Mito Kōmon: Mitsukuni Tokugawa y el poder de un inrō

Tal día como ayer, hace 388 años, nacía Mitsukuni Tokugawa, conocido como Mito Kōmon: un gran personaje histórico que dejó tras de sí una estela de cultura de la cual aún a día de hoy disfrutamos. Del 1 al 3 de agosto, todos los años se celebra en la ciudad de Mito de la prefectura de Ibaraki el Mito Kōmon Festival, atrayendo a miles de turistas y seguidores de este personaje. Este año se va a celebrar la 56ª edición del festival, en la página web de la prefectura de Ibaraki, encontraréis todo lo necesario para acudir a tan marcado evento.

Mito Kōmon, vida y leyenda

Mitsukuni Tokugawa (徳川 光圀) nació el 11 de julio de 1628, siendo nieto del «gran unificador de Japón», Ieyasu Tokugawa. El siglo XVI en Japón fue una época realmente convulsa, enmarcada en el denominado periodo Sengoku o de guerras intestinas. Los diferentes señores feudales (daimyō) luchaban por mantener o aumentar los bienes de sus casas. En este caldo de cultivo bélico surge la figura del señor feudal Nobunaga Oda (1534-1582), predispuesto como uno de los favoritos a hacerse con el control de todo el país. Su repentina muerte lleva al poder a su mano derecha, Hideyoshi Toyotomi (1537-1598), quien continuará su labor de unificación del país. El descontento provocado por las políticas de Hideyoshi y la disconformidad con la sucesión del poder por su hijo Hideyori, llevaría a que Ieyasu Tokugawa (que había apoyado las campañas de Oda y Toyotomi), reclamara el control del país.

Las contiendas finales se desarrollaron en el marco de la Batalla de Sekigahara (1600), dando paso a la toma de poder de Ieyasu y el Sitio del Castillo de Ōsaka (1614-1615), donde quedaron eliminados los últimos resquicios del anterior gobierno. Con estos precedentes históricos, se inicia en Japón el periodo Edo (1603-1868), con la familia Tokugawa al poder. Entre las muchas reformas políticas que se llevaron a cabo por el nuevo gobierno, destacaremos la división de los feudos y señores feudales en tres tipos principales:

  • Shinpan daimyō: Aquellos que más cercanía tenían al bakufu Tokugawa, no solo en ideales políticos, sino en sanguíneos y familiares.
  • Fudai daimyō: Aquellos señores feudales que apoyaron desde un primer momento a Ieyasu Tokugawa en su política de unificación.
  • Tozama daimyō: Dentro de esta denominación se circunscriben aquellos señores que podían llegar a ser «problemáticos» para el gobierno por diversos motivos. Se trataba de daimyō que habían luchado en contra de Tokugawa en el pasado, o que ocupaban posiciones alejadas del control directo del gobierno (estando en muchos casos unidas ambas cosas).

De todos ellos, nos centraremos en el primer grupo, los shinpan daimyō, entre los cuales estaba el undécimo hijo de Ieyasu Tokugawa, Yorifusa Tokugawa (1603-1661). A Yorifusa se le concedió de nacimiento el feudo de Shimotsuna, pero a la edad de ocho años se le transfirió al feudo de Mito, donde se estableció fundando la rama Mito de la familia Tokugawa. Tuvo cinco hijos, siendo Mitsukuni Tokugawa el tercero de ellos y el heredero del feudo de Mito a sus 34 años, en 1661. Por este motivo, también se le conoce como Mito Mitsukuni o, popularmente, Mito Kōmon.

Mitsukuni Tokugawa
Mitsukuni Tokugawa

Mitsukuni Mito fue un personaje muy popular debido a su eficiente política en diversos sectores. En la escena internacional, mantuvo contactos con las zonas limítrofes del territorio japonés (Hokkaidō), así como con China. En los aspectos de política interior y regional, favoreció la producción de barcos, papel y minas de oro. En su feudo, redujo la tasa anual de arroz que debían pagar los campesinos al Bakufu. En el retiro de su vejez, en 1691, la zona vivía dificultades económicas, acrecentadas por la corrupción de comerciantes y samuráis que actuaban de modo traicionero. Mitsukuni Mito tomó las riendas y, tras localizar a uno de los corruptos, lo ejecutó él mismo, con su propia katana, lo que le valió su fama de justo y duro legislador. En el campo de la religión, pese a estar íntimamente unido a monasterios budistas, quiso acabar con la corruptela de estos monjes que estaban asfixiando a los fieles de la religión shintō. Por ello, decretó la destrucción de varios templos budistas en favor de la construcción de santuarios shintō, creando una ley que favorecía la existencia de al menos un santuario shintō por villa.

