En la zona de Asuka, antigua capital de Japón durante el periodo que llevó su nombre (Asuka Jidai: 538-710), podemos hallar numerosas construcciones, la mayoría de ellas en forma de hallazgos arqueológicos, que nos hablan de una de las épocas doradas del poder imperial en Japón. Unos de los principales atractivos histórico-artísticos y arqueológicos son los kofun o tumbas túmulo.
Hoy os vamos a hablar de una de ellas, el kofun de Kitora, uno de los ejemplos más importantes de pinturas murales del periodo Asuka y el testimonio más antiguo conservado en Asia de un programa iconográfico dedicado a deidades protectoras y plasmaciones de la bóveda celeste.
Cómo llegar al kofun de Kitora:
Tomando desde Kyōto el tren de la línea Kintetsu y haciendo trasbordo en la parada de Kashihara Jingu Mae, se llega a la estación de Tsubosakayama. Se trata de una pequeña estación local desde la que parte un bonito camino que, tras 15 min de recorrido, nos llevará hasta el Parque Histórico Nacional Gubernamental de Asuka así como al Centro para el Estudio y Preservación de las pinturas del túmulo de Kitora. El lugar es fácilmente reconocible por ser una gran superficie ajardinada donde podemos ver la cúpula que forma parte del kofun y bajo ella, el pabellón de exposiciones.
El hallazgo arqueológico del kofun de Kitora:
El primer misterio a desentrañar de este kofun es el nombre, sin embargo, parece ser que la elección de Kitora para este túmulo fue una decisión de la población local, mucho antes de que se realizaran investigaciones o excavaciones en el lugar. Al parecer, este kofun era muy conocido por los agricultores que rodean la zona, por lo que no fue tan necesario su descubrimiento como su estudio y restauración.
En 1983 se realiza la primera excavación oficial del kofun de Kitora, como ya adelantamos en otra ocasión, debido a que muchos miembros del antiguo linaje imperial fueron enterrados en kofun, cualquier prospección arqueológica en kofun debe contar con el consecuente apoyo y visto bueno de la Agencia de la Casa Imperial Japonesa. En esta primera actuación, se introdujeron una serie de cámaras tomando una fotografía de una pintura que representa a Genbu, la tortuga negra como dios protector del Norte. Este animal quimérico lo vemos representado en el común de las culturas del lejano Oriente y va acompañado de otros tres dioses en forma de animales míticos que protegen los restantes puntos cardinales.
Hubo que esperar hasta 1998 para obtener el siguiente descubrimiento, las pinturas de los dioses Byakko o el tigre blanco como protector del Oeste y Seiryū o el dragón azul como protector del Este.
Pasados varios años, en 2001 se descubre la pintura de Suzaku, el pájaro rojo o dios protector del Sur.
Al año siguiente, en 2002, visto el gran potencial que guardaba este kofun, se iniciaron unas labores de excavación a gran escala para acceder físicamente, en lugar de con cámaras, al enterramiento.
Entre 2003 y 2010 se procedió a instalar un armazón de metacrilato y metal fin de cimentar y proteger la estructura y sus pinturas. De igual forma, también se procedió a recoger los objetos que se hallaron en el interior de la cámara funeraria. Los bienes muebles recogidos son básicamente pedazos de monturas de espadas y otros enseres votivos. El estado en que han llegado estás piezas, así como su disposición caótica, atestiguan una profanación y robo de esta tumba, sin ser posible saber cuándo se llevó va cabo, sin duda alguna fue hace muchos siglos. Una vez se aseguró el conjunto, los especialistas retiraron la capa exterior de las pinturas murales para poder conservarlas en un entorno más apropiado.
Una vez finalizadas estas labores, en 2013 se procedió a volver a sellar la cámara y soterrar el enterramiento, una práctica común llevada a cabo en kofun. Esta práctica responde a directrices de la Agencia de la Casa Imperial, ya que, si bien no se pudo demostrar quien estuvo enterrado en Kitora, pudiendo ser un príncipe o un aristócrata adinerado, el procedimiento con los kofun que pueden albergar restos de miembros de la estirpe imperial es siempre el mismo. De hecho, gracias a que no se confirmó la presencia de ningún emperador en este kofun, los procesos pudieron ser llevados a cabo con la «presteza» con que se realizaron.
