Hace poco, en Cool Japan pudimos disfrutar de la entrada sobre kofun de nuestra compañera Macarena Torralba, así que hoy vengo a extender un poco el tema y a relataros mi visita a uno de estos túmulos, el concreto el llamado Sugawara no Fushimi no Higashi no Misasagi, más conocido como la tumba del emperador Sui Nin.
Localizar los kofun:
Los kofun son tumbas-túmulo del periodo histórico japonés con el mismo nombre: Kofun (250-538). Estos monumentos funerarios tenían como fin recoger los restos mortales desde Emperadores hasta personajes de cierta importancia en el reino de Yamato.
Pese a que los grandes kofun, como el del emperador Nintoku, en las cercanías de Osaka, son fáciles de localizar, los de tamaño medio o pequeño son otra historia. En Japón hay más de 2000 kofun registrados, (más los que quedan por descubrir), y muchos de ellos pasan totalmente desapercibidos.
Los motivos principales de que aquellos túmulos de menor tamaño queden ocultos a la vista son:
- La edificación de las tumbas en zonas alejadas de las urbes.
- La naturaleza invasora como parte integrante de los kofun, en muchos casos cubriéndolos por completo y ocultándolos a la vista.
- La erosión de la cubierta, y ocultamiento, desaparición o inexistencia de la entrada, pareciendo al exterior un mero montículo de tierra.
Pero incluso en los casos de kofun de tamaño medio-grande de personajes de importancia, llegar hasta ellos muchas veces supone una odisea. En esta entrada propondré una pequeña guía para llegar al kofun del Emperador Sui Nin.
El emperador Sui Nin (29 a. C. – 70 d. C.)
Es el undécimo sucesor de la Casa Imperial de Japón, quedando dentro de la lista de los «emperadores míticos» como bien atestiguan sus 138 años de vida. Dos hechos han convertido el reinado de Sui Nin en memorable para la historia japonesa.
El primero de ellos es el mandato de erigir un santuario donde se localizaran y centralizará los cultos hacia Amaterasu no Omikami. Esta tarea se la encargará a su hija, la princesa Yamatohime no Mikoto, y dando lugar al santuario de Ise Jingū.
El segundo será un combate entre Nomi no Sukune y Taima no Kehaya. El propio Emperador Sui Nin autorizará esta pelea, donde Sukune acabará por matar a su oponente. Esta lucha cuerpo a cuerpo se considerará el origen mismo del sumō o lucha «divina» japonesa.

Guía de viaje:
Aprovechando la ocasión de un tour por Japón que le estaba realizando a mi tío, visitamos la ciudad de Nara, y habiendo llegado muy temprano y cumplido con todos los objetivos de visita de la ciudad: Kasuga Taisha, Kōfuku-ji, Shōshō-in, Tōdai-ji… recordé que la zona de Nara era uno de los puntos calientes de Japón en materia de kofun.
Gracias a los datos disponibles en Internet conseguí ver que entre los kofun del área se encontraba uno de los más importantes de Japón: el del emperador Sui Nin. Sin embargo no pude encontrar en ninguna página o blog una guía de cómo llegar hasta él. Por este motivo nos dirigimos a la oficina de turismo de Nara para consultar, y allí nos percatamos de varias cosas que más tarde poco a poco se fueron confirmando:
- Todos los japoneses estudiaron el Periodo Kofun en sus asignaturas de historia en el colegio, sin embargo, pocos lo recuerdan o extrapolan como algo que existe y que puede ser de interés turístico.
- Sin saber bien porqué, parece que a muchos japoneses no sólo no les resulta un tema y arquitectura interesante, sino que además no comprenden como puede ser de interés para unos occidentales.
- Debido (quizás) a los dos primeros puntos, es muy difícil encontrar indicaciones para visitar estos lugares.
Llegamos a la oficina de turismo y preguntamos por el kofun de Sui Nin Tennō. Las chicas que nos atienden en el mostrador no llegan a comprender bien que es lo que queremos ver ni al parecer el porqué, por lo que llaman a un tercer empleado para que nos informe. Este empleado extrae una serie de mapas e intenta indicarnos donde está localizado el kofun, pero pese a sus esfuerzos, no llega a poder decirnos con exactitud cómo ir en transporte público, por lo que nos emplaza a dar una vuelta por la ciudad y esperar una hora hasta que llegue la persona que si nos va a poder ayudar.
Una hora más tarde volvemos al punto de información turística y según nos ven entrar llaman al señor que se iba a encargar de darnos todas las indicaciones. De esta forma partimos desde la Estación JR central de Nara hasta la estación de la línea Kintetsu-Nara localizada entre las calles Takamachō y Konishi Sakura: unos 15 minutos caminando. Además tuvimos mucha suerte de encontrarnos por el camino un grupo de colegiales que al ver que mirábamos intermitentemente el mapa y el GPS, se ofrecieron en llevarnos hasta la boca de metro-tren. Allí tomamos un tren en dirección Ôsaka Namba para bajarnos en la estación Yamato Saidanji, donde realizamos el trasbordo para tomar la línea Kintetsu Kashihara en dirección Kashihara Jingû Mae, que nos llevara directamente a la estación de Amagatsuji, donde nos espera la última morada del Emperador Sui Nin. En el trayecto, pudimos observar por la ventanilla del tren el majestuoso Palacio de Heijō-kyō (reconstruido) antiguo centro y capital durante el Periodo Nara (710-794).
