Jardines del templo Tōfuku-ji en Kioto

Hoy nos vamos a Kioto para hablar de los jardines del templo Tōfuku-ji (東福寺), un templo fundado en 1236 a petición del clan Fujiwara que pertenece al selecto grupo de templos budistas zen de la secta Rinzai, conocidos como los «cinco grandes templos», siendo los otros cuatro el Tenryū-ji (天龍寺), el Shōkoku-ji (相国寺), el Kennin-ji (建仁寺) y el Manju-ji (万寿寺).

El lugar es conocido por su preciosa estampa otoñal, su visita entre mediados y finales de noviembre debe ser algo grandioso, acaso capaz de causar el síndrome de Stendhal entre aquellas almas sensibles y románticas. El complejo se encuentra rodeado de otros templos más pequeños, como el Funda-in, cuyos jardines merecen un artículo aparte. En esta ocasión nos centramos en los límites del gran templo, que incluye una zona de entrada libre y dos de pago.

Hagamos juntos el recorrido: acabamos de cruzar la entrada que nos separa del mundo secular y nos encontramos con la imponente puerta principal sanmon de 22 metros de altura, la cual data de 1425 y es la puerta Zen más antigua en su categoría, designada como Tesoro Nacional del Japón. Esta conduce al salón principal (hondō), que la supera en tamaño aunque no en antigüedad, ya que el actual hondo procede de una reconstrucción de 1934. Próximas a estas dos estructuras colosales se ubica una serie de edificaciones que se remontan a principios del período Muromachi (1333-1573), raros ejemplos supervivientes de la arquitectura Zen de la época, entre los que hallamos la sala de meditación (zendō), el campanario (shōrō), el baño (yokushitsu) y la pila de agua para el ritual de purificación (chōzu). A continuación se encuentra una de las dos áreas de pago del templo, la antigua residencia del abad (hōjō), reconstruida por última vez en 1890. Allí observamos una de las joyas de la corona en forma de cuatro jardines que rodean la estancia del que fuera el monje principal del templo en las distintas épocas de la historia que los vieron dirigir aquel mundo de silencio y trabajo interior.

El conjunto de esos cuatro jardines es conocido como «los jardines de Hassō» (los ocho hitos en la vida de Buda). Los del sur y el este de la residencia se dice que fueron originalmente diseñados por Sesshu (1420-1506), maestro de pintura japonesa y monje budista zen, aunque no hay documentos que lo confirmen.

Los jardines se incendiaron al menos en dos ocasiones, en el período Genroku (1688-1703) y Hōureki (1751-1763). Fueron reconstruidos en 1939 por el paisajista e historiador del jardín japonés Mirei Shigemori (重森三玲 1896–1975) tomando como base el característico karesansui (jardín seco japonés) y dotando a cada cual de un carácter diferente empleando guijarros, grandes rocas, musgo, árboles y el patrón ajedrezado que los japoneses llaman ichimatsu moyō.

El jardín del sur (hōjō nantei) participa de un variado simbolismo. Vemos allí representadas las islas mitológicas de los inmortales, de influencia china y conocidas en Japón como las islas Hōrai, donde cuenta la leyenda que se encontraba el elixir de la eterna juventud. Están rodeadas de un océano de grava rastrillada que envuelve a cinco pequeñas elevaciones cubiertas de musgo en referencia a los mencionados «cinco grandes templos» (Gozan, 五山, vocablo formado en japonés por los caracteres «cinco» y «montaña»).

Jardines del templo Tōfuku-ji (Sur)
Jardín sur

A continuación se ubica el jardín del oeste (hōjō saitei), donde observamos por primera vez el mencionado patrón, que en este caso da forma a los arbustos de azaleas, aparentemente suspendidos sobre la grava y que se dice que figuran campos de arroz, una escena abstracta en apariencia en la que se abre paso una lengua continental de musgo sobre el que se asienta un conjunto de tres rocas de modestas dimensiones.

