Lepra en Mononoke Hime: verdades y mentiras

Desde el pasado día 31 de enero, diversas webs se han hecho eco de una entrevista en la que Miyazaki confirmaba que los enfermos aparecidos en La princesa Mononoke padecían la lepra. La noticia, pregonada por los medios con intensidad parecida a la de cualquier otra cuestión relacionada con Ghibli, ha desorientado profundamente a los aficionados españoles, pues en nuestra versión doméstica uno de los afectados se dirige al protagonista esgrimiéndole un taxativo «somos leprosos».

El problema sobreviene porque ni en la versión japonesa ni en la anglosajona se explicita este hecho, definiéndose solamente mediante la laxa expresión de enfermedad incurable. Por ello, han sido muchos los foros internacionales donde se empezó a hablar de «la leyenda urbana sobre la lepra» de Mononoke Hime, como si no resultara de por sí lo bastante obvio todo el conjunto de aparejos, vendas, y achaques que algunos integrantes del clan Tatara mostraron en pantalla.

Lepra en Mononoke Hime
Crear una «leyenda urbana» a partir de esta escena me resulta demencial.

Siendo así las cosas, los artículos en inglés incidieron en un factor conocido desde nuestra perspectiva, lo cual no tendría por qué haber sido problemático si las páginas españolas no hubieran traducido todo el texto literalmente y sin conocimiento de causa. He aquí alguno de los titulares resultantes:

La princesa Mononoke: Hayao Miyazaki confirma la leyenda urbana sobre la lepra

Por consiguiente, al presentar este tipo de encabezamientos en nuestro país, muchos españoles dedujeron que la noticia se refería a la maldición que se cernió sobre el príncipe Ashitaka, ya que, como hemos dicho, aquí ya se daba por sentada la existencia de los leprosos en la Ciudad del Hierro. La negligencia ha provocado un aluvión de impresiones apresuradas y, en el mejor de los casos, irreflexivas. No ha sido extraño leer que el tema central de la afamada película era directamente la lepra, dejando a un lado todo el caudal de lugares comunes explotados por Hayao en la mayor parte de su filmografía.

Lepra en Mononoke Hime
La lepra se usaba en clara analogía con la maldición de Ashitaka, contaminado a raíz del odio sentido por Nago hacia los humanos.

El problema anterior deja en mal lugar a todas las partes. Primeramente, a los mismos seguidores foráneos de Ghibli, creadores de una «leyenda urbana» baldía por girar en torno a un tema evidente desde su misma concepción; segundo, a los medios internacionales, que han convertido una simple declaración condicionada por un contexto concreto —el día mundial de la lepra— en un titular vendible a nivel global; tercero, a los medios nacionales, porque queda demostrado que el conocimiento de algunos redactores se limita a trasvasar textos de un idioma a otro;  y por último, a ciertos aficionados españoles, capaces de elevar a hito narrativo el resultado de una concatenación de dislates.

Yendo a la mera objetividad, Miya-san quiso introducir leprosos en su historia debido a que vive a pocos minutos del National Tamazenshoen Sanatorium, un centro histórico para pacientes de la enfermedad. Gracias a dicha cercanía, el director desarrolló una sensibilidad especial hacia estas personas, desamparadas legalmente incluso en etapas históricas tan avanzadas como la Restauración Meiji. Su aparición en el filme servía, a su vez, para dejar patente la ambigüedad moral de Lady Eboshi, quien deforesta los bosques sin mesura al tiempo que cuida de unos parias defenestrados por el resto de la sociedad. Tampoco podemos soslayar el tradicional simbolismo de la lepra dentro de las Artes y la Literatura, reflejo físico de la degeneración deontológica alcanzada por un individuo o comunidad dados, algo notorio en el caso de aquellos hombres imaginados por el alma máter del Studio Ghibli.

Finalmente, me gustaría aclarar que la presente entrada la he escrito sin acritud, desde mi admiración incondicional hacia el director, y con el único deseo de conjurar toda suerte de supercherías que enturbien el tono esencial de sus historias: la amistad, el respeto, el equilibrio, y el amor hacia la Naturaleza.

Y hablando de Naturaleza, pronto compararemos algunos de los rasgos fundamentales de Miyazaki con otro de los creadores más grandes del siglo pasado: J.R.R. Tolkien. Estad atentos.


Fuentes:

Acerca Antonio Míguez

Antonio Míguez Santa Cruz, profesor colaborador honorario de la Universidad de Córdoba y miembro del Grupo de investigación de Frontera Global de la Universidad de Alcalá. Sus líneas de investigación giran en torno al contacto entre ibéricos y japoneses durante los siglos XVI y XVII, así como sobre el Cine fantástico japonés. Ha sido autor de varios artículos de revistas científicas y episodios de libro, además de organizar congresos y seminarios de temática japonesa.

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