Sin embargo, su principal aportación fue en el campo de la cultura. La mayoría de sus esfuerzos culturales se centraron en la redacción y mecenazgo del Dai Nihonshi o «Gran Historia de Japón»: una obra que pretendía trazar la historia japonesa, desde sus etapas míticas hasta la actualidad. Además de reclutar a los mejores historiadores de la nación, Mitsukuni hizo llamar a especialistas chinos en historia antigua, participando más de 130 especialistas en esta primera etapa de la obra. Esta empresa monumental siguió escribiéndose tras su muerte, llegando hasta los inicios de la Era Meiji (1868). La forma final de esta obra consta de 327 rollos dispuestos en 226 volúmenes, con cinco rollos de índices, siendo el libro histórico más importante del Periodo Edo.

Su otra aportación en el mundo de la cultura fue decisiva para la ciudad de Kamakura, en tanto que escribió la primera «guía turística de la ciudad». En esta obra se relatan todos los datos geográficos y topográficos referentes a la ciudad en la época de Mitsukuni, realizando un repaso y evolución histórico-artística desde la institución de esta ciudad como capital en el siglo XII hasta su estado en el siglo XVII. La obra está ricamente ilustrada con mapas y dibujos de los principales puntos atractivos de la ciudad. Mitsukuni introduce en la obra elementos modernos como la elaboración de listas con «las 10 entradas de Kamakura», «los 10 puentes de Kamakura» o «los cinco templos de la colina». Estas denominaciones siguen usándose hoy en día como ítems de aquellos lugares que uno no puede perderse al visitar la ciudad.

El legado audiovisual de Mito Kōmon

Mitsukuni Mito falleció en su casa en 1701. Sin embargo, su fama no hizo más que crecer con el paso de los siglos, llegando a ser nombrado kami de la religión shintō. Desde este momento comenzaron a circular historias sobre él, narraciones, mitos y leyendas con una base histórica y un desarrollo ficticio y novelesco. Esto llevó a que hacia 1890, en Osaka, se empezara a publicar el Mito Kōmon Man’yuki: un folletín por entregas que narraba los ficticios viajes de Mitsukuni Mito acompañado por dos o tres ayudantes, donde visitaba las diferentes aldeas de su feudo y solucionaba todo tipo de eventualidades que surgiesen. Estas «novelas ligeras» decimonónicas tuvieron su continuación en el siglo XX, aumentando en número y tirada, hasta que en 1928 Tomiyasu Ikeda dirigió Zoku Mito Kōmon, el primer filme sobre las vivencias de Mitsukuni Mito. En los años venideros le seguirían numerosas secuelas autoconclusivas, hasta llegar a la versión de 1957, dirigida por Yasushi Sasaki, que disparó aún más si cabe la fama de estas historias. A esta película le seguirían más, destacando la estrenada en 1960 y en 1978.

Escena del anime Mito Kōmon.

Sin embargo, si hay algo que ha pasado a la memoria colectiva de los japoneses, es la serie Mito Kōmon, estrenada en 1969. Cada temporada tiene un número diferente de episodios, rondando entre los 25 y los 50. A día de hoy existen 43 temporadas más varios especiales que pueden extenderse a varios capítulos y por ello tomados también como temporadas. Estas temporadas se caracterizan por la labor del actor protagonista que encarga a Mitsukuni Mito:

  • Temporadas 1-13: Eijiro Tōno.
  • Temporadas 14-21: Akira Nishimura.
  • Temporadas 22-28: Asao Sano.
  • Temporadas 29-30: Kōji Ishizaka.
  • Temporadas 31-43 (presente): Kōtaro Satomi.     

En la franja 2011-2012 se emitió la última temporada de la serie, realizándose un episodio especial en 2015. Sin embargo, la cadena TBS que dirige la difusión del dorama no ha confirmado que la serie se haya cerrado, dejando la puerta abierta a futuras nuevas temporadas y convirtiéndose en una de las series televisivas más extensas de la historia.

