Kazuo Umezz, una vida de terror en viñetas

El pasado sábado celebraba su 80.º cumpleaños uno de los tesoros vivientes del manga, el artista Kazuo Umezu (o Kazuo Umezz, como prefiere que le llamen en Occidente), que es a día de hoy todo un icono del género del terror en Japón. A lo largo de estas ocho décadas, su obra ha definido los cómics de terror con sus historias —y dibujos— llenas de situaciones perturbadoras y ciencia-ficción vintage pero también de un curioso humor crudo y a veces un poco estrafalario que le han convertido en el inigualable referente que es ahora, con lo que no es de extrañar que haya influido en el estilo de otros dibujantes más modernos y quizá más conocidos en España, como es el caso de Junji Ito (Uzumaki, Gyo), que beben directamente de los relatos de Umezu.

Las pesadillas de Kazuo Umezz

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Una muestra del arte perturbador de Kazuo Umezz.

Nacido el 3 de septiembre de 1936, Umezu publicó su primer manga cuando todavía iba al instituto y empezó a trabajar de manera profesional una vez terminados sus estudios. Sus primeras obras fueron Betsu Sekai («Otro mundo») y Mori no Kyōdai («Los hermanos del bosque»), que todavía estaban lejos de presentar su peculiar estilo pero que ya mostraban ciertos elementos reconocibles en posteriores títulos. Resulta curioso que muchas de sus primeras obras fueron para las llamadas kashi-hon, revistas que no estaban a la venta sino que se alquilaban en distintas tiendas y librerías.

Su relación con el manga de terror empezó a desarrollarse en 1962, cuando se trasladó a Tokio para seguir publicando. Títulos como Kuchi ga Mimi made Sakeru Toki («El momento en que la boca se rasga hasta las orejas»), Nekome Kōzo («El joven con ojos de gato») u Orochi fueron algunos de los que iniciaron su fama como maestro del género. Sorprendía especialmente su habilidad para mostrar esas escenas tan explícitas, quizá rozando el gore, derivadas de las maldiciones, pesadillas y encuentros desafortunados que sufrían los protagonistas; unas imágenes que no tardarían en cautivar a toda una generación de jóvenes lectores. Sin embargo, cabe destacar que empezando con la curiosa Romance no Kusuri («La medicina para el amor»), durante este tiempo el artista fue también uno de los pioneros de las comedias románticas, lo que da una idea de la versatilidad que tiene a la hora de crear historias.

No sería hasta 1972 cuando empezó a publicar su mayor obra de culto en las páginas de la revista Shōnen Sunday de Shogakukan: Hyōryu Kyōshitsu (Aula a la deriva, editada en España por Ponent Mon pero actualmente descatalogada) no se puede describir de otra manera que no sea como una obra maestra del horror y el suspense, y continúa siendo un título de referencia entre los lectores de manga. Su historia presenta a los niños de una escuela que, por motivos desconocidos, ha sido transportada a un páramo en un futuro postapocalíptico y ahora tienen que sobrevivir a la desesperada hasta encontrar una forma de volver a su realidad. Con la rápida caída de los docentes, los niños se ven en una especie de El señor de las moscas mortal donde la propia crueldad de los escolares es poco en comparación con las monstruosidades que acechan en ese mundo hostil e implacable.

Con esa asfixiante premisa, el manga gozó de un tremendo éxito entre los asiduos de la revista y no en vano terminó ganando la 20.ª edición de los Premios Manga de Shogakukan, un reconocimiento previo a las distintas adaptaciones que se produjeron posteriormente para el cine y la televisión, si bien es curioso que nunca ha llegado a recibir una versión animada. En cualquier caso, el autor se consolidó así como un referente dentro del medio y siguió publicando otros títulos del mismo calibre como Watashi wa Shingo («Yo soy Shingo»), Senrei («Bautismo de sangre»), Kami no Hidari Te, Akuma no Migi Te («La mano izquierda de Dios, la mano derecha del diablo») o 14-sai («Catorce años»), siendo esta la última serie que ha realizado hasta el momento. Aun así, también ha dejado espacio para proyectos diferentes como Makoto-chan, un manga de humor cuyo protagonista ya se considera prácticamente como la mascota del dibujante.

Fotografía de la casa del maestro en Kichijoji.
Fotografía de la casa del maestro en Kichijoji.

Lo cierto es que basta con ver al propio Umezu para entender el porqué de semejantes esperpentos. El señor, ataviado siempre con ropa a rayas rojas y blancas al más puro estilo Buscando a Wally, es de lo más excéntrico y llama la atención allá por donde pasa, aunque siempre con una actitud muy simpática y jovial. De hecho, su notoriedad se ha extendido hasta los programas de variedades en la televisión japonesa, donde se ha convertido en un invitado recurrente desde hace décadas gracias a esa carrera paralela que se ha labrado como cantante. Incluso su casa, situada en el barrio de Kichijōji, cerca de Tokio, rezuma ese aire estrafalario con sus paredes a rayas y una decoración interior digna de una casa de muñecas. Su inauguración en abril de 2008 fue noticia por las protestas de los residentes de la zona, que llegaron a firmar una denuncia para que no se construyera, pero parece que al final han sabido aceptar a su singular vecino.

Curiosamente, el último proyecto en el que se ha metido el dibujante es de carácter cinematográfico, Mother: nada menos que una autobiografía en la que se explora la relación entre Umezu y su madre fallecida, Ichie. Con el actor Ainosuke Kataoka interpretando al susodicho, el dibujante dirigió la cinta en 2014 entremezclando realidad y ficción de forma muy similar a la que encontramos en sus obras en papel. Poco más se puede comentar sobre el artista, salvo que a sus 80 años su nombre sigue sonando con más fuerza que nunca.

Tráiler de la película Mother, estrenada en 2014

No podría terminar este texto sin hacer un llamamiento a todos los fans del manga. Me resulta muy triste que un icono del medio como es Umezu sea aún tan desconocido en nuestro país, pero lo especialmente doloroso es que, a día de hoy, ninguna de sus obras esté disponible en las tiendas a pesar de que las historias de terror gozan de buena salud en el campo del cómic. El trabajo de este autor es capaz de mostrar las pesadillas más grotescas e inquietantes que podamos encontrar, sin dejar pasar la oportunidad de recordarnos que, a menudo, los verdaderos monstruos somos los propios humanos. Pese al despliegue de atrocidades que presenta ante nosotros, Umezu es capaz de atraparnos de manera increíble hasta que devoramos todas y cada una de las viñetas de una obra, y es por ello que deberíamos demandar la posibilidad de que estas lleguen de una vez a nuestras estanterías. Pidamos, pues, que el maestro vuelva con la fuerza de mil soles.

Gwashi!


Fuentes:

Acerca David Heredia

Traductor, amante del manganime y de la cultura japonesa. Nacido en Vila-real, colabora con noticias y artículos para diversas páginas de carácter informativo. Le encanta investigar sobre todo lo que tiene que ver con la industria de la animación y de los videojuegos.

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