El periodo Meiji ha sido fuente de gran expectación para todos aquellos interesados en la cultura japonesa. La revolución en la que se vio envuelta la Nación, en todos los niveles sociales, ha sido fuente de estudio por la nueva convergencia de relaciones entre Extremo Oriente y Occidente. Tal es el cambio, que ha sido inspiración, y en ultima instancia influencia del arte de vanguardia en ambas orillas. Si queréis saber algo más sobre el tema, no os perdáis este artículo.
Breve introducción histórica
Tal como se comenta en anteriores entradas, la nación japonesa ha permanecido hermética durante gran parte de su historia. Esto lo explica muy acertadamente Lisa Kobayashien su artículo sobre el síndrome de las galápagos en relación a Japón, donde expone que la evolución de las Islas ha sido diferente a la del resto del mundo, permaneciendo intactas costumbres propias hasta la actualidad.
No obstante, ha habido diferentes periodo históricos que han marcado un antes y un después en las relaciones entre Occidente y Japón, siendo uno de los más importantes la Era Meiji (1868-1912). Esta ha sido llamada así en honor al Emperador Mutsuhito, también conocido como el Emperador de Meiji. Con este nuevo periodo, se puso fin a los 265 años de gobierno del Shogunato Tokugawa, comenzando una serie de reformas que culminarían en la apertura de la Japón al exterior.
De este modo, el gobierno comenzó por abolir la política Bakufu, para moverse hacia un entorno más democrático, entrando de este modo en el inicio de la Era Taisho (1912-1926), donde por ejemplo, fue permitida la votación pública. Así mismo, se propuso sustituir las leyes consideradas como «nocivas» por otras más «naturales».
Volviendo al tema que nos ocupa, y como dato significativo del momento, la capital se traslada de Kioto a Tokio de forma progresiva, siendo éste el nuevo nombre que recibió la antigua ciudad de Edo. Esto no es más que una metáfora de los cambios que acontecieron a partir de esta época. Aquí, los esfuerzos administrativos se centraron en retomar la posición superior del Emperador. Para ello, resurgió se intentó volver al estado Shinto original. Sin embargo, Sintoísmo y Budismo se habían aunado en una serie de creencias Sincretístas durante cerca de mil años, por lo que el gobierno se vio obligado a tomar medidas administrativas, creando la «Oficina de Culto Shinto», y separando lo esta religión del resto de la administración influenciada por el Budismo y Confucionismo chinos.
En este punto el Cristianismo fue legalizado, después de las persecuciones sufridas durante épocas pasadas. Este hecho fue clave en la revolución social, ya que permitió nuevamente el acceso de pensamientos occidentales en Japón. Con ello, resurgieron nuevas ideologías y metodologías influenciadas por las corrientes extranjeras, comenzando así la internacionalización de las islas.
El ambiente político en la Era Meiji
La progresiva democratización del gobierno, así como la vuelta de las relaciones comerciales internacionales causó un gran cambio en el Japón de finales del siglo XIX. De este modo, a finales del periodo Meiji y principios de la Era Taisho el ambiente político sufrió grandes cambios. Todo comenzó de la mano de uno de uno de los lideres más poderosos de la provincia de Tosa, Itagaki Taisuke (1837 – 1919), quien se sirvió de medios pacíficos, en lugar de la fuerza, para llegar al poder. De este modo, creó escuela, fundando así el Jiyuto o Partido liberal, muy influenciado por las políticas francesas.
Por su parte, Okuma Shingenobu en 1882 estableció el Kaishinto o Partido Progresista Constitucional. Este se reflejaba en las corrientes constitucionales y democráticas del gobierno británico. En respuesta a estos partidos, los burócratas más conservadores se aliaron fundando en 1881 el Rikken Teiseito o partido del Gobierno Imperial.
