El patrimonio cultural es algo enormemente complejo de definir, ya que ni los mismos expertos se ponen de acuerdo. Si atendemos a definiciones de distintas instituciones, cada una de ellas las matiza de forma diferente según a qué conjunto se estén refiriendo. La legislación es igualmente diferente si es estudiada en países tan distintos como España o Japón.
Y es que este concepto ha ido evolucionando desde su origen, enmarcado dentro del derecho romano, hasta la llegada de la legislación internacional. Por ello, hoy os venimos a hablar sobre el patrimonio, y más en concreto de una parte única originada gracias a la intrínseca cultura japonesa: los tesoros humanos vivos.
El patrimonio
Antes de adentrarnos en el mundo de los tesoros humanos vivos, vamos a introducir brevemente los conceptos de patrimonio y sus principales tipologías. Este tiene una íntima relación con la historia de la conservación. Ya desde sus inicios, el hombre se preocupó por preservar aquello que consideraba de vital importancia. Con ello, y llegando ya a la civilización greco-romana, encontramos las primeras definiciones del término «patrimonio». Estas hacen referencia a la propiedad, heredara de generación en generación.
Así, una primera acepción del término podría definirse como aquel conjunto de bienes materiales de valor para alguien, los cuales han sido transmitidos de generación en generación. En esta definición podríamos destacar el arte, el mobiliario, elementos arquitectónicos, etc. Pero las relaciones humanas no se basan únicamente en la materialidad. La cultura se basa en mucho más que eso, la cultura se fundamenta en el conocimiento, en el desarrollo y, por supuesto, en valores. Para ello, se desarrolló una nueva definición que englobase las tradiciones, ritos, y demás elementos culturales no materiales: el llamado patrimonio inmaterial.
Este tipo de definiciones, a pesar de tener su origen durante el nacimiento de la humanidad, y su primer desarrollo gracias a la cultura greco-latina, tuvo su máximo crecimiento tras la Segunda Guerra Mundial. Y es que, para una gran pérdida como la vivida en esta etapa, impulsó enormemente la preservación del patrimonio. De este modo, los diferentes países desarrollaron una amplia legislación entorno a sus propias matizaciones de lo que es el patrimonio. Así mismo, se creó una ley internacional para preservar la protección del mismo. Aquí, podemos ver que para las distintas comunidades, este término no significa lo mismo:
- En España se define dentro de la ley 16/1985 qué es el Patrimonio Histórico Español. En él, se establece lo que son los Bienes de Interés Cultural, o BIC, los cuales son un conjunto de bienes patrimoniales con una categoría especial por su enorme interés para el pueblo español.
- Según la legislación andaluza, se describe el patrimonio como aquel «compuesto de todos los bienes de la cultura, en cualquiera de sus manifestaciones, en cuanto se encuentren en Andalucía y revelen un interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnológico, documental, bibliográfico, científico o técnico para la Comunidad Autónoma».
- Por otro lado, y a través de la OMPI, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, podemos conocer más a fondo la legislación de protección del patrimonio japonés. Aqui se define como tal a todo aquel edificio, pintura, escultura, artesanía, caligrafía o libro clásico, así como documentos, conjuntos arqueológicos y bienes de interés histórico, siendo bienes culturales tangibles.
- Dentro del patrimonio japonés, por supuesto, se engloba también al teatro, la música, la danza, la artesanía, vestuario, alimentos, vivienda, costumbres y la propia forma de servir el té, además de las tradiciones populares, definiéndose como bienes culturales intangibles. Y es en este último epígrafe donde se enmarcan los tesoros humanos vivos, de los cuales ahora os hablaremos.
Tesoros humanos vivos
Desde la antigüedad, la cultura japonesa ha dado mucho valor al procedimiento, casi tanto como al resultado. Así, innumerables tradiciones se han ido preservando practicamente intactas desde hace siglos, como el arte de servir el té, la forma de confeccionar los trajes tradicionales, la manera de realizar el lacado, etc.
Tras las pérdidas humanas y materiales sufridas por la Segunda Guerra Mundial, se decidió trabajar en desarrollar una legislación que no solo protegiera el resultado en sí, sino también el procedimiento de creación. De este modo, la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, puso en marcha una propuesta conservativa sin precedentes, en la cual reconocía como parte de ese patrimonio material a los llamados tesoros humanos vivos.
