Hiroshige y Yone Noguchi

Reseña de «Hiroshige», de Yone Noguchi

• TÍTULO ORIGINAL: Hiroshige [広重] • AUTOR: Yone Noguchi
• EDICIÓN: V. David Almazán Tomás.
• TADUCTORES: Ander Gorra Aguirre.
• INTRODUCCIÓN: David V. Almazán Tomás.
• GÉNERO: Historia del arte.
• EDITORIAL: Sans Soleil. Colección Japón.
• ILUSTRACIÓN: Daimyō gyōretsu. Hiroshige. 1840 aprox.
• FECHA DE LANZAMIENTO: 9 de julio de 2021.
• PÁGINAS: 148 páginas a color.
• MAQUETACIÓN: Rústica con solapas. 160×230 cm.
• PRECIO: 18,05 euros

Historia de los historiadores del arte: David Almazán y Yone Noguchi

Los enamorados de Japón y su arte, estamos más que acostumbrados a escuchar o leer el nombre de David Almazán, como uno de los investigadores punteros en habla hispana de la historia del arte japonés. Gracias a él, y a su gran labor de edición, tengo en mis manos este maravilloso libro sobre el artista Hiroshige, y he podido conocer a Yone Noguchi, un interesantísimo exponente de la historia del arte nipona. Sin embargo, para quienes todavía no conozcan al profesor Almazán, dediquemos unas breves palabras en honor a este libro, editado por él.

Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza (Premio Extraordinario de Licenciatura, 1997) y Licenciado en Antropología (UNED), defendió en el año 1999 su tesis doctoral Japón y el Japonismo en las revistas ilustradas españolas (1870-1935), de once tomos, dirigida por la Dr. Elena Barlés y publicada en 2000 por Prensas Universitarias de Zaragoza. Sus líneas de investigación son el estudio del Japonismo y el coleccionismo de estampas y libros ilustrados ukiyo-e, tema del que es especialista. Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran los libros: Japón: arte, cultura y agua (2004), y, en colaboración con la Dra. Barlés, Estampas japonesas. Historia del grabado japonés y de su presencia en España (2007), La Mujer Japonesa: realidad y mito (2008), Japón y el mundo actual (2010) y La fascinación por el arte del País del Sol Naciente.

Ha publicado numerosos artículos, más de medio centenar de publicaciones ciéntíficas, sobre temas relacionados con Japón y sus relaciones con España y el Japonismo, en especial en el ámbito de la pintura, la ilustración gráfica, el teatro, la literatura y el cine, y ha participado en congresos internacionales y nacionales. Ha realizado varias estancias de investigación en Japón y ha sido y es miembro investigador de varios Proyectos I+D del gobierno de España. Asimismo, es miembro de varios grupos de investigación de índole nacional e internacional. En julio de 2013 ha organizado en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto la exposición: Gonzalo Jiménez de la Espada, Centenario de la publicación de Cuentos y Leyendas japonesas. Ha comisariado varias exposiciones, entre las que destacamos Estampas japonesas (Zaragoza, 2007), Cerezos, lirios, crisantemos y pinos: la belleza de las estaciones en el arte japonés (Zaragoza, 2008), La fascinación por el arte del País del Sol Naciente, El encuentro entre Japón y Occidente en la era Meiji (1868-1912) (Zaragoza, 2013) junto con la Dra. Barlés, y Bijin: el Japonismo de Julio Romero de Torres (Museo de Bellas Artes de Córdoba, 2013-2014) Académico Correspondiente de la Real Academia de de Santa Isabel de Hungría -Sevilla-, es actualmente coordinador del Grado Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza.

Hiroshige. 1857. Tríptico de los remolinos de Awa

Desde su experiencia personal, el profesor Almazán nos invita a conocer las figuras de Hiroshige y Yone Noguchi a través del japonismo. Analizando las diferentes repercusiones de la cultura y arte nipona en occidente, y muy particularmente, en personas que pudo conocer de primera mano Yone Noguchi, bien sea en vida o a través de su obra, trazamos un camino hacia la carismática figura de Hiroshige. No debemos perder de vista “el hilo de Ariadna” que despliega el profesor Almazán, ya que sólo a través de él podremos seguir los pasos de Yone Noguchi, en la segunda mitad del libro, y llegar al centro del laberinto de Hiroshige, volviendo finalmente sobre nuestros pasos para poder comprobar cual ha sido su importancia en la historia del arte mundial. La introducción del profesor Almazán contentará a los no iniciados en arte japonés, pues da un breve repaso de la estampa nipona y su repercusión en occidente. Sin embargo, para los historiadores del arte, este texto introductorio es pura prosa ensayística que Aby Warburg no dudaría en firmar.

Yone Noguchi, un “San Pablo” de la estampa japonesa.

Noguchi Yonejirō (1875-1947), nació en la localidad de Tsushima [津島市] en Aichi, no confundir con la famosa isla de Tsushima [対馬]. En la universidad Keio de Tōkyō, combinó estudios sobre poesía japonesa y literatura inglesa, hasta que en 1893 deja Japón para vivir en San Francisco. De ahí pasará a California, estudiando en la Universidad Standford, donde terminará de formarse como filólogo y poeta. En 1904 regresa a Japón como docente de inglés en la Universidad Keio, pero a partir de 1920 retoma los viajes por medio mundo, destacando especialmente Inglaterra, Francia y Estados Unidos. El la década de los treinta viajará por el resto de Asia, para, ya cercana la década de los cuarenta, retornar definitivamente a Japón. Pese a que él se consideraba principalmente un poeta, no son nada desdeñables sus trabajos sobre ensayo y crítica de arte, siendo el núcleo principal de este libro.

