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Mamma: la primera palabra de los bebés japoneses

Durante la fiesta más conocida de Valencia, me convertí en madre por primera y probablemente última vez. A raíz de este acontecimiento, escribo sobre el mundo de la lingüística japonesa relacionada con los bebés.

Si los lectores tenéis un poco del conocimiento del idioma japonés, sabéis que el japonés es una lengua rica en onomatopeyas. No obstante, la imitación de sonidos en la que se basa la onomatopeya quizás sea sustancial en muchos idiomas.

El primer llanto del bebé se dice «ogyā (オギャー)». Los bebés recién nacidos lloran poniéndoseles la cara tan roja como un tomate. De hecho, en japonés bebé se dice «akachan, 赤ちゃん». Literalmente significa rojito. Tiene sentido.

Por cierto, muchas embarazadas japonesas vuelven a casa de sus padres para dar a luz. Esa costumbre se llama «satogaeri shussan (里帰り出産)». A veces las madres van a casa de sus hijas para ayudarlas a cuidar a sus hijos (sus nietos).

Desde el nacimiento del bebé, sus cuidadores pasan los días ajetreados. En mi caso, debido a que tuve un parto y un postparto duro, no podía cuidar a mi bebé durante los primeros días. Luego, con el cuerpo todavía débil comencé la vida como madre: entre los llantos del bebé, falta de sueño, dolor del cuerpo, citas médicas, lactancia y pañales.

A veces no se sabe el motivo de su llanto desesperado. La práctica del «Satogaeri shussan» tiene el valor de tener a una madre veterana a tu lado. En realidad, los bebés no desean muchas cosas. Solo quieren tomar leche, un pañal limpio, afecto y dormir. Pero son muy exigentes y no es fácil satisfacerlos.

Pese a que hay tan solo cuatro cosas que desean, hay ocasiones que es difícil acertar la causa del llanto a ciencia cierta. Cueste lo que cueste, cuando miro a mi bebé durmiendo me da paz, aunque sea momentáneamente. La característica del modo angelical de dormir de los bebés se dice mediante la onomatopeya «suya suya (すやすや)».

Las manos y los pies de los bebés son muy pequeños. Nada más nacer mi hijo, le impregnaron su huella en tinta para ponerlo en los documentos. Fue un pequeño choque cultural. Porque la tinta no era para piel sino que era la típica para oficina. Pensaba que la piel de los bebés era sensible. Quizás no era tan sensible como pensaba. En Japón, las manos de los bebés suelen compararse con las hojas de «momiji (もみじ)», los arces japoneses que en otoño cambian su color.

Puesto que estaba verde en los asuntos de bebés, el hecho de que mi hijo nació sin ningún lunar también fue una sorpresa. Unos meses más tarde le apareció una pequeña mancha cuadrada en la espalda. En algunos países del sur de Europa se dice que si la embarazada se aguanta su antojo, su bebé va a tener una mancha con la forma de esa comida. No sé si lo habéis oído.

Quizás la mancha de mi hijo tenga forma de sushi. Quise comerlo durante la gestación, pero no pude. Ese término, antojo, es una palabra curiosa. Que yo sepa no hay una palabra que tenga el mismo significado en japonés. Cada cultura tiene sus asuntos.

Hay una famosa mancha que entre los japoneses se llama «mōkohan (蒙古斑)». Mōkō significa Mongolia y han significa marca. De modo que mōkohan es marca mongólica.
Muchos japoneses (el 90% apx.) tenemos esa marca en las caderas después de nacer y luego, sobre los 10 años de edad desaparece.

Pese a que los japoneses no somos los únicos que la tenemos, entre otras razas esa marca no es tan conocida y fuera de Japón a veces se piensa que los bebés con la marca mongólica son víctimas de violencia doméstica. Yo la tuve, sin embargo mi hijo no la ha tenido.

