La idiosincrasia de una nación puede ser como dos caras de la misma moneda: una virtud y un defecto al mismo tiempo. Si nos conocemos a nosotros mismos, posiblemente podemos utilizar nuestra originalidad y evitar malentendidos.
Diferencias culturales: improvisación española contra premeditación japonesa
A la hora de trabajar en España, he vivido algunos choques culturales. Uno de ellos consistió en que en unos eventos culturales en los cuales participé no había contenidos decididos. Había títulos en los programas, pero nada más. No obstante, estos programas no eran definitivos: a veces se cambiaban de repente, y justo antes de lo planeado. La primera vez me quedé boquiabierta, pero intenté adaptarme a la situación sin juzgar. Como ya estaba «bautizada», a partir de la segunda vez ya no me sorprendí y entendí que a veces pasan estas cosas.
En japonés, se dice «quedarse boquiabierto»: aita kuchi ga fusagaranai (開いた口がふさがらない, lit. «la boca abierta no se cierra»). Otra situación de sorpresa se expresa como me ga ten ninaru (目が点になる, lit. «los ojos se convierten en puntos»). Ambas expresiones son visuales, sobre todo la segunda, que de vez en cuando aparece en el manga o el anime.
Me había dado cuenta de que, con respecto a la preparación entre la manera española y la nuestra, no había mucho en común, y que yo tenía que estar lista para recibir estos posibles cambios. Me parecía que no es que deba ser más flexible, sino que debo ser generosa para aceptar las ideas caprichosas. Afortunadamente los humanos tienden a tener la habilidad de la adaptación, ¿o quizá se trate más bien de insensibilización? Tengo la impresión de que algunos de los eventos en los que estuve pudieron llevarse a cabo gracias al esfuerzo de los trabajadores subordinados, más que al de los propios organizadores.
Puesto que no tenían planes concretos, los eventos que vi en España solían comenzar de manera horrible. Si hubieran seguido con ese ritmo, habrían terminado fracasando a ciencia cierta. Pero debido a la buena voluntad de la gente, de alguna manera encontraron la clave de su mejoría. Finalmente, terminaron con un broche de oro, con mucha emoción. Se dice «A buen fin no hay mal tiempo». El japonés también tiene la misma expresión: owari yokereba subete yoshi (終わりよければすべてよし), debido al título de la obra de William Shakespeare «All´s Well That Ends Well». También decimos, con el mismo significado: yūshū no bi o kazaru (有終の美を飾る).
¿Será así en verdad? Es cierto que resulta mucho mejor que tener un mal fin, pero… ¿hay necesidad de estar siempre en vilo? Durante mi vida en España, he visto escenas dramáticas y emocionantes. Me refiero a este método de ir como a salto de mata, de improvisar, de ir sobre la marcha, etc. No sé qué valor tienen estos conceptos para los nativos hispanoparlantes. Sin embargo, las siguientes palabras, que se refieren a los mencionados conceptos en japonés, son por lo general negativas excepto sokkyō (即興, la improvisación en el arte). Pongo algunas palabras relacionadas con la improvisación:
- mukeikaku (無計画): sin plan.
- nariyuki ni makaseru (成り行きに任せる): dejar su futuro a la ventura.
- yukiatari battari (行き当たりばったり): sin pensar mucho en un futuro o en un resultado, dejarse llevar por la corriente.
El concepto opuesto son los preparativos meticulosos, que en japonés se llaman yōi shūtō (用意周到).
Puesto que existen muchos más sinónimos en mi lengua, aunque no se considere un acto favorable, entiendo que estas cosas también suceden en Japón. Además, quizá haya japoneses que vivan siempre a salto de mata. Es posible que para ellos estas palabras tengan un significado positivo.
Dado que algunos eventos no cuentan con una idea concreta, al final no se decepcionan mucho aunque no salgan bien. ¿O sí? Pero todos los humanos tienen su orgullo. Debido a su honra, revelan su máxima habilidad en los casos necesarios. Algunas veces he pensado si no será que algunas personas no hacen nada hasta último momento adrede para tener una sensación de excitación. Todavía no he corroborado mi hipótesis.
Ahora bien, la costumbre de ir sobre la marcha a veces nos conduce a la felicidad, sobre todo en los momentos de diversión como viajes privados y fiestas. Sin tener que planificar nada a la perfección, dependiendo de las circunstancias, podemos añadir, restar y modificar activdades de la jornada.
Por otro lado, parece que Japón se conoce como el país de la alergia a la improvisación. El origen del tema de hoy se me ocurrió tras leer un artículo de «El Confidencial». Como tuve un choque cultural con esto de ir sobre la marcha en España, asimismo un español, que actualmente vive en Japón, contó que también había tenido un choque cultural allí. Para él, Japón es un país de planificación sin flexibilidad.
