendo la primera porcelana verdaderamente japonesa.
Porcelana del siglo XVII
A partir de 1640, las sucesivas guerras de China entre la dinastía Ming y los manchúes dañaron multitud de hornos en el continente. Además, el gobierno de la Dinastía Qing cerró el comercio con Japón. Por ello, muchos alfarero chinos se refugiaron en el archipiélago, y con ellos, trajeron multitud de renovaciones técnicas y estéticas. Así, el horno de Arita perfeccionó su técnica de porcelana y esmaltado realizando obras mucho más refinadas.
Hay que recordar que por aquel entonces Japón mantenía una estrecha relación comercial con la Compañía de las Indias Orientales Holandesa, por lo que gran parte de esta porcelana, fue exportada hacia Europa y Asia, e imitada en aquellos lugares por su gran calidad.
Cerámica Nabeshima
En 1675 el Clan Nabeshima, familia que gobernó Arita, estableció un horno como oficial para a realización de la porcelana vitrificada de alta calidad, que se comerciaría entre las altas clases japonesas. Así comenzó la popularidad del Ware llamado Nabeshima.
Estas obras tenían un estilo único y de gran belleza, de las cuales los sevillanos pueden estar orgullosos de conservar en su ciudad algunas piezas de este periodo. Y es que la Colección de Asia Oriental: China y Japón de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, cuenta con varios platos de porcelana de Nabeshima.
Esta extensa producción tuvo una breve vida, ya que a partir de 1757 la producción nacional se llevó a Imari. Esto se debe a que Imari se convirtió en el nuevo puerto de embarque de exportación hacia Europa y Asia.
Cerámica de Kyōkai
Kioto, durante el siglo XVII no solo hera la capital de Japón, sino su centro cultural más grande. Allí acudían todos los artesanos, artistas y personas interesadas por la cultura y el arte, tanto a producir, como a comerciar. Por ello, no es de extrañar el gran valor de la cerámica de Kioto, también llamada de Kyōkai.
Esta cerámica se produjo y mejoró bajo el patrocinio de los templos de la ciudad. Aquí nombraremos la figura de Nonomura Ninsei, que inventó el esmalte acristalado y mejoró el refinado estilo japonés de porcelana. Su discípulo, Ogata Kenzan, elevó la cerámica de Kioto a una nueva altura.
Como podéis ver, la relación entre la historia japonesa y la cerámica es muy estrecha, existiendo ejemplos de ella casi desde que comenzó la primera civilización nipona. Esperamos que os haya gustado y parecido interesante esta entrada. En posteriores publicaciones hablaremos de la cerámica más contemporánea del país del sol naciente, haciendo incapié también en los diferentes estilos regionales, ya perdidos o que aún perduran.
Fuentes:
- Textos consultados de: Fernando García Gutiérrez (1999) El arte del Japón, Ecos de Asia | Texto creado por E. Macarena Torralba García [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: Wikipedia, Ecos de Asia