Hay gente que ha tenido la suerte de tener bebés que son fáciles de cuidar, no tienen cólicos ni son llorones, además duermen bien durante la noche. Pero puedo entender que hay gente que haya padecido neurosis tras tener un bebé. Habrá muchas causas, no obstante, si pudiéramos comunicarnos con los bebés desde su nacimiento, sin duda ayudaría tanto a los que los cuidan como a los propios bebés. Ellos provienen de un mundo paradisiaco llamado útero donde tenían seguridad absoluta y no les faltaba nada. A los bebés también les cuesta adaptarse a vivir en un mundo nuevo. Lloran posiblemente por la frustración de que nadie entiende sus necesidades.

Por eso, la comunicación verbal nos facilita el entendimiento. La gente que está rodeada de bebés, sobre todo los adultos, intentan enseñarles quién se dirige a ellos, diciendo mamá, papá, abuelo, abuela, etc.

He oído que en España suele enseñar «ajo» como una de las primeras palabras. Ciertamente «a» es un vocal fácil para los bebés. Pero, como profesora de idiomas, creo que «ajo» no es una palabra fácil de pronunciar para los bebés. Aparte de que la imagen de ajo no tiene absolutamente nada que ver con el mundo de los bebés, el hecho es que en español «jo» es un sonido de la glotis que requiere cierta fuerza para pronunciarlo. ¿Acaso el ADN de los hispanoparlantes facilita pronunciar bien la palabra «ajo»?

En cambio, lingüísticamente se dice que los sonidos que se producen con los labios son fáciles de pronunciar. Por esta razón, es normal que haya bebés que aprenden a pronunciar «mamá» antes que «papá». Aunque papá cuide a su bebé con mucho amor y cariño, «pa» es una sílaba explosiva, un sonido que nace del estallido de los labios, el cual necesita un poco de fuerza.

Los japoneses solemos enseñar «mamma» como una de las primeras palabras. ¿Qué será mamma? Es cierto que no hay ninguna conexión con madres italianas. «Mamma» significa comida en japonés que se usa para dirigirse a los bebés. Por ejemplo, aparte de «mamma», «wanwan» es perro (en japonés corriente se llama «inu»), «ñanñan» es gato (en japonés corriente se llama «neko»), «nenne» es dormir (en japonés corriente se llama «neru»), «anyo» es piernas (en japonés corriente se llama «ashi»), «otete» es mano (en japonés corriente se llama «te»), «omeme» es ojos (en japonés corriente se llama «me»), «ponpon» es panza (en japonés corriente se llama «onaka»)etc. Hoy en día hay muchos japoneses que usan mamá y papá en vez de «o-kāsan» y «o-tōsan», que son palabras más largas. Quizás la dificultad de aprendizaje de los bebés en cuanto a los nombre de familia haya disminuido.

Los bebés deben ser muy queridos. No obstante, hay padres que los aman desmesuradamente. Estos padres se llaman «oya baka (親バカ)». «Oya» es padres y «baka» es estúpido. Normalmente los mismos padres que lo son se refieren a sí mismos como tales.

Puesto que no hice «satogaeri shussan», tuve que hacer tareas domésticas con el cuerpo agotado. No pude seguir la manera tradicional, pero se dice que hasta tres semanas después del parto no se debe guardar el futón y hay descansar bien para recuperarse. Esta costumbre se llama «tokoage». Tradicionalmente, los japoneses dormíamos en futón por la noche y, cuando nos levantábamos por la mañana, guardábamos el futón en el hueco de la habitación llamado «oshiire». Si conocéis Doraemon, el sitio donde Doraemon duerme se llama «oshiire».

Los hijos deben ser amados por sus padres. Es bonito si el amor de los padres es grande. No obstante, culturalmente en Japón no solemos alabar a nuestros familiares frente a otras personas. Si escucháis que una madre japonesa dice que su hijo no es muy bueno, no lo toméis literalmente. Pese a que puede que sea así, normalmente lo dice por modestia. Por el contrario, durante la primera etapa de mi vida en España oí que la gente hablaba muy bien de sus familiares, sobre todo de los hijos. Yo creía que eran genios. Quizás lo sean. Me parece fantástico poder estar orgulloso de la familia.

