Retomamos el festival Tokyo Filmex, que ya glosamos anteriormente para hablar de The Dork, the Girl and the Douchebag, y lo hacemos para hablar de la otra sesión autóctona que se programó en la edición de 2015.
Tras Yōsuke Okuda, el siguiente director autóctono en subirse al escenario del Yurakucho Asahi Hall el pasado noviembre fue Akihiko Shiota. Un nombre que ya cuenta con un reconocido peso en el cine nipón y que concurrió con un doble ticket, presentando como un bloque dos películas de encargo que costearon sendas marcas comerciales, el cortometraje Promise (『約束』 Yakusoku, 2011) y el mediometraje Lifeline (『昼も夜も』 Hirumo yorumo, 2014).
El filme acompaña a una niña y su padre en un domingo de paseo y juegos por un olvidado rincón de la conurbación tokiota. Una narración que transcurre agradablemente, aunque a la postre desvela un amargo trasfondo, pespunteado de una nostálgica atmósfera que refuerzan unos intertítulos que evocan épocas pretéritas del arte cinematográfico. El director quiso reflejar esos barrios que surgieron con el desarrollo acelerado de la posguerra, convirtiéndose en populares y populosos centros residenciales que han pasado a ser una sombra de abandono. Con apenas un puñado de sus apartamentos ocupados, los bloques de pisos que un día acogieran la creciente masa laboral que demandaba el monstruo urbano albergan principalmente a ancianos, solitarios viudos y viudas en no pocos casos, aquellos que en su día llegaron allí para labrarse un futuro y hoy han visto prosperar y buscar mejores horizontes a sus hijos.

Y de eso, de familias desmembradas, es de lo que nos habla esta breve narración, concebida, según confiesa su director, en una visita a unos de estos barrios donde la actividad comercial, acorde con el entorno, se limita a algún establecimiento tipo colmado, en que lo mismo se puede comprar la cena del día que un par de calcetines, como esos que dan pie al lúdico reencuentro del padre protagonista con su hija.
Se diría que las dos películas no tienen demasiado en común, pero su condición de díptico queda sellado por un inteligente uso de la banda musical que unifica dos propuestas aparentemente dispares tejiendo referencias intertextuales entre ambas piezas. Shiota explica que es en un viejo periódico, casualmente encontrado en coincidencia con el desastre sísmico-nuclear de 2011, donde se encuentra el origen del proyecto. La portada del diario anunciaba el fin de la era Showa, ese periodo que se iniciaba con una escalada de militarismo imperialista seguida por una cruel guerra, una dura derrota marcada por la ocupación extranjera y la transformación acelerada de un país exhausto y destrozado, para alzarse en poco tiempo como potencia económica y tecnológica. Lo que nació con la nueva era Heisei fue esa crisis finisecular que se resiste a encontrar un final y se arrastra hasta nuestros días. Una crisis que es algo más que económica y que el director liga en Lifeline, quedando así a su vez asociada a lo establecido en Promise, con el sentimiento de culpabilidad por su supervivencia que declaran padecer numerosos habitantes de Tohoku tras el tristemente célebre tsunami del 11 de marzo.

Soberbia interpretación de una mujer desorientada y enigmática a cargo de la que se presentó ante el público del Filmex como Junko Abe. Se trata de la misma joven actriz que deslumbró en la reciente Aguas Tranquilas (『2つ目の窓』 Futatsume no mado, 2014) de Naomi Kawase, aunque en ese momento aún se hacía llamar Jun Yoshinaga. La intérprete abandona el seudónimo artístico con el que se dio a conocer y adquirió cierta relevancia para trabajar bajo su nombre auténtico. Un movimiento que cabe interpretar dentro de la extraña lógica que rige el mundo del espectáculo y las agencias de representación de este país, sobre lo que algún día habremos de comentar en este espacio…
El relato culmina con un final aparentemente abierto, si bien el realizador trabajó en la postproducción para concretar algún aspecto y no dar pie a ambigüedades. Ante lo que se podría interpretar como una conclusión romántica, algo almibarada incluso, Shiota decidió hacer irrumpir el violento sonido de un helicóptero que sobrevolaba la escena. El postrer reencuentro entre la pareja protagonista, queda así despojado de cualquier especulación sobre el futuro en común de ambos personajes, recordándonos de paso que un relato audiovisual depende múltiples detalles. Que no todo es tan simple como limitarse a poner en imágenes lo que queda recogido en un guion.
Fuentes:
- Texto creado por Jose Montaño [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: Filmex.net | Shortpiece | Imagenes de Jose Montaño [CoolJapan.es]