La enorme relación de cambios políticos de este periodo dio como culmen la proclamación de la Constitución Meiji en 1889. Esta fue votada por la ciudadanía – De la cual, solo votó el 1% de la población total, debido a las restricciones del voto– manteniéndose como ley fundamental hasta 1947.
La verdadera revolución en el panorama internacional
Como se ha mencionado en el apartado anterior, la política nipona sufrió grandes cambios en muy pocos años. Todos ellos fueron debidos a las influencias extranjeras. Pero ¿a que se debe la misma? ¿Qué llevó a Japón a romper su hermetismo? La respuesta una vez más está en el poder.
Mirando a sus países vecinos, como China o Corea, Japón se dio cuenta que si permanecía en el inmovilismo feudal estaría destinada al colonialismo. Esto queda reflejado en el influyente ensayo de Yukichi Fukuzawa, «Datsu-A Ron», donde argumenta que Japón debería encaminarse a ser uno de los «países civilizados de Oriente».
Por ello, y tomando el modelo europeo, Japón tuvo su propia revolución industrial, pasando de un feudalismo similar al vivido en Occidente durante la Edad Media tardía, a los más modernos avances en comunicación ferroviaria y telegráfica, a la vez que nacía una gran industria. Todo ello en apenas unas décadas.
Para proteger estos avances, y además con interés en fortalecer el poder del Emperador de Meiji, se inició una militarización del estado, mirando como referente a Estados Unidos. En esta etapa, una serie de guerras, como la sino-japonesa (1894-1895) o la Ruso-Japonesa (1904-1905) hicieron que las relaciones Anglo-Niponas se entrelazaran fuertemente, tanto en el aspecto político y militar como en el comercial. Todo ello culminó en la Primera Guerra Mundial.
Tras la Gran Guerra, una debilitada Europa dejó el mercado internacional en manos de Estados Unidos y Japón, quienes emergieron con mucha fuerza. Con ello, Japón terminó por modernizarse, convirtiéndose en la nación que hoy día conocemos.
Las consecuencias artísticas del periodo Meiji en Japón
Una vez hemos contextualizado la enorme revolución que supuso el periodo Meiji para el estado japonés, vamos a abordar las consecuencias y símbolos significativos de esta etapa. Como suele suceder en la mayoría de los casos, el arte de esta época fue reflejo de lo que la sociedad vivió, así como de las influencias extranjeras que llegaron a las Islas.
Hasta la apertura de Japón, esta había permanecido casi intacta en el ámbito estético. Las técnicas, simbologías y estéticas tradicionales, influenciadas por China, habían evolucionado muy poco durante siglos. De este modo diferentes escuelas artísticas se asentaron creando un estilo propio que han mantenido durante siglos.
Entre otros, y por su relación con este periodo, destacamos en esta entrada el género de estampas xilográficas Ukiyo-e o Grabados del Mundo Flotante (Siglo XVII-XIX). Este estilo de grabados en madera nace la querer retratar a la cultura chönin, que tuvo su auge en los centros urbanos de Edo, Osaka y Kioto. Partiendo como premisa de la representación de la vida en la ciudad, hoy día puede considerarse como el testimonio de los cambios que se vivieron en las diferentes épocas, y en particular en la era Meiji, donde aún se mantenía activo este estilo.
Tal como David Almazán menciona en su artículo para la revista Atigrama, «El grabado japones Ukiyo-e de era Meiji (1868-1912) en la Colección de Arte Oriental de Federico Torralba del Museo de Zaragoza», la obra de Toyohara Kunichika (1835-1900) perteneciente a la escuela de Utagawa, supuso el eslabón y testigo de los cambios socio culturales del periodo Meiji. Eligiendo como motivo principal de representación el teatro, realiza diferentes metáforas sobre la revolución y los cambios de esta etapa.