En los últimos tiempos he escuchado sobre padres monstruosos llamados, usando el inglés, «monster parents». Se trata de los padres (a veces abuelos o tíos) que tienden a mimar a los niños. Por ejemplo, en un teatro si su hijo recibe un papel de poca importancia, los padres acuden a la escuela enfadados e insisten para que den un mejor papel a su hijo.

Otro cambio en la sociedad nipona es que aumentaron los cochecito de bebé. Antes, las madres solían llevarlos en su espalda sosteniéndolos mediante una cuerda de tela. Esta posición se llama «onbu (おんぶ)», pero hoy en día se ven bebés sostenidos en forma de «dakko (抱っこ)», esto es, en el pecho de los adultos en la mochila de portabebé. Cuando era niña, el carrito de bebé no era habitual y las mujeres llevaban a sus bebés al estilo «onbu».

Hoy en día, las mujeres que no trabajan exclusivamente como amas de casa son normales. Sin embargo, no es fácil conciliar ser trabajadora y ser madre. En el siglo XXI todavía hay mujeres que renuncian a su carrera laboral para ser madre. Aunque hay amos de casa, no son frecuentes.

Hay neologismos relacionados con la crianza del bebé. «Ikumen» se refiere a los hombres que crían a sus hijos. Y «wan ope-ikuji», que proviene de one operation, significa que debido a la ausencia del marido por el trajín del trabajo, la mujer cría en solitario a sus hijos.

Por cierto, entre los lectores habrá gente que participó en rituales de algunas religiones nada más nacer. Los japoneses solemos participar en algunos eventos.

1. Nombramiento «oshichiya (お七夜)»
Se trata de la fiesta que se celebra en la séptima noche desde el nacimiento del bebé.
Ese día se pone el nombre del recién nacido en una parte superior de la casa. Es la presentación del bebé a su Ujigami, el dios protector de su zona.

2. La primera visita al santuario sintoísta «omiya mairi (お宮参り)»
Se trata de la visita al Ujigami de cada familia para informar sobre el nacimiento del bebé. Generalmente se realiza el 31er día después del nacimiento del bebé masculino y el 32º día del nacimiento de los bebés femeninos.

3. La primera comida «okuisome (お食いそめ)»
Para celebrar 100 días o 120 días después del nacimiento de los bebés, se prepara una comida formal para el deseo de que nunca falte la comida. La comida que se prepara para ese festival es sekihan (arroz con judía roja), sopa, pescado entero, un tipo de cocido de verduras de temporada, verduras marinadas, mochi (pastel de arroz) y una piedra que se llama «hagatame no ishi (歯固めの石)».

La piedra que se usa se recibe en el santuario donde se hizo el omiya mairi o se recoge en el recinto del mismo santuario. En el caso de un nene, su abuelo, y en el caso de una nena, su abuela, hacen el papel de acercar la comida a la boca del bebé. Se la acerca por el siguiente orden: arroz, sopa, arroz, pescado y arroz. Se repite tres veces y luego, con los palillos que han tocado la piedra toca suavemente la encía del bebé se desea que le salgan dientes tan duros como una piedra. Cuando acaba ese ritual, los participantes empiezan a comer. Después de esta celebración, devuelven la piedra al santuario.

4. Festival para desear el crecimiento «hatsu sekku (初節句)»
Se celebra en el cinco de mayo llamado «kodomo no hi» para los niños y en el tres de marzo para niñas.

5. El primer cumpleaños
En muchas regiones en el primer cumpleaños de los bebés, los protagonistas llevan a la espalda una pieza de mochi (pastel de arroz) que pesa 1 shō (medida japonesa tradicional que equivale a 1.8 kg). 1 shō (一升) se pronuncia «isshō», igual que 一生, «toda la vida» en japonés. Es un deseo de que nunca les falte la comida en su vida.

Desde el nacimiento de los bebés, la relación familiar cambia. Te conviertes en padre o madre, tus padres se convierten en abuelos, etc. Es el momento del nacimiento de una nueva relación. No hay misterio. Es ley de vida. No obstante, ese acontecimiento cambia la dinámica vital.

