2016 es un año de referencia para muchos artistas. Sin ir más lejos, hace poco hemos visto como se celebró el aniversario de la muerte de uno de los grandes artistas japoneses, Katsushika Hokusai (1760-1849). En este caso, hoy venimos a hablaros de otro gran referente en el panorama internacional, Utamaro Kitagawa (1753-1806), el cual nos dejó hace poco más de dos siglos, pero que aún hoy está presente en el mundo de las artes, tanto en Oriente como en Occidente.
Conocido como Outamaro o Utamuro, Kitagawa fue reconocido como el gran artista de la mujer japonesa, ya que pintó y estampó múltiples trabajos sobre este tema. Famoso por sus composiciones de bijinga, hoy puede considerarse una inspiración para aquellos que aún cultivan el género hoy día, como Yasunari Ikenaga.
Vida y obra
La vida de este artista japonés es todo un misterio, ya que existen fuentes muy diversas sobre el tema. Así, poco se sabe del origen de Utamaro, ya que unos opinan que nació en Edo (la actual Tokio), mientras otros afirman que procede de Kioto u Osaka. La fecha concreta de su nacimiento también es un secreto aún no revelado, pero los grandes estudiosos coinciden en que fue alrededor de 1753.
Las fuentes más fiables atribuyen al apasionado artista a Yoshiwara, un distrito cortesano de Edo, siendo hijo de la dueña de una casa de té, aunque aún no se han encontrado pruebas de ello. Lo que sí es cierto es que su auténtico nombre es Ichitaro Kitagawa, y que, al igual que otros tantos artistas de la época, adoptó diferentes seudónimos para su trabajo.
La tradición dice que Kitagawa fue discípulo del famoso Sekien Toriyama, a quien muchos de vosotros conoceréis por sus obras sobre yōkai y yūrei realizados con suma delicadeza. Su maestro le imbuyó en las bases aristocráticas de la Escuela Kanō, en la cual se había formado, pero también del estilo ukiyo-e del cual había estado trabajando gran parte de su vida.
Así, Utamaro aprendió de Sekien la minuciosidad del detalle, la delicadeza del trazo e innumerables técnicas para trabajar la transparencia, el degradado y diferentes texturas predominantes en su obra. Esto lo podemos apreciar en las siguientes obras. A la izquierda se puede ver una obra de Utamaro, mientras que a la derecha una de su maestro. En ambas la construcción de la ropa es similar, con finos y ondeantes trazos de tinta. Además, en ambos casos se juega con la pincelada a la hora de realizar los motivos florales.
Al finalizar su formación, el artista japonés cambió su gō, adoptando un seudónimo profesional para su obra. Se llamaría Toyoaki Kitagawa. Este fue el inicio de su carrera profesional, así como de su vida adulta, donde cuenta que se casó, aunque poco se sabe de ello.
En esta etapa, que comenzaría alrededor de 1775, comenzó a trabajar realizando cubiertas de libros de teatro, especializándose en el Kabuki. También realizó una serie de grabados sobre famosos actores teatrales así como grandes guerreros de leyenda, muchos de los cuales servirían de propaganda de diferentes eventos.
En este periodo, su estilo fue madurando, adquiriendo una nueva paleta tonal, muy influida por los llamativos colores representativos del Kabuki, como el rojo y el blanco, que contrastan a su vez con los oscuros fondos de sus obras.
Utamaro y el bijinga
Poco a poco, su obra se fue dirigiendo hacia el género que finalmente determinaría su carrera profesional, el bijinga. Así, en 1781 volvió a cambiar su nombre por el de Utamaro, por el cual ya sería conocido a nivel internacional. Desde entonces comenzó a interpretar el cuerpo femenino en diferentes fases, influenciado por artistas y profesionales coetáneos suyos.
Pasó por una fase más cortesana, donde se dedicó a representar damas de clase alta, escribiendo poesía, o tocando diferentes instrumentos. Algunas de estas estampas sirvieron como ilustración a libros impresos por Juzaburo Tsutaya, con el cual creó varios libros de poemas.