Los capítulos de Mito Kōmon suelen ser autoconclusivos y un tanto repetitivos en sus tramas. Sin embargo, en cada uno de ellos, los amantes del género jidai geki pueden encontrar todos los elementos que caracterizaban a la visión romántica del Japón del periodo Edo: samuráis, ninjas, geishas, combates de katana, bushido… y tantos otros tópicos mejor o peor tratados históricamente, pero con un alto índice de popularidad. La dinámica de los episodios solía seguir el siguiente esquema: en algún lugar del feudo se comete una fechoría, corruptela o acto criminal, coincidiendo con el paso por el lugar de Mitsukuni Mito y dos o tres de sus guardaespaldas. Todos van ataviados con ropas de peregrinos, ocultando sus identidades. Es entonces cuando Mitsukuni se preocupa por los problemas de sus gentes e intenta lograr una solución diplomática.

En el 90% de los casos, las negociaciones fracasan y, tras una serie de escenas de peleas, uno de los ayudantes de Mitsukuni enseña un inrō con el kamon de la familia Tokugawa, desvelando la identidad del señor feudal. La cámara efectúa un zoom sobre el inrō y suena una música dramática, tras lo cual todos reverencian y se disculpan por no haber reconocido a su señor, decidiendo acatar las leyes que él les imponga. La serie fue tan popular que fomentó que se hicieran nuevas películas, así como un anime de 46 episodios que se emitió entre 1981-1982.

El poder de un inrō

¿Pero qué es un inrō? Los inrō eran pequeñas cajas lacadas y ricamente decoradas utilizadas originalmente por los samuráis para portar medicinas o hierbas, o bien su sello de tinta o hankō. Estos objetos están compuestos por un alma de madera, que será posteriormente lacada. El proceso de lacado puede variar respecto a la época del inrō y la categoría de la pieza. Algunos están tallados, trabajados con incrustaciones de oro o nácar, pintados, etc. Pese a existir muchas tipologías, suelen estar compuestos por varios compartimentos, todos ellos unidos por un cordón (himo), del que penden dos objetos que ayudan a fijar el inrō a la vestimenta del samurái. Estamos hablando del netsuke y el ojime. Mientras que el netsuke puede adoptar multitud de formas y estar hecho de diversos materiales, como hueso o marfil, el ojime suele ser una esfera hecha comúnmente de coral u otros materiales semipreciosos. Hacia el siglo XVIII, en pleno Periodo Edo, los inrō, habían pasado ya de ser un objeto utilitario a un complemento de lujo imperante entre los «samuráis dandis» que querían demostrar su  gusto refinado y el conocimiento de las últimas tendencias. Uno de los motivos decorativos más recurrentes en los inrō son los kamon o escudos familiares, delatando así el clan al que pertenecía el portador del objeto.

¿Cuál es el kamon de los Tokugawa? El maruni mitsu aoi mon, también conocido como aoi mon, era el escudo que utilizó la familia Tokugawa durante el periodo Edo. Estaba compuesto por tres hojas de aoi inscritas en un círculo. La planta aoi o jengibre salvaje es una planta sagrada asociada a los santuarios shintō cercanos al río Kamo en Kioto: Kamigamo jinja y Shimogamo jinja. La primera familia que lo adoptó como emblema fueron los Nishida, durante el periodo Muromachi, por estar vinculados a los santuarios antes mencionados. Antes de que Takechiyō Matsudaira cambiara su nombre a Ieyasu Tokugawa, su familia ya utilizaba este kamon. Por esto, se permitió su utilización tanto a miembros de la antigua familia Matsudaira (y clanes cercanos) como a los descendientes de la nueva familia Tokugawa (y clanes afines).


Fuentes:

  • Textos consultados de: Wikipedia, Arte Nihonto | Texto creado por: Marcos Sala [CoolJapan.es]
  • Imágenes extraídas de Ibaraki Guide
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Acerca Marcos Sala

Marcos A. Sala Ivars es doctor y licenciado en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Colaborador Honorífico del Departamento de Historia del Arte de dicha universidad y Secretario del Grupo de Investigación Asia, centra sus investigaciones entorno al armamento japonés y la historia del arte vinculada al samurái. Su tesis supone un estudio pionero en español sobre el mundo de las monturas de sables japoneses, recibiendo la calificación de Sobresaliente “Cum laude”. Cuenta con una treintena de entradas divulgativas y una decena de publicaciones científicas. Ha impartido cursos y conferencias en 9 universidades españolas, 3 sudamericanas y 1 en Hungría, y colabora asiduamente con la Embajada de Japón y Fundación Japón. Su formación académica se complementa con un estudio marcial de tradiciones antiguas japonesas, siendo representante para España de algunas de ellas, así como pionero español en realizar demostraciones en algunos santuarios japoneses.

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