Reseña de «Espectros de cine en Japón» de Satori Ediciones

FICHA DEL LIBRO

  • TÍTULO: Espectros de cine en Japón.
    Portada de la edición reseñada. Ilustración, Marina Malpartida.
  • AUTOR: Rafael Malpartida Tirado.
  • GÉNERO: Ensayo, Cinematografía, J-horror
  • EDITORIAL: Satori Ediciones
  • AÑO: 2015
  • PÁGINAS: 308
  • PRECIO: 24 euros
  • FORMATO: Físico

Espectros de cine en Japón

Desde que allá por 1998 el fantasma de Sadako irrumpiera espasmódico a través de la televisión, el terror japonés ha ido conquistando cada vez más espacios hasta fundirse con la cultura pop. Hoy día no es extraño encontrar fans cosplayeados de yūrei –fantasma– en Halloween, de igual modo que existen multitud de películas o videojuegos occidentales en los que se explotan aquellos usos tan propios del espanto nipón. El llamado J-horror es, por ende, un sustrato ya imborrable en la historia del cine, para quien escribe subgénero al menos tan relevante como el terror expresionista o la serie B de Jacques Tourneur, y desde luego muy por encima de los clásicos auspiciados por la Universal o la Hammer, del popularísimo slasher, o incluso del subversivo ultragore alemán.

En respuesta a una tendencia de tal calado es habitual que surja toda una producción bibliográfica destinada a estudiarla. En este campo los aficionados españoles somos unos verdaderos privilegiados, superando en número y calidad de textos a muchos países con más medios académicos y editoriales. Un ejemplo de la abundante oferta queda evidente echando un vistazo al enorme catálogo de Satori, que desde prácticamente sus inicios supo entender la fascinación que el mundo invisible del sol naciente despertaba entre la masa de lectores. Indispensables en ese sentido son En el Japón fantasmal (Lafcadio Hearn, ed. 2015), quizá uno de los compendios más bellos de relatos fantásticos en la literatura universal, o Japón Sobrenatural (Daniel Aguilar, 2013) un concienzudo recorrido histórico por la figura del yūrei a través de diversos soportes artísticos.

Rafael Malpartida Tirado.

Pero en el día de hoy estamos aquí para centrarnos en la gran pantalla gracias a  Espectros de cine en Japón, otro testimonio que justifica el argumento recién leído durante el párrafo de arriba. El nombre de su autor, Rafael Malpartida Tirado, es de sobras conocido por quienquiera que se desempeñe mínimamente en el seno del mundo académico. Titular de Filología española en mi vecina universidad de Málaga, su línea de investigación gira en torno a la literatura comparada, origen inexcusable de su gusto por el cine y, naturalmente, también de su pasión hacia el J-Horror. Ahora bien, entendiendo que el profesor Malpartida es una eminencia nacional en su temática pero no un especialista consumado en cultura japonesa, multipliquen por cinco el valor de todo juicio positivo que lean a continuación, y por favor, relativicen cualquier laguna hallable en el libro si es que existiera.

El escrito comienza con una lúcida disertación sobre las diferencias entre el concepto fantasma en Occidente y Asia. También se explica cómo fue el primer contacto del autor con el J-horror a través de Hideo Nakata y su Ringu, experiencia casi orgásmica que parece tenemos en común todos los amantes del kaidan-eiga. A partir de aquí no se requieren más páginas para apreciar la técnica y estilo de Malpartida expresándose, un valor que, si bien habría de suponérsele a cualquier profesor universitario, es por desgracia bastante complicado de disfrutar.

Ya en el corpus del escrito, nos sumergimos de lleno en una atinada categorización del subgénero estructurada a partir de dos grupos esenciales: el cine de espectros clásico y el moderno. En el primero se tiene a bien distinguir entre el kaybio-eiga o cine de gatos fantasma; las distintas transducciones cinematográficas de Tokaido Yotsuya Kaidan; y las apariciones en el celuloide de la conocida mujer de las nieves. En los tres casos se ejerce un despliegue extraordinario de folclore nipón, bibliografía sobre la temática tanto nacional como extranjera, y finalmente, análisis fílmico. El resultado es una equilibradísima combinación entre el tono divulgativo mayoritario en el discurso y útiles ramalazos de academicismo, claro está, fruto de la deformación profesional.

Ya haciendo mención al subtítulo de la obra, saltamos de la literatura y la leyenda al factor tecnológico –o como yo mismo prefiero definir, tecnofóbico– principal protagonista en la sección moderna.