A partir de 1790, Utamaro focalizó aún más su retrato femenino, realizando obras de naturaleza más informal, donde se la podía apreciar arreglándose el pelo, o vistiéndose. De este periodo, el artista también realizó una serie de grabados sobre la mujer como madre, un aspecto poco usual en la obra artística de la época.
En toda esta obra, en la que se exploran diferentes matices de la belleza femenina, puede verse un hilo conductor: la pasión por la delicadeza femenina que impregnan sus imágenes. Así, ya esté despeinada, o desvistiéndose, Utamaro otorga de sensualidad y sobretodo, de elegancia al cuerpo femenino. Esto lo consigue por medio del tratamiento ondeante de su línea, y por la limpieza de su trazado.
El shunga-e de Utamaro
No podemos terminar el artículo sin hablar de uno de los temas más llamativos de este gran artista: el Shunga-e o género erótico. Con él llegó a la cúspide de su éxito ya alrededor de 1800, ya que realizó multitud de grabados donde se mostraba un nuevo e inusual aspecto de la mujer dentro de la temática artística: el sexo.
Para entender este tipo de ilustraciones hay que saber que en la época en la que se realizaron, la mujer estaba en un escalafón muy bajo de la sociedad nipona, y más aún aquellas que se dedicaban a la protitución. El sexo era considerado un tema tabú, no solo por el público femenino sino también masculino. Sin embargo, en los grabados se exportaba la idea de que era un tema no censurado, sino libre, por su gran contenido explicito, por la recreación de placer que se plasmaban en las obras.
Sin embargo, a razón de este tipo de trabajos, Utamaro tuvo varios problemas legales. Y es que hay que recordar que Japón era una nación donde la censura existía, al igual que no hace tantos años en España. Por este motivo, pasó cerca de 50 días esposado, lo cual le causó un gran trauma tanto a nivel personal como profesional. Así, pocos años después, murió a la edad de 53 años.
La creación de la escuela
Tras la muerte de Utamaro, su alumno Shuncho Koikawa continuó la producción del artista cn estampas al estilo de su mentor. En este momento asumió el nombre de Utamaro hasta 1820. Por ello se le conoce como «Utamaro II». Ya a partir de 1820 cambió su nombre por el de Tetsugoro Kitagawa, por el cual se le conocería en su obra posterior.
La llegada de Utamaro a Europa
La obra de Utamaro llegó al viejo continente a mediados del siglo XIX, al igual que sucedió con las estampas de otros grandes artistas japoneses. Aquí se hizo más que famoso por la delicadeza de sus trazos y sus composiciones, influyendo notablemente a los impresionistas.
Esto puede verse por ejemplo en el nuevo uso de composiciones con vistas parciales de los modelos. Esa mirada especial, con un enfoque único maravilló a los pintores europeos los cuales adoptaron como propias este tipo de composiciones, adaptándolas a los formatos fotográficos tan de moda en la Francia de finales del XIX.
Otro punto en común entre Oriente y Occidente en este sentido es el tratamiento de la luz. Utamaro, al igual que Monet o Renoir, se interesó especialmente por la luz y el color, al igual que por la sombra y el modelado que ésta hace sobre la figura. Así, y a pesar de que la pintura japonesa se caracteriza por su planitud, la obra de Utamaro juega con un sinfín de transparencias y juegos con la luz a través de los distintos tejidos de los kimonos de sus modelos.
Por todo ello, Utamaro ha sido considerado uno de los grandes artistas del ukiyo-e, al igual que Hokusai; además de un adelantado a su época. Quién sabe cómo hubiera podido evolucionar sus creaciones en un mundo mucho más contemporáneo, o al menos con más influencias de artistas de otros lugares.
Fuentes:
- Textos consultados de: Biografías y vida | GONCOURT E. (2015) Utamaro Temporis Series, EE.UU. | Texto creado por E. Macarena Torralba García [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: Wikipedia | Christie’s | Ukiyo-e