En mayo de 2008, poco antes de regresar definitivamente a España tras mis años de estancia en Japón, tuve la oportunidad de viajar por la isla de Shikoku y de conocer, entre otros lugares, la ciudad de Matsuyama, en la prefectura de Ehime, especialmente famosa por su célebre casa de baños, el onsen Dōgo, considerado uno de los tres onsen más antiguos del país, y honrado a lo largo de su historia con la visita de personalidades como el gran novelista Sōseki Natsume, del que se conservan varias fotografías en su interior, y quien menciona dicha construcción en su obra Botchan (1906), o el cineasta Hayao Miyazaki, quien se inspiró en su arquitectura para diseñar el imponente onsen de El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, 2001), como atestigua el puzle enmarcado con la imagen publicitaria de la película que se encuentra en el vestíbulo del edificio.


Los más ilustres usuarios, empero, del onsen Dōgo han sido los miembros de la familia imperial nipona, para quienes se construyeron las regias estancias del Yūshinden, verdadero tema de estudio de este artículo, que no es, en realidad, más que el folleto informativo en español que el visitante puede recibir allí al adquirir su tique, y que, a petición de Uenishi-san, guía de la casa de baños en la época en la que yo la visité, accedí gustoso a escribir a partir de las amables y detalladas explicaciones en japonés que tanto ella como su compañero Asai-san me dieron durante mi tour por el emblemático establecimiento. Es un placer para mí compartir ahora ese texto con todos/as los/as lectores/as de CoolJapan, aunque, debido a la prohibición de sacar fotos en el interior del Yūshinden, las explicaciones referidas a éste no puedan ir acompañadas de imágenes. Con todo, espero que os resulte de interés.
Raúl Fortes Guerrero
El Yūshinden
El Yūshinden[1] fue diseñado y construido en 1899 por el arquitecto Matahachirō Sakamoto siguiendo el estilo de los castillos feudales del período Momoyama (último tercio del siglo XVI). Creado para uso exclusivo de la familia imperial –el onsen Dōgo es el único lugar en todo Japón dotado de un baño así–, fue visitado diez veces en total, la última, por S.A.I. el príncipe Hitachi (Masahito) en 1952. Cuatro años después, en 1956, prácticamente todos los hoteles del área contaban ya con su casa de baños particular, por lo que, a partir de ese momento, también para la familia imperial japonesa fue posible usar el agua termal del onsen Dōgo en su propio hotel.
ONARIMON
La familia imperial accedía al onsen a través de esta puerta orientada al Este, el lugar por donde sale el Sol –según la creencia tradicional, el mikado desciende de Amaterasu Ōmikami, la gran diosa solar–. Puesto que la gente entraba por la que hoy sigue siendo la puerta principal, en el lado Oeste, la familia imperial podía descansar durante su estancia en la casa de baños sin ser molestada.

