El oro es uno de los materiales más preciados, valorado por multitud de culturas en las altas clases sociales. Los griegos lo empleaban para recubrir las esculturas de sus dioses más notorios, como la estatua de Zeus en Olimpia, realizada por Fidias —hoy desaparecida—. Por su parte, los incas se lo ofrecieron a los españoles, a quienes habían asociado con Viracocha, conocido como Quetzalcóatl para los aztecas. Otro ejemplo importante lo encontramos en Egipto, donde, sin conocer aún el hierro o el bronce, desarrollaron innumerables y exquisitas artesanías con este preciado metal. Como ejemplo de ello podemos ver la máscara de Tutankamón.
En Extremo Oriente, este culto al oro no era para menos. El amarillo, color derivado por su significado con el oro, está vinculado desde la antigüedad con el poder, siendo el color de la familia imperial. Así, su uso estaba prohibido para los demás, aunque los monjes budistas podían emplearlo. Entrando en la cultura japonesa, el amarillo, y aún más el oro, se ha asociado por su brillo y su color con uno de los elementos principales y más identitarios de su cultura: el sol. Aquí, muchos de vosotros pensaréis que la bandera japonesa, roja y blanca, simboliza el sol, lo cual es cierto. No obstante, desde la antigüedad se ha empleado también este material para representar al astro rey.
Como sucede con el Imperio Chino, en Japón se asoció el dorado a la casa real, pues sus miembros eran descendientes directos de Amaterasu, la diosa del sol. Así, los objetos más lujosos destinados al uso de la nobleza solían contener elementos dorados. Por este motivo, técnicas como el maki-e se volvieron sumamente populares.
El culto al oro sin duda puede verse reflejado en una de las maravillas del archipiélago japonés, de las cuales venimos hoy a hablaros: el Templo del Pabellón de Oro, también conocido como Rokuon-ji. Conocido popularmente con el nombre de Kinkaku-ji, se traduce literalmente como «templo del jardín de los ciervos»; este majestuoso edificio se encuentra en Kioto.
Rokuon-ji, el templo de oro
El Rokuon-ji forma actualmente parte del conjunto de monumentos históricos de la antigua Kioto, siendo Patrimonio de la Humanidad desde 1994. Se edificó en 1397, siendo la villa de descanso del shōgun Yoshimitsu Ashikaga. De este modo, formó parte de su propiedad llamada Kitayama. Unos años después, su hijo transformó el edificio en un templo Zen de la secta Rizai.
Esta majestuosa construcción está dividida en tres plantas. Las dos superiores están recubiertas de finas hojas de pan de oro, mientras que el primer piso, también llamado Shinden-zukuri o Cámara de las Aguas, es de estilo imperial, evocando la decoración japonesa modulada. Esta primera planta se distribuye como una gran habitación rodeada por una baranda.
Subiendo al segundo piso del Rokuon-ji, podemos visitar la famosa Torre de las Ondas de Viento o Buke-zukuri. Es de estilo samurái, siendo un recinto cerrado. Aquí podemos ver una espléndida figura de Bodhisattva de estilo Kannon. Terminando en la parte superior del templo, podemos ver el tercer piso, de estilo Zen. Esta planta llamada Kukkyoo-choo alberga una triada de Budas, además de cerca de 25 figurillas de Bodhisattvas. En el techo de la construcción podemos ver un fénix chino dorado, un fenghuang.
Los alrededores del palacio son, si cabe, de aún más belleza, pues albergan un jardín japonés. Este cuenta con un espléndido estanque llamado Kyōko-chi o Espejo de agua. De hecho, la majestuosidad del entorno hace que la mayoría de las imágenes del Rokuon-ji estén realizadas desde el estanque. En medio del agua del mismo se dibujan numerosos islotes de piedra como símbolo de la historia de la creación según el budismo.
Funciones del palacio a lo largo de los años
Como hemos mencionado anteriormente, este majestuoso palacio, anteriormente fue una residencia del shōgun Yoshimitsu Ashikaga. Años después, su hijo lo transformó en un shariden de estilo Zen, es decir, un lugar donde albergar las reliquias de Buda.
Un tiempo más tare, el nieto de Yoshimitsu, al heredar la propiedad, utilizó el Rokuon-ji como inspiración para el Ginkaku-ji, o Templo de Plata. Este también tuvo una función religiosa, siendo un templo budista.
La renovación del templo
En 1950, el famoso Pabellón del Templo de Oro sufrió un terrible incendio, según dicen, causado por un monje que tenía sus facultades mentales alteradas. Yukio Mishima publicó unos años después su novela El pabellón de oro donde narra este hecho.
No obstante, no todo ha sido desgracia. En 1955 se reconstruyó por completo, formando la estructura actual y rescatando el original no dañado. Hace unos años, algunos conservadores e investigadores apreciaron que la laca que cubría algunas partes del Rokuon-ji estaba algo deteriorada. Por ello, se reparó, recubriendo con una nueva capa de laca, tras lo cual se hizo un largo proceso de dorado. Este proceso se finalizó en 1987. Asimismo hacia el año 2003 se terminó de restaurar el techo, así como la espléndida escultura del fénix.
Visitas al templo
Si os apasiona la cultura japonesa y recientemente vais a viajar al archipiélago, no podéis dejar de visitar este imponente templo. Según las guías turísticas de la ciudad, esta abierto todos los días del año, pudiendo visitarse desde las 9:00h hasta las 17:00 h. La entrada cuesta tan solo 400 yenes.
Dentro del templo, podréis visitar la casa de té Sekkaitei, una construcción situada en la parte exterior al templo y que data del periodo Edo. Aquí podréis degustar una taza de té en el pequeño jardín del té o visitar el salón Fudo, que contiene una escultura de Myoo Fudo, protector del budismo.
Esperemos que os haya interesado este majestuoso templo y que podáis visitarlo próximamente. Si lo hacéis, no dudéis en compartir vuestras impresiones sobre él dejando un comentario a continuación.
Para finalizar aquí os dejamos el link a nuestro álbum de Flickr dedicado al Rokuon-ji.
Fuentes:
- Textos consultados de: Japonismo | Diario del Viajero | Texto creado por E. Macarena Torralba García [CoolJapan.es]
- Imágenes cedidas por Javier García Oliva | Míguel Angel León [CoolJapan.es] | Juan Carlos Pérez [CoolJapan.es]