Hoy venimos a hablaros de una de las grandes artistas japonesas de nuestro tiempo: Yayoi Kusama. Esta artista es del todo polifacética, habiendo trabajado tanto en los campos de la pintura y la escultura como en performances e instalaciones, entre otros muchos temas. Su obra cabalga entre la psicodelia del arte pop y el simbolismo del arte feminista. En base a la repetición de patrones realizados en su mayoría a partir de puntos, podemos ver las influencias recíprocas de sus contemporáneos Andy Warhol o Claes Oldenburg.
Kusama, nacida en Matsumoto (Nagano) el centro de una familia de clase media, comenzó a estudiar Nihonga (pintura tradicional japonesa) en Kioto desde muy temprana edad. Sin embargo, poco tardó en declinarse hacia otros estilos más contemporáneos, influenciados por los aires estadounidenses y europeos como el Avant-Garde. Este es un movimiento de origen francés que se desarrolló como un estilo experimental, donde los límites del arte se ponían a prueba.
A partir de la década de los 50 comenzaría su incursión profesional en el mundo del arte, a partir de varias exposiciones en solitario, tanto en su lugar de nacimiento como en Tokio. Unos años más tarde, Yayoi Kusama decidió mudarse a Estados Unidos, instalándose en Nueva York, donde entró en contacto con el expresionismo abstracto de Pollock. Aquí, la artista japonesa realizó varias series pictóricas experimentales, tras lo cual fue virando su medio de expresión hacia la escultura y la instalación.
Ya en la década de 1960, Yayoi Kusama sería reconocida como un elemento fijo del Avant-Garde de Nueva York, exponiendo junto a Warhol, Oldenburg o Geore Segal, entre otros. En esta nueva etapa, se dejó influenciar por los movimients hippies y el Pop-art. No obstante, poco antes de finalizar los años 60, Kusama llamó la atención del gran público con su serie «Happenings», donde compuso una serie de desnudos con los llamativos lunares que pronto se convertirían en su sello de identidad.
En 1973, Kusama volvió a Japón, donde vivió una nueva etapa profesional, transformándose en marchante. Su nuevo negocio no prosperó todo lo que debiera. Poco a poco se vio envuelta en una serie de problemas psiquiátricos, por los cuales decidió internarse voluntariamente en un hospital en 1977, donde vive desde entonces. En los últimos años ha estado creando obras más encaminadas hacia el arte conceptual y el minimalismo.
Su trabajo ha viajado por todo el mundo. Podemos encontrar exposiciones suyas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York o en el M. Whitney de Arte Estadounidense. Como curiosidad, podemos decir que el pasado 2008 se subastó una de sus obras en la famosa casa Christie’s de Nueva York, donde alcanzó los 5,1 millones de dólares, récord para una obra de artista femenina en vida. Este logro lo superó ella misma en 2014 al vender en la misma casa de subastas su famoso White No. 28 por 7,1 millones de dólares.
Su trabajo
Tal como se ha podido observar en las fotografías anteriores, la obra de Yayoi Kusama tiene como nexo de unión una clara obsesión por los círculos de colores. El punto inunda sus lienzos, esculturas, instalaciones y hasta su propia ropa. El secreto de su éxito quizá sea el no limitarse, tal como ella misma describe:
«Todos los días creo nuevos mundos, haciendo obras de arte. Me levanto temprano en la mañana y me quedo hasta tarde en la noche, a veces hasta las tres de la mañana, solo para pintar. Estoy luchando por mi vida y no tomo ningún descanso. Mi imaginación es infinita. Puedo pintar directamente sin ningún diseño y nunca sufrí de una escasez de ideas. Esta creatividad es mi gran esperanza de vivir».
Tal como se ve en el vídeo anterior, Kusama ha trabajado con la repetición, la mancha y el infinito como signos de su propia identidad artística. La repetición de estos elementos mínimos ha sido explicada por la propia artista, nuevamente con su condición mental:
«Cuanto tenía seis años experimenté un estado de obsesión infinita. Entonces pinté el mismo motivo interminablemente. Cuando pintaba encontraba el mismo patrón en el cielo raso, escaleras y ventanas, como si estuviera en todos lados. Entonces me acerqué y quise tocarlos, pero comenzaron a subir por mi brazo también. Fue horrible, pero ahora casi ha terminado».
Así se lo contó Yayoi en una entrevista al comisario artístico Philip Larret-Smith.
Esta infinita obsesión recorre todo el trabajo de la artista, donde enfatiza y evoluciona una y otra vez «el punto». Este se convierte no solo en la mínima expresión de su obra, sino en la esencia de la misma. Quizá la artista nipona tan solo pretendía representar lo pequeños que somos respecto al universo, o tal vez mostrar las infinitas caras y facetas de su propia personalidad.
Lo cierto es que en sus cuadros y esculturas nos sobrecogen los grandes patrones que forman estos pequeños círculos, recordándonos no solo la psicodelia de los años 60, sino también la propia esencia del minimalismo, la abstracción de arte conceptual y la extravagancia del expresionismo abstracto. Personalmente, creo que es una de las mayores pintoras de nuestro tiempo, ya que a pesar de su avanzada edad aún se mantiene activa.
Fuentes:
- Textos consultados de: Web Oficial de Yayoi Kusama, Malba, ABC | Texto creado por E. Macarena Torralba García [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: Web Oficial de Yayoi Kusama, Malba