Gracias a estas personas, se mantienen vivas las técnicas de creación de las artes tradicionales japonesas, y por supuesto su conservación y restauración. Para ser más exactos, la definición que nos da ésta institución es que «los Tesoros Humanos Vivos son individuos que poseen en sumo grado los conocimientos y técnicas necesarias para interpretar o recrear determinados elementos del patrimonio cultural inmaterial». Se trata pues de grandes maestros que perduran la tradición y la forma de trabajar los materiales con los que crear el lacado, la pintura, escultura… tal como se concebían hace siglos.
Esta figura, no solo es única en el archipiélago japonés, existiendo personas que ostentan el título otorgado por la UNESCO en diferentes países por todo el globo. Como los que observamos en la fotogorafía anexa. Cada año, se realiza una convocatoria donde expertos del mundo de la cultura proponen a diferentes personas para entregarles el título. Así un comisión, estudia la propuesta y observa si cumple con las características necesarias.
Según esta convocatoria, se puede reconocer como tesoro humano vivo a «personas naturales, comunidades o colectivos portadores de conocimientos, expresiones y/o técnicas arraigadas en las tradiciones culturales representativas de una comunidad o grupo determinados del que son reconocidos como miembros. El/la cultor/a se caracteriza, además, por transmitir y adaptar tales acervos, y representar en ellos las demandas y tendencias de uso y funcionalidad de las nuevas generaciones».
El paradigma de la conservación en los tesoros humanos vivos
Esta figura es extremadamente compleja en su concepción, ya que como hemos visto, los tesoros humanos vivos son verdaderos expertos en su materia. Para ello, experimentan y realizan diferentes piezas, siguiendo el procedimiento tradicional. Por citar un ejemplo, podemos hablar del propio lacado urushi, del cual hablamos hace un tiempo. De forma tradicional se ha realizado este procedimiento en objetos de índole religiosa o artística. Hoy día se trabaja la técnica en la realización de objetos modernos, como en la creación de relojes, plumas estilográficas, o incluso puertas para ascensores.
Como expertos en su materia, no solo mantienen viva la cultura japonesa, sino que también son los responsables de transmitirla a futuras generaciones, además de conservar no solo el proceso sino también los restos patrimoniales. En el ejemplo anterior, los maestros de lacado japonés se convierten también en auténticos restauradores de las obras realizadas con esta técnica en periodos anteriores.
Sin embargo, este último trabajo que se les ha asignado resulta algo controvertido al conocer las premisas y criterios sobre los cuales trabaja un conservador-restaurador. Y es que, el profesional en este trabajo debe sabe que cualquier añadido sobre una obra debe diferenciarse del original, a fin de que no llegue a ser un falseado de la misma. Pero el criterio utilizado por estos expertos, los tesoros humanos vivos, es el de rehacer la parte dañada, a la manera tradicional con la cual se realizó. Por supuesto, ninguno de los criterios es erróneo, pero son figuras encontradas entre la mentalidad japonesa y occidental.
Por otro lado, antiguos filósofos citaron que la vida es un constante cambio. Según esto, si la tradición se mantiene intacta y sin variación, ¿de verdad está viva? Al no evolucionar, no variar, no desarrollarse, puede que termine por encallarse, pero al no conservarla intacta, podemos estudiar la cultura de épocas pasadas como no podríamos de ninguna otra forma.
En este sentido, algunos expertos conservadores opinan que el cambio y la renovación está de forma intrínseca en la realización, experimentación y actualización de ese conocimiento a lo largo de los siglos. Así, un maestro en la laca, la talla o la propia música tradicional que ostente el título de tesoro humano vivo, no solo será experto en la realización de su materia, sino también en la transmisión de conocimientos, la realización de piezas modernas aún a la manera tradicional. Esta actualización, y más aún, este cambio, se da de manera intrínseca en las culturas de extremo oriente, donde la religión lo propicia. Como ejemplo de ello podemos citar la renovación del Santuario de Ise realizada de igual forma desde hace siglos.
Por conclusión, los tesoros humanos vivos se han convertido en una figura controvertida pero de incalculable valor. Son nexos de unión a la vida pasada y presente, que permiten estudiar culturas y épocas ya vividas y que aún existen en la actualidad, lo cual hace que se siga desarrollando el futuro. Gracias a ello, no solo se preserva la materialidad, sino en última instancia lo más valioso que tenemos: el conocimiento.
Espero que os haya gustado la entrada y os haya hecho reflexionar. Así pues, ¿qué opinión tenéis sobre los tesoros humanos vivos?
Fuentes
- Textos consultados de: UNESCO | Directrices de la UNESCO para la creación de los Tesoros humanos vivos | Salvar el patrimonio | Texto creado por E. Macarena Torralba García [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: UNESCO | Europaster