Kofun de Takamatsuzuka

Turismo de kofun III: El kofun de Takamatsuzuka.

A tan solo 15 min caminando, 5 min en bicicleta o 2 min autobús, desde la estación de Asuka de la la línea Kintetsu, encontramos la zona arqueológica famosa por el kofun de Takamatsuzuka. Un camino serpenteante nos lleva desde la entrada del complejo a la parte baja del kofun, que al igual que en el caso de Kitora, destaca como una pequeña colina de tierra, que oculta la cúpula de piedra bajo la que se ubica la sepultura.

Takamatsuzuka

Durante el período Edo (1603-1868), se llegó a pensar que esta era la tumba del mismísimo Emperador Monmu, hijo del Emperador Tenmu y la Emperatriz Jito. Sin embargo, los posteriores estudios sobre las tipologías de los kofun, descartó está hipótesis al tratarse de una tumba-túmulo demasiado pequeña y simple como para ser la de un Emperador, incluso teniendo presentes las reducción de las proporciones que se llevaron a cabo durante el periodo Asuka.

El descubrimiento del sitio arqueológico y kofun de Takamatsuzuka:

En 1960, un granjero que estaba realizando tareas agrícolas relacionadas con el cultivo del jengibre, encontró lo que parecía ser la entrada a una cámara subterránea. En este momento se pusieron en marcha los protocolos de actuación arqueológica relativos a los kofun por la Casa Imperial japonesa, algo que como explicamos en anteriores artículos es muy complejo de cara a las legislaciones vigentes para los túmulos directamente relacionados con esta institución. El hecho de que años atrás, en las cercanías se descubriese el kofun del Emperador Monmu, descartando la teoría del periodo Edo de que estuviera enterrado en Takamatsuzuka, ayudó a agilizar el proceso. Con todo, en 1972, un grupo de arqueólogos del Instituto de Investigaciones Arqueológicas de Kashihara, entró en el kofun descubriendo el legado que había guardado durante siglos. El acceso a la cámara debía realizarse mediante el diminuto orificio que había dejado el profanador, por lo que se pidió a los arqueólogos más jóvenes del grupo que decidieran quien iba a entrar. Anecdóticamente, ninguno de los varones quiso adentrarse por miedo a lo desconocido, siendo una joven de tan sólo 18 años de edad la que se presentó voluntaria para llevar a cabo la tarea de fotografiar el interior y extraer las piezas que allí se encontraban. De hecho, esa joven que hoy día cuenta con 65 años, sigue viviendo en las cercanías y relata su historia a quien quiera escucharla.

Takamatsuzuka

Lo primero que se encontraron los arqueólogos no fue algo muy sorpresivo, la tumba había sido profanada y robada, tal y como evidenciaba una pared rota de manera apresurada y nada comedida. En el lecho del sarcófago donde debía reposar el cuerpo, y donde ahora solo se hallaba polvo, se encontraron algunos objetos que dejó atrás el ladrón y que han permitido fechar el kofun dentro del periodo Asuka (510-538-710). Estos objetos están compuestos por diversas partes metálicas que debían formar parte del sarcófago de madera (perdido), un espejo de bronce y tōsōgu (partes de la montura de una espada). Teniendo en cuenta la época en la que nos movemos, y la tipología de las piezas, podemos aseverar que se tratan de partes de una espada protocolaria de tipologías denominada kara tachi. Este tipo de espadas copian los modelos y formas decorativas de las armas de la dinastía Tang china, siendo su propio nombre «kara» una forma japonesa de pronunciar Tang. Este tipo de armas se utilizaban en los entornos palaciegos como elementos de protocolo y vestimenta para las más altas esferas. Estaban hechas de bronce y decoradas con oro, plata, «laca» urushi y piedras semipreciosas. Entre las piezas que se hallaban en el interior del kofun, los arqueólogos encontraron algo que no esperaban, una linterna de finales del siglo XII, esto ha permitido fechar la intrusión del ladrón en el período Kamakura (1185-1333). Al parecer, el robo fue perpetuado de manera rápida y descuidada, rompiendo la entrada al sarcófago y llevándose apresuradamente todo lo que pudo, excepto su lámpara que quedó como prueba en la escena del delito.

Pero más allá de las piezas que se hallaron en su interior o de la propia construcción en sí, la tumba escondía un preciado tesoro que llevo a que se otorgará el galardón de Tesoro Nacional, nada más conocerse. Se tratan de una serie de pinturas murales que rodean el sarcófago pétreo en sus cuatro pareces y el techo.

El programa pictórico de Takamatsuzuka kofun: Las bijin de Asuka.