Jardines del templo Tōfuku-ji (Oeste)
Jardín oeste

Y así llegamos al jardín norte (hōjō hokutei), para el cual el maestro Shigemori compuso otro original damero, esta vez con musgo y algunas losas que se encontraban en el templo. Personalmente encuentro allí el cosmos contenido, geométrico y a la vez magistralmente irregular. Podemos sentir en su periferia la desintegración del orden, acaso el paradigma último de la iluminación budista, el mítico satori que no es nada y es principio a su vez de un nuevo modo de ver.

Jardines del templo Tōfuku-ji (Norte). Shigemori Mirei compuso un original damero con musgo y losas que se encontraban en el templo. © Kiseo Yamazaki
Jardín norte del pabellón principal del templo Tōfuku-ji. Shigemori Mirei compuso un original damero con musgo y losas que se encontraban en el templo. © Kiseo Yamazaki

Con estos ánimos entramos al jardín del este (hōjō tōtei), donde vemos siete antiguos pilotes que también encontró el paisajista desperdigados por el templo. Representan las estrellas principales de la constelación de las Siete Estrellas del Cazo del Norte (Hokuto Shichiseii / 北斗七星), conocida en occidente como la Osa Mayor. En este caso la grava rastrillada no supone el mar sino el propio vacío en el firmamento, por el cual se expanden las resonancias que emite en forma de onda cada uno de aquellos siete cuerpos celestes.

Jardines del templo Tōfuku-ji (Este)
Jardín este

Y de ahí nos vamos a la otra zona de pago, el puente Tsūtenkyō que conduce a la sala Kaisandō a través un pasillo de 100 metros de longitud. La vista de los arces enrojecidos desde el puente alcanza cotas de máxima belleza entre mediados y finales de noviembre, cuando japoneses de todas las prefecturas acuden a admirar este espectáculo natural de variaciones tonales.

Puente Tsūtenkyō. Jardines del templo Tōfuku-ji.
Puente Tsūtenkyō

Al llegar al final del pasillo encontramos la sala Kaisandō, la última etapa de nuestro recorrido. Se trata de una estructura clásica en los monasterios budistas japoneses, dedicada con frecuencia al abad fundador del templo u otros patriarcas de la antigüedad.

El jardín que vemos frente a la sala data del período Edo (1603-1867). Lo atraviesa un sendero que divide el plano en dos escenas muy diferentes, ambas de gran belleza, mostrando un jardín seco de patrones ajedrezados a su izquierda y otro frondoso y fértil con estanque a la derecha. La visión de contraste que ofrecen ambas creaciones supone una nueva sacudida de esteticismo y profundidad conceptual, aún en su aparente simpleza.

Kaisandō (Sala del abad fundador). Jardines del templo Tōfuku-ji.
Kaisandō (Sala del abad fundador)

El panorama al completo es altamente innovador por su uso de la abstracción, la tradición basada en un amplio conocimiento de la historia del jardín y la interpretación y los aportes creativos que Mirei Shigemori ejecuta con amor y devoción en el templo Tōfukuji.

Esperamos que este recorrido imaginario haya sido de vuestro agrado, os dejamos con un plano y la información para acceder a esta parcela de paraíso en la tierra.

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Información

  • Horario:
    9:00-16:30 (abril a octubre)
    08:30-16:30 (de noviembre a principios de diciembre)
    9:00-16:00 (principios de diciembre a marzo)
  • Admisión:
    Hasta 30 minutos antes de la hora de cierre.
    En principio está abierto todo el año.
  • Precio:
    400¥ adultos / 300¥ niños (Puente Tsūtenkyō y Sala Kaisandō)
    400¥ adultos / 300¥ niños (Hōjō y jardines)

Fuentes:

Acerca Roberto Marquino

Fotógrafo y ensayista apasionado del Japón y su gente, con especial interés por su literatura, paisajismo y artesanía. Su obra ha sido expuesta internacionalmente y se encuentra en colecciones privadas de Europa, Asia y América.

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