Hoy en día, debido al retraso en la edad de tener hijos y al cambio de la sociedad, no todos los adultos tienen hijos. Desde luego, hay gente que elige no tenerlos. No, obstante, la sociedad todavía no está dispuesta para facilitar el hecho de tener hijos. Un gran diferencia entre España y Japón es que en Japón desde el embarazo, hasta el parto tienen que pagar 100% de gastos. Aunque después del nacimiento de bebés, reciben ayuda económica.

Es una lástima que en Japón existe una tendencia de acosar a las embarazadas llamada «matahara (abreviatura del término inglés maternity harassment)». Japón, en teoría, está sufriendo una decaída en la tasa de natalidad y una disminución de la población.

Sin embargo, no se facilita que la gente pueda tener hijos. A veces, existen ayudas para familias numerosas como en España. Pero, hoy en día, no hay mucha gente que pueda tener más de tres hijos por diversos motivos. Para mí es un misterio que las autoridades no ayuden a la gente para que tenga su primer hijo antes que facilitar a la gente que ya tiene más de tres hijos, aunque lo segundo también está justificado.

En el caso de Japón, no suele recibir muchos emigrantes, pero al mismo tiempo no se puede bajar el nivel de competitividad internacional entre las grandes potencias, de modo que los trabajadores, que de por sí tienen demasiada carga, a veces se ven obligados a trabajar un número inhumano de horas, lo que en ocasiones conduce a la muerte por causa de exceso de trabajo. Este suceso se conoce como «karōshi (過労死)i».

Personalmente pienso que las potencias económicas no siempre proporcionan a los ciudadanos una vida feliz. Por eso, Japón ha llegado a un momento en el cual debe tomar la decisión de elegir entre abrir el país para que la gente de otros países trabaje para mantener el poder económico o aceptar la decaída tanto de la población como la potencia del país en busca de un estilo de vida más feliz.

El gobierno dirigido por el primer ministro Shinzo Abe lanzó un plan que pretendía una revolución en la manera de trabajar desde 2016 para enfrentarse a los problemas actuales. Espero que los japoneses acepten los cambios. Opino que fuimos capaces de adaptarnos a las nuevas  ideas foráneas pero nos cuesta cambiar la sociedad por una más libre, más alegre.

Para terminar, os cuento sobre el nombre de mi hijo. Aunque haya varias maneras de poner el nombre, considero que los nombres son uno de los primeros regalos para el bebé de parte de los padres. Hay padres que lo piden a monjes, personas queridas o respetadas.

En Japón no es habitual poner nombre de familiares a los hijos. Hay nombres de tendencia. No teníamos intención de poner un kirakira name, ni uno de tendencia. Lo que tenía en mi mente era elegir un nombre atemporal y que tuviera un buen significado, además de que fuese un nombre que se pronunciase fácilmente y que tuviese buena resonancia tanto para los japoneses como los hispanoparlantes.

Concretamente, descartamos los nombres que comienzan con r (a los japoneses nos cuesta pronunciar la r fuerte), ce, ju, etc. del español y del japonés evitamos la h (que en español no se pronuncia), rya, ryu, ryo…

Mi marido español y yo decidimos poner un nombre compuesto japonés y latino. Se llama Takeru Valerio. Valerio proviene del latín, que significa fuerte y valiente. La acentuación de Takeru está en keru, si bien los españoles lo acentúan en ke.

Ahora mi pequeño quebradero de cabeza es que cuando enseño su nombre japonés no suelen entenderme. En todo caso, significa fuerte y valiente.

Deseo que sea fuerte, tanto mental como físicamente y que aprenda las virtudes de ambas culturas.


Fuentes:

  • Texto creado por Lisa Kobayashi [CoolJapan.es]
  • Imágenes extraídas de:愛企画センター 

Acerca Lisa Kobayashi

Profesora de japonés, traductora, ensayista, articulista y prologuista de obras literarias. Nacida en Iwate, en el norte de Japón, tras vivir en Kioto, Yokohama, Tokio y Hong Kong, llegó a España a finales de 2008. Se declara apasionada del baile español y del flamenco.

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