El programa pictórico se asemeja al de Kitora en tanto incluir estrellas del techo, así como en los cuatro dioses protectores. Al igual que en el sepulcro de Kitora, en el muro Norte vemos al protector de este punto cardinal, la tortuga/quimera negra Genbu, en el Este al tigre blanco Byakko, el Oeste está protegido por el dragón azul Seiryū, y en el Sur estaría el día rojo Suzaku, y digo estaría, porque es por este muro por el que se introdujo el ladrón, rompiendo la pared que recogía la pintura de Suzaku. La tipología de estos dioses protectores casa con los ejemplos vistos en Kitora y recuerdan a influencias pictóricas de los reinos coreanos, así como de la corte imperial china.

Sin embargo, las pinturas más emblemáticas de la tumba Takamatsuzuka es una especie de procesión de tinte palatino, que podemos ver flanqueando la tumba en los muros Este y Oeste, y donde aparecen cuatro jóvenes muchachos y cuatro bellas doncellas ataviadas con llamativas y coloridas vestimentas. Este grupo de jóvenes doncellas, se dirigen miradas de complicidad en lo que van avanzando como parte de un cortejo. La tipología de sus ropas y objetos que portan, una vez más, nos invitan a mirar a las modas imperantes en los reinos coreanos de la época. A día de hoy, estás jóvenes se han convertido en un reclamo turístico de la zona al conocerse como las Asuka bijin o «las bellezas de Asuka».

Pinturas muerales de Takamatsuzuka

En el caso de los muchachos, pese a que sus vestimentas no son tan llamativas, destacan los objetivos ceremoniales y de procesión que portan, entre los cuales me gustaría llamar la atención sobre una posible funda de espada, que correspondería por tipología y tamaño al kara tachi que se encontraba en la tumba y que debió de pertenecer al personaje fallecido.

Entre la procesión de hombres y mujeres se ubican los dioses protectores del Este y Oeste, y por encima de ellos, vemos la sombra de una superficie circular envuelta entre nubes. Estas sombras, representaban el disco solar en el Oeste y el disco lunar en el Este. El Sol estaba compuesto por una pieza circular hecha en oro, mientras que la Luna estaba hecha de plata. Obviamente, el ladrón dio buena cuenta de arrancar ambos de las paredes, sin embargo, gracias a los restos que han quedado, podemos confirmar la infografía así como el material de que estaba hechos.
Finalmente, en el techo del sarcófago pétreo encontramos una serie de estrellas del firmamento como ya vimos en Kitora, aunque muchas menos, posiblemente un tercio, y sin embargo, se trata de una representación única ya que ninguna estrella está representada al azar sino entrelazadas formando 28 diferentes constelaciones.

¿Quién fue el huésped del  kofun Takamatsuzuka?

Una de las incógnitas que a día de hoy aún no se han resuelto es la identidad del difunto enterrado en el kofun de Takamatsuzuka. Una vez descartado el Emperador Monmu (debido al descubrimiento de su propio kofun en una zona cercana), dos teorías han cobrado fuerza:

– Uno de los príncipes, hijo del Emperador Monmu.
– Un jefe local o ujibito.

Aunque parece ser que últimamente es la segunda hipótesis la que está cobrando más peso, desde mi punto de vista como experto en armamento japonés, creo que la existencia de un kara tachi es significativa de que está tumba estaba dedicada para un miembro de Palacio, por lo que me inclino a pensar más en que pudiera ser un hijo de Monmu quien recibiera sepultura en Takamatsuzuka.

 

Señalización en Takamatsuzuka

Los horarios de visita a la tumba de Takamatsuzuka son de 9am a 16:30h, y las entradas cuestan 250yen para un adulto, 130yen para estudiantes y 70yen la entrada infantil. En el precio de la entrada se incluye la apasionada guía de un lugareño voluntario (eso sí, sólo en japonés) aunque si disponen de folletos informativos en inglés.

Por todo esto, para todos los apasionados de la historia antigua japonesa, así como de los kofun o del periodo Asuka, la visita a Takamatsuzuka es más que recomendable.


Fuentes:

  • Textos consultados: Museo del sitio arqueológico de Takamatsuzuka | Texto: Marcos A. Sala Ivars [Cooljapan.es]
  • Fotografías: Marcos A. Sala Ivars [Cooljapan.es]

Acerca Marcos Sala

Marcos A. Sala Ivars es doctor y licenciado en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Colaborador Honorífico del Departamento de Historia del Arte de dicha universidad y Secretario del Grupo de Investigación Asia, centra sus investigaciones entorno al armamento japonés y la historia del arte vinculada al samurái. Su tesis supone un estudio pionero en español sobre el mundo de las monturas de sables japoneses, recibiendo la calificación de Sobresaliente “Cum laude”. Cuenta con una treintena de entradas divulgativas y una decena de publicaciones científicas. Ha impartido cursos y conferencias en 9 universidades españolas, 3 sudamericanas y 1 en Hungría, y colabora asiduamente con la Embajada de Japón y Fundación Japón. Su formación académica se complementa con un estudio marcial de tradiciones antiguas japonesas, siendo representante para España de algunas de ellas, así como pionero español en realizar demostraciones en algunos santuarios japoneses.

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