Las estampas japonesas fueron evolucionando adaptándose a las nuevas tendencias, aunque manteniendo la temática empleada en el Ukiyo-e. De este modo, en a las xilografías, tuvo un gran impacto la Inglaterra Victoriana. Para ello no hay más que ver grabados de la época donde se aprecian diferentes figuras vestidas con ropajes occidentales. Tanto es así, que el propio Emperador de Meiji ha sido retratado fotográficamente en diferentes policías vestido con un uniforme militar de corte occidental.
Como ejemplo industrial más representativo, podemos ver el ferrocarril o construcciones realizadas con estructuras metálicas, que aparece en innumerables obras, símbolo de los avances tecnológicos tanto en Europa como en Extremo Oriente. La industria y las diferentes máquinas de vapor también fueron representadas en ilustraciones del momento.
Todo ello aún permanece vivo en la memoria de los japoneses, contando con grandes ejemplos dentro del propio manga o el anime. De este modo, hoy día podemos encontrar un sinfín de ejemplos de estos géneros donde la propia moda victoriana sigue en auge, como Kuroshitsuji o Gosick. Hasta la estética victoriana en la que las CLAMP se han basado para crear los diferentes trajes y por supuesto la ambientación en Chobits.
A nivel estético, el cambio que supuso el periodo Meiji tan solo es comparable con lo que supuso la introducción del Budismo en Japón en el año 552. Al aceptar cordialmente culturas extrañas, la mentalidad y estética japonesa cambió, aunque manteniendo la esencia. El deseo incondicional de los círculos artísticos por conocer Occidente se abrió paso en la propia sociedad, enriqueciendo la tradición, a la vez que se renovaban las técnicas, paletas cromáticas y la propia estética japonesa.
Así, pueden encontrarse piezas donde la gama cromática, extremadamente corta en siglos pasados, poco a poco va ampliándose, desarrollando además mucha más naturalidad en la pose de las figuras e incluso plasmando rasgos anecdoticos en la propia obra, cosa que no solía ser común.
Sin embargo, la confusión dada por el cambio de este periodo, envolvió no solo a la sociedad de la época, sino también a su arte. De este modo, nacieron varias ramas artísticas que intentaban volver al tradicionalismo japonés. Para entenderlo, podemos aludir a la comparativa de la época en la vertiente occidental. Y es que con el inicio de las vanguardias, como el Impresionismo, se desarrollaron también corrientes más tradicionales o académicas.
El impresionismo francés: las influencias recíprocas de Oriente y Occidente
Como ya se ha comentado en capítulos anteriores, a aguas japonesas llegaron multitud de corrientes artísticas diferentes. Desde las estéticas victorianas a los paisajes franceses del finales del siglo XIX, la sociedad, y por supuesto el arte del periodo Meiji creó un sincretismo entre Oriente y Occidente, modernizando y actualizando su estética.
Sin embargo, la apertura de Japón no solo supuso grandes cambios para esta Nación, sino también para Europa. Y es que al estrecharse nuevamente las relaciones mercantiles, en la sociedad occidental nación una pasión por lo que se consideraba exótico, diferente, es decir, por las piezas de corte tradicionalista japonesas.
Entre otras cosas, se comercializó con estampas y grabados, mobiliario, literatura, textil, piezas cerámicas o decorativas de Extremo Oriente, aumentando y naciendo gran parte de las colecciones sobre «Asia Oriental» de Europa, y por supuesto de España. Sin ir más lejos, la propia colección de Federico Torralba donada a la Universidad de Zaragoza contienen gran cantidad de grabados de este periodo.
Sin embargo, más sorprendente que las colecciones de arte oriental son las influencias de éste en el occidental. De este modo, gracias a las relaciones internacionales que se llevaron a cabo durante el periodo Meiji, las vanguardias europeas tuvieron una gran fuente estética de la que bebieron enormemente.
Por citar uno de los ejemplos más significativos, podemos ver la gran aportación que tuvo la estampa japonesa Ukiyo-e en el Impresionismo francés. No podemos olvidar las pinturas del propio Monet de corte «japonista», como las que se ven a continuación. Desde la composición, al propio ropaje o la gama cromática ha sido tomada de esta moda incipiente por lo oriental que nació en Europa a finales del siglo XIX y principio del XX.