Justo antes de llegar a la estación, puede verse un extraño montículo boscoso que parece flotar como una pequeña isla en medio de un lago. Se trata del kofun del Emperador Sui Nin. Al bajar del tren, una de las salidas indica el túmulo, lo que nos lleva a respirar con alivio al ver una primera señalización del lugar. Al salir a la calle nos encontramos con unas estelas de piedra indicando la cercanía del kofun, sin embargo no hay ninguna indicación y estando a nivel de calle y entre casas y edificios es imposible divisar el monumento que tan claro habíamos visto hace unos minutos desde la ventanilla del tren.
Intentamos preguntar a los lugareños, y pese a que el GPS del móvil nos indica que estamos a tan sólo 5-10 minutos caminando, nadie parece saber de que estamos hablando. Finalmente llegamos a un descampado, y en la lejanía veo el kofun. Para alguien que no haya estudiado este periodo de la historia japonesa, se trata de una isla boscosa en medio de un lago, punto. Y pese a que estaba seguro, pregunte a una mujer que se acercaba con sus dos hijos, por si aquello era lo que yo pretendía, a lo que me respondió que no lo sabía. Más tarde nos tropezamos con un estudiante que nos dijo que «él creía que sí, pero no estaba seguro».
Con la firme convicción de que se trataba del kofun del emperador Sui Nin seguimos adelante por un sendero que lo rodeaba, mientras pasábamos carteles de advertencia de no nadar en las aguas o de «peligro, mirones» sacados de, como mínimo, la Era Showa (1926-1989).
De repente, el sendero se acaba, y para seguir rodeando el kofun nos vemos obligados a caminar entre los surcos de regadío de un huerto. Intentando no pisar demasiado el terruño llegamos hasta un punto donde parece divisarse un camino de piedra que da acceso a un torii «de entrada». Sin embargo, para llegar hasta él primero tendremos que descender por una pendiente, agarrándonos a unos matojos. Con peor suerte, dos turistas occidentales que también querían llegar al kofun, resbalaron y cayeron en un barrizal.
Finalmente llegamos a la «entrada» y con orgullo contemplamos la gran obra de arquitectura funeraria, hoy prácticamente invisible al estar oculta tras la tierra y la maleza, pero que no deja de ser un bello espectáculo que evoca épocas de la historia mítica japonesa.
¿Que había dentro?
Los kofun son unos monumentos que nos transportan a una remota historia japonesa, donde la leyenda y el mito se mezclan con la realidad. Todo el mundo puede admirarlos desde fuera (y casi mejor) desde vista de pájaro, sin embargo, es imposible acceder a ellos. Al contener restos de un emperador o de alguien de su círculo, su jurisdicción queda bajo la Agencia de la Casa Imperial. Sea por motivos de tradición, de preservación o de evitar que se investigue sobre el linaje imperial, lo cierto es que esta Agencia regula en una manera muy (muy) estricta cualquier visita o investigación sobre los kofun.
Entonces, ¿que pasa con las piezas que están en los museos? Generalmente se tratan de piezas que, o bien se encontraron en el exterior, como por ejemplo los haniwa (esculturas de terracota), algunas armas (dōken, dōka) o bien se extrajeron de los kofun cuando aún no se había implementado la ley sobre su protección. También en casos de incautaciones de excavaciones furtivas, las piezas han ido a parar a los museos. Hace poco tuve el placer de conversar con una colega investigadora que está realizando su tesis sobre el Periodo Kofun, y me comentaba que en muchos casos, las piezas son extraídas de los túmulos para su estudio y catalogación, pero una vez realizado se obliga a retornar los útiles al lugar del que proceden.
Aunque hoy en día cada vez pasa menos, hasta hace bien poco las prisiones japonesas contaban con algunos «huéspedes», por no cumplir estas leyes de protección del patrimonio imperial. Por ejemplo, en 1969 un hombre y una mujer se introdujeron en kofun para robar material arqueológico, o el caso en 1995 de tres niños de 14 años que se introdujeron en un kofun para buscar «joyas y tesoros», en este caso los niños sólo recibieron una reprimenda siendo sus padres los que recibieron la multa por parte del gobierno.
Por lo que si en algún caso, tenéis el permiso de la Agencia de la Casa Imperial para poder visitar el interior de un kofun, podéis sentiros muy afortunados.
Fuentes:
- Textos consultados: Goo Blog Texto realizado por Marcos Sala [CoolJapan.es]
- Imágenes tomadas de: Marcos Sala [CoolJapan.es]