Con una detallada serie de artículos (1, 2, 3, 4, 5, 6), dimos cuenta en su momento de lo que nos deparó la última edición del gran festival internacional de cine que anualmente acoge Tokyo. Sin embargo, por diferentes circunstancias, se nos quedó en el tintero el otro certamen cinematográfico importante de la ciudad, que tuvo lugar apenas un mes más tarde. El estreno este 30 de julio de The Dork, the Girl and the Douchebag (『クズとブスとゲス』Kuzu to busu to gesu), una de las grandes cintas exhibidas en aquella ocasión, nos sirve de excusa para recuperar del fondo del cajón una breve reseña del festival en la que comentamos las dos entradas niponas en su programa oficial.
Tokyo Filmex
Si bien no hay duda de que, por presupuesto y envergadura del acontecimiento, el TIFF es el festival grande y el Tokyo Filmex es su hermano menor, no faltan voces que discuten esta jerarquía y atribuyen mayor importancia al segundo. Y es que, a nivel de riesgo artístico y ambición estética, la programación de Filmex es de las que año tras año logra dejar huella y resulta en un mayor impacto entre el público más especializado.
El enfoque de Filmex se orienta sin ambigüedades a la producción independiente, o al menos de presupuestos modestos, generada en los países del entorno asiático. Tanto la sección competitiva como la de exhibición quedan restringidas a películas producidas en el continente. También suele contar con alguna sección especial en clave de retrospectiva de carácter nacional –aunque no fue el caso en esta última edición–, que lleva años estimulando la recuperación de tesoros no demasiado bien divulgados del cine japonés. Pero el festival no se olvida de la dimensión global de este fenómeno que es el cine, por lo que no faltan secciones especiales dedicadas a alguna figura o movimiento del cine internacional, sin limitaciones regionales. En definitiva, esta cita anual cierra el otoño cinéfilo de la capital nipona con una programación no demasiado amplia en cantidad de títulos pero enormemente estimulante en su propuesta. Sólo en un acontecimiento así tiene cabida una propuesta como la extraordinaria película presentada por Okuda Yōsuke.

The Dork, the Girl and the Douchebag
The Dork, the Girl and the Douchebag es una película que huele a sudor y a marihuana, de esa desagradable manera que se te queda incrustada en la ropa y no es posible deshacerse del olor. Un film macho y brutal en el que sorprende que el sexo quede fuera de encuadre. Siendo la agresividad masculina hacia las mujeres uno de los aspectos fundamentales del relato, el director confiesa no tener una razón concreta para sustraer lo explícitamente sexual. Simplemente no lo incluyó por pudor, ya que, siendo además el coprotagonista, confesó sentir cierta vergüenza de rodar escenas con desnudos. Lo cierto que es que el conjunto ya es suficientemente desasosegante al respecto como para que no fuese necesaria mayor explicitud.
A modo de curiosidad, aunque tal vez nada baladí, se puede mencionar que el director/protagonista dijo haber querido imitar la interpretación de Stallone en Rocky (Rocky, John G. Avildsen, 1976) para construir su personaje. Un personaje, este y todos los demás, del que no llegamos a conocer su nombre. Eso es algo que Okuda considera secundario, prefiriendo concentrarse en narrar con imágenes que en explicar a sus personajes. Y menudas imágenes…
El crescendo de la desmesura argumental nos lleva a una apoteosis final en que se desata una violencia próxima al cartoon, que tiene algo de ironía autoparódica. Algo que parece ligar con la voluntad expresada por el director al comentar su inspiración en un determinado tipo de espectáculo, el denominado chindon’ya, que según sus palabras consiste en la actuación de unos payasos cuya misión es lograr que el público se ría no con ellos sino de ellos. Lo que vendrá a continuación, sin embargo, acaba por congelar la sonrisa. Una escalada de brutalidad no apta para todos los estómagos, en el que es fundamental el una banda de sonido cruda, prescindiendo del habitual diseño de sonido en los filmes de acción. Trabajando a partir del sonido capturado en directo, los golpes y puñetazos no vienen aparejados con esos latigazos artificiales tan habituales del cine de acción. El sonido de la violencia transmite en este film una insoportable sensación de veracidad que el patio de butacas encajaba con perplejo desasosiego.
Desconozco si el film logrará exhibirse en muchos festivales internacionales (hasta donde sé, sólo ha pasado por Rotterdam). Si así fuese, mi recomendación para los aficionados es que no se la pierdan. Eso sí, los estómagos más sensibles, avisados quedan de lo que les espera…
Fuentes:
- Texto creado por Jose Montaño [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: kuzutobusutoges.com |Imagenes de Jose Montaño [CoolJapan.es]