En este sentido, los grabados del género Ukiyo-e cumplieron un papel importante debido principalmente a la propia esencia de su creación. Y es que, al ser accesibles al gran público por la gran cantidad de copias que se hicieron, y aún más, al retratar a las clases medias urbanas de la época, se convirtieron en un símil perfecto y de bajo coste para el Impresionismo, ya que al también retrataba la vida en la ciudad.
Esta pasión por el «japonismo» ha permanecido viva en Occidente desde entonces, dando como resultado obras orientalistas de especial calibre en España. Por citar algún ejemplo, podemos ver algunas pinturas de Julio Romero de Torres, tal como expone David Almazán en Bijin, la mujer japonesa y Julio Romero de Torres.
Resumen y Conclusiones
Ya para finar, diremos que los cambios iniciados en el periodo Meiji fueron grandes avances no solo en el ámbito tecnológico, sino también en el aspecto político, cultural, y por supuesto en el campo de las artes. Comenzando por la democratización del gobierno y las campañas de internacionalización de la nación, este periodo que a principio se vivió con confusión, supuso un antes y un después para Japón.
En el plano de las artes, para ser más concretos, supuso la apertura de influencias llegadas de Europa y Norte América a las costas niponas. Gracias a ello, la estética japonesa evolucionó, creando ramas más modernas en contraposición a otras de corte tradicionalista. Desde entonces, ambas conviven y evolucionan hasta nuestros días, encontrando ejemplos como Takashi Murakami, el Andy Warhol japonés, o Yasunari Ikenaga, un artista que aún mantienen vivo el género del bijinga.
La propia influencia de las corrientes victorianas inglesas, se mantiene en auge en Japón, encontrando ejemplos en el género del manga y el anime, así como en el séptimo arte. Esta corriente nacida en el periodo Meiji ha resultado ser todo un género integrado dentro de la moda Lolita, por ejemplo.
Por su parte, Occidente no se queda atrás, siendo claramente influenciado por Extremo Oriente desde su apertura al exterior a finales del siglo XIX. Así, las primeras vanguardias bebieron enormemente de la estampa japonesa Ukiyo-e, siendo el referente más claro el encontrado dentro del Impresionismo Francés.
En la actualidad, esta influencia orientalista permanece viva en el ideario occidental, encontrando obras de Tapies que se basan en la caligrafía japonesa y china u obras de corte japonista de Joan Miró, estudiado por Pilar Cabañas. No obstante, estos son temas para tratarlos en otras entradas.
Por todo ello, la Era Meiji, que apenas duró poco más de cuatro décadas, supuso un punto de inflexión para el devenir de Japón en los años posteriores. Desde entonces, la Nación pasó de un arraigado feudalismo a una ferviente revolución industrial. Todo ello desembocó en lo que hoy día es el país, una de las grandes potencias mundiales, referente en el plano tecnológico, social, industrial, y por supuesto en el campo artístico.
Sin más me despido con una reflexión para ti, lector ¿piensas que todos estos cambios fueron buenos? ¿cómo valoras la globalización y occidentalización de Japón en el último siglo? Y por último, ¿qué crees que deparará a este país en el futuro?
Fuentes:
- Textos consultados de: David Almazán «Bijin, la mujer japonesa y Julio Romero de Torres» Diputación de Córdoba, Córdoba; David Almazán «El grabado japones Ukiyo-e de era Meiji (1868-1912) en la Colección de Arte Oriental de Federico Torralba del Museo de Zaragoza» Atigrama, Zaragoza; Fernando García Gutiérrez «Transformación del Arte Japonés en el Periodo De Meiji (1868-19121)». U. de Sophia, Tokio; Wikipedia | Texto creado por E. Macarena Torralba García [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: Wikipedia, Chidori Books, Ecos de Asia