Un equipo internacional de investigadores dirigido por el Dr. Sungwon Lee y el profesor Takao Someya de la Universidad de Ingeniería de Tokio ha desarrollado un sensor de presión flexible y transparente que se adapta a la forma de los dedos con el que en unos años se podrá detectar el cáncer de mama.
Podríamos dejar atrás las mamografías para dar paso a guantes inteligentes capaces de localizar tumores al medir los cambios y la distribución de la presión en el pecho. «Los nuevos sensores pueden monitorizar tumores de una forma más fácil, menos dolorosa y sin necesidad de exponerse a la radiación», ha explicado el profesor de la Universidad de Tokio Takao Someya, director del grupo de investigadores que ha publicado este lunes el estudio en la revista Nature Nanotechnology.

«También hemos probado el rendimiento de nuestro sensor de presión con un vaso sanguíneo artificial y se descubrió que podía detectar pequeños cambios de presión y velocidad de propagación de presión», dice Lee. Y continúa: «La electrónica flexible tiene un gran potencial para los dispositivos implantables y usables. Me di cuenta de que muchos grupos están desarrollando sensores flexibles que pueden medir la presión, pero ninguno de ellos son adecuados para la medición de objetos reales, ya que son sensibles a la distorsión. Esa fue mi principal motivación y creo que hemos propuesto una solución eficaz a este problema», afirma.
El sensor tiene un grosor de aproximado de ocho micrómetros (milésima parte de un milímetro) y está compuesto por transistores orgánicos, interruptores electrónicos hechos de carbono y oxígeno y una estructura de nanofibras sensibles a la presión. En conjunto, forman una estructura ligera, porosa, transparente y delgada, pero muy sensible, que puede medir con exactitud radios de hasta 80 micrómetros (el equivalente a dos veces el espesor de un cabello humano). Hasta ahora, los sensores no podían bajar de 100 micrómetros de espesor por las limitaciones en los métodos de producción.
Un gran avance, sin duda, para todas aquellas personas que sufren esta enfermedad, y aunque todavía es muy pronto, la tecnología de este sensor ya está lista para usarse en la creación de guantes que detecten esta presión en el pecho. Su comercialización está pensada para dentro de tres años, explica el investigador. «El principal problema es que la preparación de estos materiales (una mezcla de caucho de flúor e hilos conductores formados por nanotubos de carbono y grafeno) es de momento incompatible con un gran volumen de producción», ha razonado Someya, que ha añadido que están intentando solucionarlo desarrollando un nuevo método de mezcla.
Fuentes:
- Textos consultados de: El País, Eurekalert | Texto creado por Marga Pertegaz [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: Someya Group Organic Transistor Lab