En este punto se distribuyen las películas a partir de otra terna perfectamente concebida; como es obvio partimos de las dos obras destacadas de Hideo Nakata; seguimos con la saga Ju-on del también efectivo Takashi Shimizu; y se finaliza otorgándole un protagonismo merecido a Kiyoshi Kurosawa y su Kairo, perla cinematográfica difícilmente comparable a nada, e incomprendida por un gran sector del público mainstream. A mi modo de entender resultan admirables las disquisiciones de índole social y antropológica en esta parte, aunque me quedo con la comparativa realizada entre el emerger televisivo de la Sadako japonesa y la Samara americana. En un ejercicio de observación sencillamente brillante, Malpartida resta valor al momento culmen del remake de Gore Verbinski por plantear un vulgar plano lateral del espectro, diluyendo absolutamente el pavor sufrido por los espectadores en la original de Nakata, que se veían amenazados ante la irrupción del fantasma en un encuadre prácticamente frontal. Dicho de otro modo, en una película se nos convertía en víctima potencial y en la otra éramos meros espectadores.

Viendo estas imágenes se comprenderá óptimamente la apreciación del Dr. Malpartida.

Tras ello, el volumen presenta una especie de epílogo titulado elegantemente Coda. Espectros en parangón, donde se subrayan algunos de los asertos más significativos expuestos en el trabajo. Aquí se sigue perseverando en la confrontación de figuras, al tiempo que se cuestiona por qué el J-horror ha pasado desapercibido a ojos de los principales críticos del cine japonés, como si fuera algo poco serio e indigno de mención. También se analizan en superficie las razones por las que el yūrei es de abrumadora superioridad femenina, detalle escandalosamente descuidado por innumerables autores y, empero, de crucial importancia si se pretende entender de lleno un estudio como este.

A modo de apéndice, podemos encontrar una suerte de guía fílmica muy útil si el lector desea seguir explorando el kaidan-eiga más allá de las películas hito. Apenas echamos en falta nada relevante salvo la preciosa reescritura de Kaidan Botan Doro a manos de Satsuo Yamamoto de 1968, y tal vez Over your dead body, particular visión del cuento de Yotsuya por parte del misceláneo Takashi Miike, en sin lugar a dudas su mejor trabajo de la última década.

Refiriéndonos a la edición, mantiene el nivel de calidad comúnmente ofrecido por Satori, presentando un campo de texto armónico, caracteres limpios y aireados, y un libro intermedio con imágenes a todo color. No obstante, en el diccionario final de películas existen algunos epígrafes cuya brevedad origina vacíos en el papel tal vez un poco antiestéticos. En cuanto a la cubierta y contracubierta, contienen respectivamente unas bellas ilustraciones de Toshio y la protagonista de Kuroneko elaboradas por la misma hermana del autor, Marina Malpartida. Aunque la calidad de las estampas está fuera de toda duda, a nivel personal hubiera decidido colocar en portada una mujer fantasma, desde luego más idiosincrásica como se preocupa de apuntar el mismo profesor a lo largo de su trabajo.

Precisamente aquí percibimos el único y levísimo problema de la obra, pues a pesar de sugerir la connotación de género implícita en el yūrei, no se hace de este rasgo algo estructural como creo debería hacerse. En aras de lo anterior, hubiera sido recomendable situar el origen de la crítica soterrada al falocentrismo consuetudinario japonés en el fantasma de la dama Rokujō, personaje central en una de las mayores novelas de la historia, el Genji Monogatari, y base desde la que parten multitud de remedos ulteriores, cuyos máximos exponentes serían Oiwa, Okiku, Isora, Otsuyu, o las más modernas Sadako y Kayako. Con todo y ello, ningún ensayo conocido sobre J-horror se ha preocupado de vincular el fenómeno con Rokujō, y por tanto, hemos de descartar hallarnos ante un error flagrante o bien que imposibilite la comprensión de un libro fantástico en todas sus acepciones.

Recopilando, Espectros de cine en Japón. Entre la  literatura, la leyenda y las nuevas tecnologías, se erige en un tratado ideal para establecer contacto con un universo complejo y apasionante; certero en la disección de los procesos y referencias culturales que intervienen en las recreaciones fílmicas; y al punto, una oda espléndida al género del terror, por consenso la más débil de las ficciones no realistas, pero tan poliédrico que, si sabemos afrontarlo, nos desvelará muchos de los traumas ahogados por su comunidad original.

Sirva este estudio como paradigma para demostrarlo.

 

 

 

Acerca Antonio Míguez

Antonio Míguez Santa Cruz, profesor colaborador honorario de la Universidad de Córdoba y miembro del Grupo de investigación de Frontera Global de la Universidad de Alcalá. Sus líneas de investigación giran en torno al contacto entre ibéricos y japoneses durante los siglos XVI y XVII, así como sobre el Cine fantástico japonés. Ha sido autor de varios artículos de revistas científicas y episodios de libro, además de organizar congresos y seminarios de temática japonesa.

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