Tras atravesar la onarimon, los ilustres visitantes se descalzaban y subían el escalón que da paso al zenshitsu.
ZENSHITSU
Se trata de un recibidor o vestíbulo con cuatro tatamis que antecede a la oima. Sus paredes están decoradas con figuras de garcetas.
OIMA
Sala de estar reservada a los miembros de la familia imperial, exceptuando al mikado, que disponía de su propia cámara. Usada siete veces en casi cincuenta años, esta estancia de paredes doradas con palomas pintadas en ellas consta de ocho tatamis, y tiene en el centro una plataforma con dos tatamis más, sobre los que hay dispuestos una mesa para colocar el sombrero, una caja para dulces, un cenicero, un calentador para las manos y un apoyo para dejar la espada.
Las pequeñas puertas de la esquina, al fondo, servían para pasar pequeños objetos de mano de una habitación a otra, aunque prácticamente no fueron utilizadas.
GYOKUZA-NO-MA
Sala del trono, más elevada que la oima, y a la que se accede desde ésta. La parte central del techo, hecha de dos capas de madera veteada de ciprés japonés, está sobrealzada, lo que hace imposible cualquier ataque desde arriba. Las paredes y fusuma (puertas correderas) están cubiertas con pan de oro, y tienen, por un lado, imágenes de paulonias y crisantemos –emblema de la casa imperial–, y, por otro, auspiciosas figuras de fénices machos y hembras –los primeros, sumamente coloridos, adornan la parte inferior de la cámara, mientras que los segundos, de un blanco inmaculado, se disponen en la parte superior de la misma–. El mobiliario y el agarikamachi (el umbral de la estancia) constituyen ejemplos excelsos de Wajima-nuri (laca de Wajima).
Reservada exclusivamente al emperador, esta sala ha sido utilizada sólo tres veces desde su construcción: una por el emperador Taishō (Yoshihito) y dos por el emperador Shōwa (Hirohito).
LOS TESOROS SAGRADOS
Tres son los Tesoros Sagrados que, desde antiguo, van asociados a la diosa solar Amaterasu y al mikado: Yata-no-Kagami (el espejo), Kusanagi-no-Tsurugi (la espada) y Yasakani-no-Magatama (el collar de joyas). Detrás del gyokuza (el trono imperial) se hallan las réplicas de dos de ellos: el espejo a la derecha y la espada a la izquierda. También puede observarse una copia del collar en las vitrinas de la pequeña sala de exposiciones del onsen.

Se cree que el espejo, la espada y el collar originales se encuentran en el Gran Santuario de Ise, el templo Atsuta de Nagoya y el Palacio Imperial de Tokio, respectivamente.
RANMA
En el ranma (el espacio comprendido entre el dintel de la puerta y el techo) de la sala del trono, hecho en madera negra de caqui, hay tallas de ikaruga y shimedori –dos especies de gorrión–, mientras que en el ranma de la oima hallamos las famosas yudama, estilizadas burbujas de agua caliente que constituyen el símbolo del onsen Dōgo, adoptado después por casi todos los hoteles de la zona.
EL JARDÍN
Mientras el emperador y su familia tomaban ocha (té verde) con wagashi (dulces japoneses) en la gyokuza-no-ma y en la oima, respectivamente, podían contemplar el karesansui (jardín seco) de estilo medieval –en concreto, típico del período Muromachi– que se extiende bajo el balcón, y al que, mediante la técnica del shakkei, se incorporaba el paisaje de las montañas circundantes, entonces libre de los edificios que hoy rodean la zona.
En la parte derecha del jardín hay un farol de piedra rematado por la imagen de un fénix que solía encenderse por la noche, y en la parte izquierda, una pila que se llenaba con agua. Así, estos dos elementos, el fuego y el agua, se equilibraban siguiendo los principios del feng shui chino.
Por otro lado, entre las piedras del jardín, hallamos tres especialmente significativas por su forma: una de ellas se asemeja a una tortuga; otra, a un búho; y la última, a una rana. Su simbolismo va asociado, respectivamente, al mantenimiento de la tierra –según la leyenda, el mundo descansa sobre el caparazón del longevo quelonio–, a la preservación de la paz –el búho está velando toda la noche por la seguridad y tranquilidad generales– y al deseo de resurrección –la palabra japonesa para «rana» es kaeru, que también puede designar el verbo «volver», y, en el caso de ikikaeru, «volver a la vida»–.
Por último, cabe señalar que la estatua del bosatsu (bodhisattva) Kannon constituye un añadido tardío que no se hallaba originalmente en el jardín, puesto que la figura del emperador está asociada en la tradición nipona al culto sintoísta, más que al budismo.
HORA-NO-MA
Se trata del vestidor o cuarto para cambiarse, una estancia hecha toda en madera de pícea sin nudos, incluyendo el techo, los pilares, el dintel y el umbral. Aquí es donde los miembros de la familia imperial dejaban la ropa y se colocaban su traje de baño de seda –aquéllos de sangre noble siempre llevaban puesto algo encima, incluso al bañarse–.
EL BAÑO
La madera empleada en la construcción del baño es toda de keyaki (una especie de olmo japonés), mientras que la bañera propiamente dicha está hecha de aji (una clase de granito originario de la prefectura de Kagawa). Cabe destacar que el suelo y los tres lados de la bañera están formados cada uno por una sola pieza, sin ningún tipo de juntura, y que en la época de su construcción, cortar, transportar y colocar piedras de tal tamaño era un trabajo arduo que requería una extremada pericia técnica.
Las garcetas que aparecen rodeando la bañera –y que están por todo el onsen– aluden a la leyenda según la cual, el manantial termal Dōgo fue descubierto por una garceta hace tres mil años.
En cuanto a las dos estatuas pétreas, representan a Ōkuninushi-no-mikoto y a Sukunabikona-no-mikoto, que son considerados los dioses fundadores de este onsen. De acuerdo con la tradición, cuando llegaron a Iyo (actual prefectura de Ehime) desde Izumo, Sukunabikona-no-mikoto se desmayó. Ōkuninushi-no-mikoto lo reconfortó entonces en el manantial termal Dōgo, y el dios pigmeo se recuperó en seguida y se puso alegremente en pie diciendo: «Parece que me he echado una cabezadita…».