David Almazán nos trae la noticia de que, en 1905, la revista: La Ilustración Española y Americana, decide nombrar a Noguchi como “el Cristóbal Colón del arte japonés”. En efecto, para muchos ojos occidentales, Noguchi nos “descubrió” el arte de su nación. Sin embargo, su labor proselitista, al igual que otros intelectuales como Okakura Tenshin o Inazo Nitobe, se me asemeja más a la de San Pablo. ¿Cómo intentar convencer a una cultura ajena de las bondades, y hasta cierto punto, superioridades de la propia? Primer paso, conocer el idioma, segundo paso, conocer su historia pasada y presente, tercer paso, establecer equiparaciones entre ambos mundos, con el fin de lograr un mejor entendimiento y asimilación. De este modo, Yone Noguchi consiguió que sus escritos sobre estampa japonesa estuvieran impresos en casi cualquier catálogo de todas las exposiciones que se hicieron en Occidente sobre Hiroshige, en incluso en Japón.

Noguchi, Hiroshige y el paisaje.

Con esta virtud proselitista que hemos mencionado, Noguchi nos habla del artista Hiroshige y sus estampas, a través de varios escritos en la segunda mitad del libro. Primero, nos habla de la biografía del pintor, aportando detalles poco conocidos, como eran su pasado samurái y su reconversión en artista, un fenómeno nada extraño, y empero, olvidado, que se dio mucho a partir de los siglos XVIII y XIX, pero que el mito del bushido ha empañado. Tras hablarnos de su vida, obra y linaje, Noguchi nos introduce en los puntos significativos de la pintura y estampa de Hiroshige. Para ello, lanza loas a pintores occidentales como James Mcneil Wistler (1834-1903), consabido admirador del ukiyo-e. El gran conocimiento que Noguchi adquirió de la pintura europea y norteamericana le fue de gran utilidad para presentar dos concomitancias entre ambos mundos: el género del paisaje, y la reiteración de temas. Noguchi, una vez ha convertido a Hiroshige en un viejo conocido para la audiencia, no tiene reparos en señalar de manera tajante, que no existe paisajista en toda la historia del arte mundial que le haga sombra. Esgrime argumentos como el menosprecio que se ha dado a este género menor en Occidente, y remarca este punto como causa-efecto de que ningún artista, salvo Hiroshige, retrate el paisaje como un ser vivo independiente del ser humano, dotándolo de una corporeidad e individualismo majestuoso.

También alude a las consabidas series de vistas de paisajes naturales, elogiando no sólo a Hiroshige, sino también al gran maestro Hokusai, y desdeñando los intentos occidentales como una banalización de esta técnica, en favor de captar infructuosamente el paso del tiempo. Lo cierto, es que tras leer este libro, no me extraña que Noguchi consiguiera convencer tanto a público occidental como japonés, de la importancia y superioridad de Hiroshige. Sin embargo, volviendo sobre mis pasos, se me ocurre uno de estos artistas occidentales fascinados por Hokusai y Hiroshige, que bien me hubiese gustado citar a Noguchi: Paul Cézanne (1839-1906), quien no se vio sometido por la figura humana, dotando a naturaleza muerta y viva de una instantaneidad ponderosa y vital. Del mismo modo, sus series del Monte Santa Victoria, lejos de la captación fútil y anecdótica de las diferentes estaciones del año u horas del día, representa la veneración a un motivo que se convierte en tema, y casi en Dios, no en vano, el pintor de Aix en Provence, llamaba al monte EL MOTIVO.

En resumen, recomiendo la lectura de este libro a cualquier persona interesada en el arte japonés y la figura de Hiroshige, y casi podría decir que debería ser lectura obligada para todo historiador del arte.

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Fuentes:

  • Textos consulados: Sans Soleil | Texto creado por: Marcos A. Sala Ivars (Cooljapan.es)
  • Imagenes propiedad de: Sans Soleil y Wikimedia CC.

Acerca Marcos Sala

Marcos A. Sala Ivars es doctor y licenciado en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Colaborador Honorífico del Departamento de Historia del Arte de dicha universidad y Secretario del Grupo de Investigación Asia, centra sus investigaciones entorno al armamento japonés y la historia del arte vinculada al samurái. Su tesis supone un estudio pionero en español sobre el mundo de las monturas de sables japoneses, recibiendo la calificación de Sobresaliente “Cum laude”. Cuenta con una treintena de entradas divulgativas y una decena de publicaciones científicas. Ha impartido cursos y conferencias en 9 universidades españolas, 3 sudamericanas y 1 en Hungría, y colabora asiduamente con la Embajada de Japón y Fundación Japón. Su formación académica se complementa con un estudio marcial de tradiciones antiguas japonesas, siendo representante para España de algunas de ellas, así como pionero español en realizar demostraciones en algunos santuarios japoneses.

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