Las pinturas de Kitora:
En el interior del kofun se halló un sarcófago pétreo, dentro del cual se alojaría otro de madera que acogería al difunto. Este receptáculo exterior de piedra está profusamente decorado con pinturas murales. Como ya hemos mencionado, en cada una de las cuatro paredes aparecen pintados los cuatro dioses protectores de los puntos cardinales: Genbu en el lado Norte, Byakko en el lado Oeste, Seiryū en el lado Este y Suzaku en el Sur. Acompañando a estos dioses se encuentran los 12 animales del zodíaco chino. Sin embargo, la forma en que están pintados resulta muy extraña a la vista, ya que se plantean cual seres antropomorfos, uniendo la cabeza del animal a un cuerpo humano, cual dioses egipcios. Esta forma de representación, si bien extraña, no es original, habiendo encontrado ejemplos similares en los antiguos reinos coreanos. Aunque las formas y tipologías de estas pinturas hayan sido heredadas, la importancia de los frescos de Kitora radica en la antigüedad de los mismos, siendo las representaciones de dichos dioses y animales más antiguas conservadas en Asia.
El conjunto de frescos está rematado en el techo del sarcófago pétreo por la representación de toda la bóveda celeste tal cual la veían los habitantes de Asuka en el siglo VII. El misticismo inherente a todas estas representaciones cosmológicas en un enterramiento han llevado a plantearse todo tipo de hipótesis, a cada cual más estrafalaria, sin embargo, la teoría oficial parece derivar en motivos agrícolas y de culto a las estaciones, acercando esta morada eterna a un concepto mundano y cotidiano.
El Sitio de Kitora, o Centro para el Estudio y la Investigación del kofun de Kitora:
Tras muchos años de obras, en 2016 veía la luz el proyecto final del Sitio de Kitora, o Centro para el Estudio y la Investigación del Kofun de Kitora. Este centro cuenta con una sala de exposiciones en la primera planta, donde se muestran las pinturas extraídas del kofun, así como todos los procesos llevados a cabo desde su descubrimiento hasta su extracción y posterior restauración con las pertinentes medidas de conservación.
En la planta baja, se sitúa otra gran sala de exposiciones, divida en tres zonas diferenciadas:
- Un pasillo, a través del cual se puede seguir en un panel continuo sobre el muro, la línea temporal de la historia japonesa, con sus principales eventos clave así como los eventos relacionados con el kofun de Kitora.
- Una zona expositiva oval, que sigue un recorrido histórico, mostrando mediante maquetas, paneles y pantallas interactivas, como era la vida en la zona del kofun de Kitora, desde la era prehistórica, hasta el siglo VIII. En este recorrido se pueden observar reproducciones a escala real de la cámara funeraria de Kitora así como paneles con copias de las pinturas en su estado actual y como debieron ser en su estado original.
- Una zona circular, inscrita dentro de la circunferencia de la anterior área o recorrido expositivo. Esta parte está exclusivamente destinada a proyectar en el techo la bóveda celeste pintada en Kitora, comparándola con la carta astral real, a modo de planetario.
En el exterior, encontramos un pabellón dedicado a albergar cursos formativos y talleres para todas las edades. Las actividades que aquí se desarrollan se dividen en:
- Cursos sobre la historia y arte de Kitora.
- Talleres donde puedes realizar tus propios objetos del periodo Asuka: colgantes y abalorios de piedra o cristal, utensilios y esculturas de terracota y espejos de bronce.
El complejo de Kitora está rodeado por un gran parque y en uno de los extremos encontramos la parte exterior que corresponde a la cúpula del túmulo. En ese mismo punto, existen unas repisas de metal, con algunos de los dioses protectores y animales del horóscopo en relieve, de manera que cualquiera pueda tomar un calco como recuerdo de su visita a Kitora.
En las cercanías del sitio arqueológico, encontramos una pequeña senda que entronca con este recinto en tanto que nos lleva hasta recreación a escala real de una casa rural, con su granero y corral del periodo Asuka.
En definitiva, el kofun de Kitora, más allá de las pinturas murales allí descubiertas, comprende un centro de estudio y experiencias relacionadas con el periodo Asuka, de imprescindible visita para todos los interesados en esta época de la historia japonesa.
Fuentes:
- Texto realizado por Marcos Sala [CoolJapan.es]
- Imágenes: Marcos Sala [CoolJapan.es]