En la piedra sobre la que se levantó, quedaron grabadas sus huellas. Dicha piedra, conocida como Tama-no-Ishi, se encuentra situada en el lado Norte del edificio principal del onsen. Basándose en este mito, el príncipe Akihito Komatsu-no-miya escribió: Kenpo moto no gotoshi («Como nuevo»).

El baño para la familia imperial comenzaba a prepararse dos semanas antes de su llegada, y consistía básicamente en el calentamiento de la piedra aji de la bañera, lo que llevaba, dependiendo de la estación del año, entre cinco y diez días. Para ello, ésta se llenaba de agua caliente tantas veces como fuera necesario hasta que el granito alcanzara la misma temperatura, momento en el que la bañera se llenaba definitivamente. La marca del nivel del agua, que todavía hoy puede observarse, indica que la bañera se llenaba sólo hasta la mitad, de modo que, al sentarse, el agua no cubriera a la persona por encima de los hombros.
Las tablas de madera de ciprés que vemos junto a la tina se utilizaron para cubrir el suelo y las paredes de la misma durante las dos visitas del emperador Shōwa, ya que a Hirohito le gustaba tomar el baño mientras aspiraba la fragancia de la madera de ciprés mojada.
EL SERVICIO
Un pequeño cuarto con el suelo cubierto por dos tatamis y un hueco abierto en el centro hacía las veces de lavabo. El retrete propiamente dicho, que dispone de un asidero en su parte delantera, está todo lacado, y constituye otro maravilloso ejemplo de Wajima-nuri, como el mobiliario y el umbral de la sala del trono. En su interior hallamos un cajón de arena que se mete y se saca fácilmente. De esta manera, la salud de los miembros de la familia imperial podía ser comprobada en todo momento. Sin embargo, este orinal jamás fue utilizado, dado que los eminentes usuarios a quienes estaba destinado nunca pasaron más de unas pocas horas en el onsen.
Gracias por su visita. Esperamos que hayan disfrutado de la misma y que vuelvan pronto por aquí.
Supervisión: Mimuro UENISHI
Contenido informativo: Takashi ASAI
Redacción y traducción: Raúl FORTES GUERRERO
[1] La traducción castellana de la palabra Yūshinden (又神殿) vendría a ser «Palacio de la Renovación Diaria», un nombre motivado, sin duda, tanto por la renovación del agua, que en los onsen continuamente se está reciclando, como por la renovación física y mental experimentada tras el baño. Por su parte, el término «palacio» nos revela la nobleza de los destinatarios a quienes estaba reservado este lugar.
Fuentes:
- Texto creado por Raúl Fortes Guerrero[CoolJapan.es]
- La imagen de cabecera es la entrada general a la casa de baños, situada en el lado Oeste del edificio. En la cartela en madera puede leerse: «Dōgo onsen» («manantial termal Dōgo» | Imágenes cedidas por Raúl Fortes Guerrero (© 2008) [CoolJapan.es]