Mi conclusión es que para los asuntos de diversión como viajes y fiestas, el estilo de la improvisación es valioso. Respecto a nuestra parte poca flexible, os cuento como crecimos nosotros:
Desde que éramos pequeños, nos enseñaron las conductas adecuadas para cada situación. Puesto que las repetimos innumerables veces, al final el cuerpo reacciona sin pensar mucho o nada, de modo que casi todos los japoneses aprenden de la misma manera, y por eso entre nosotros existe cierta similitud en los comportamientos y los pensamientos. Yo misma creía que cada país tenía alguna idea en común que todos los del mismo país compartían, pero parece que estaba equivocada. Lo que pensé que en España era promedio es engañoso, o al menos así me lo parece. Porque como no hay un sentido común a nuestro nivel, no se puede determinar un promedio. El promedio al que me refiero es una situación o una opinión que la mayoría de gente comparte. Quizá hablo de mis experiencias sin mucho fundamento: pienso que España carece de término medio, algunos tienen mucho y otros apenas tienen. Es cierto que se computa el promedio como resultado del calculo, sin embargo, dudo que esa cifra represente a la nación.
El mencionado comportamiento de los japoneses quizá sea un paradigma. En las artes marciales, hay muchas formas llamadas kata que los practicantes repiten. Pero aprender las formas no es la finalidad, sino que es la base para llegar a una nueva etapa creativa. No obstante, la diferencia de ingresos, historial académico, el llamado sentido común, etc. también está creciendo cada vez más en Japón debido al cambio social.
Los japoneses suelen prepararse para un evento con meticulosidad y concreción. Es normal que uno se prepare para un caso imprevisto. No obstante, pensamos que un evento se ejecuta según la planificación. De ahí que cuando algo no funciona como debiera, los japoneses solemos sentir una gran decepción, pese a que no nos perturbamos, o más bien no tenemos tiempo para quedarnos perplejos y buscamos la mejor solución.
He escuchado de opiniones interesantes de mis compatriotas que trabajan internacionalmente y que han tenido experiencias laborales con los españoles. A todas estas personas les gustó España y dijeron que, personalmente, no les disgustaba la informalidad española. Sin embargo, no quisieran acostumbrarse al estilo español porque, de ser así, no podrían trabajar de nuevo en Japón, donde la formalidad domina el entorno laboral. Únicamente una persona que organiza eventos internacionales en Japón dijo que en los eventos internacionales el estilo japonés es demasiado serio, y procuraba ser menos formal de lo habitual en esas ocasiones.
Un chico andaluz que había vivido en Alemania gracias al programa Erasmus me contó que durante su etapa allí fue a una barbacoa. Había estudiantes de varias nacionalidades como españoles, alemanes, italianos, británicos, japoneses, etc. Él creía que la improvisación en estos casos era una especialidad española y, sin embargo, en la barbacoa, los europeos de otras nacionalidades también se comportaban más o menos de la misma manera. Allí, sus compañeros japoneses destacaron por su movilidad, repartiéndose el trabajo con destreza. Aunque estos japoneses eran de distintos lugares, como estaban acostumbrados a trabajar en equipo al estilo japonés, de aprender más allá de la kata, pudieron reaccionar bien en una situación improvisada.
Hay dos frases que se refieren a la gente capacitada para tomar la decisión apropiada.
- Kiten ga kiku (機転が利く): ser sagaz.
- Yūzū ga kiku (融通が利く) y Rinkiōhen (臨機応変): ser flexible.
Las contrarias son:
- Kiten ga kikanai (機転が利かない): no ser sagaz.
- Yūzū ga kikanai (融通が利かない): ser inflexible.
A veces me sorprendo de que Japón decida o intente hacer algo en favor de los extranjeros, como por ejemplo que para recibir a las visitas en los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020, querían cambiar en los mapas el símbolo de los templos budistas llamado manji, por consideración hacia los sentimientos de los occidentales. Opino que estas cosas quizá sean malentendidos de la interpretación sobre la flexibilidad y la consideración. Desde la reapertura del país, Japón todavía guarda cierta debilidad respecto al mundo occidental, sobre todo con Estados Unidos. Ha pasado ya más de medio siglo, o más bien ha pasado solo medio siglo. Si considero la derrota en la Segunda Guerra Mundial, han pasado 70 años. Ser altruista es una virtud japonesa, pero tenemos que aprender a amarnos también.
En cuanto a las relaciones internacionales, conocer el estilo de la gente de distintas cultura nos ayuda para construir vínculos, y también para darnos respuestas sobre por qué se han producido fricciones. Tanto la improvisación como la premeditación tienen pros y contras. No obstante, es útil contar con la habilidad de elegir la mejor opción de inmediato y actuar lo mejor posible en los momentos necesarios. Quizá podamos aprender mucho los unos de los otros.
Fuentes:
- Texto creado por Lisa Kobayashi [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: matome.never