Así es. Para la edición del año 2015 de los Premios Nobel, han sido nada menos que DOS, los galardonados nacidos en territorio nipón. Por una parte, el bioquímico Satoshi Ōmura, junto al irlandés William Cecil Campbell, también bioquímico, en el campo de Fisiología o Medicina; y por la otra, el doctor Takaaki Kajita, que lo comparte con el físico canadiense, Arthur Bruce McDonald en la categoría de Física.

Ōmura ha sido galardonado con el premio sueco junto a William Cecil Campbell gracias a sus avances en el campo de la investigación de enfermedades como la ascariasis o la elefantiasis, causadas por lombrices parásito (como la lombriz ascaris), que afectan a un número superior a la cuarta parte de la población mundial. El campo al que más útil resultará será el de acabar con la elefantiasis (una enfermedad que deforma de forma horrible los miembros y huesos de los que la padecen). Se extiende sobre todo en climas tropicales y el problema aumenta mucho en zonas donde haya poca higiene.
El señor Ōmura desarrolló junto a Campbell una terapia pionera a base de microorganismos (avermectina), para combatir a estos parásitos. Esta vía de tratamiento, podrá también permitir la lucha contra la ceguera de río (oncocercosis).
Ambos científicos recibieron el premio Nobel, junto al de la doctora china Tú Yōuyōu, que ha desarrollado junto a su equipo un tratamiento eficaz contra la malaria (es decir, habrá dos premios en la categoría de Fisiología o Medicina en esta edición, uno por parte de Tú Yōuyōu y el otro por la de Ōmura y Campbell). Yōuyōu consiguió desarrollar la artemisinina, pilar en el tratamiento actual contra dicha enfermedad, y comenzó a gestar la idea de crearla mediante el estudio de la medicina china tradicional (la utilización del ajenjo dulce, uno de los compuestos que Tú Yōuyōu probó en sus estudios, que llevaban ya varias décadas de desarrollo).
El último premio Nobel obtenido por un japonés en este campo (Fisiología o Medicina) recayó en Shin’ya Yamanaka, en 2012 por hallar el método para crear células madre pluripotentes, es decir, células capaces de mutarse en las de cualquier tipo de tejido del cuerpo.

Por su parte, Kajita fue galardonado junto a McDonald por sus descubrimientos en el campo de los neutrinos: el canadiense descubrió junto a él y otro japonés, el participante en el proyecto y ya fallecido Yōji Totsuka, que los neutrinos alteran su identidad según la distancia que recorrieran, su oscilación, y eso solo es posible si disponen de masa. Gracias al trabajo de Kajita, ambos pudieron demostrar que estas partículas subatómicas tienen masa.
Su estudio era francamente difícil ya que, pese a ser las partículas más abundantes del universo tras los fotones, apenas tienen una cantidad minúscula de masa (en parte, de ahí el hecho de que haya sido tan difícil detectar que la poseen), y rara vez interactúan con otras partículas. En los años ochenta, el doctor Takaaki Kajita desarrolló en Japón la máquina KamiokaNDE en las minas de Mozumi, (cerca de la ciudad de Hida, prefectura de Gifu); y más tarde, su sucesora, KamiokaNDE II (o Super KamiokaNDE). Esta tecnología permitió al japonés estudiar el decaimiento de los protones y los neutrinos para el estudio de ambos doctores.
La colaboración entre ambos científicos y su equipamiento y personal a cargo permitieron que por fin se determinase que dichas partículas disponen de masa, y esto ayudará mucho a la tecnología de fusión del átomo y también a la comprensión de la materia y el comportamiento de ésta en el espacio exterior; por ejemplo, gran parte de la materia que proviene del Sol y que contactaba con la superficie de nuestro planeta pasaba desapercibida a nuestros aparatos de medición, o no podía ser estudiada, hasta ahora, gracias al avance en este campo.

El último premio Nobel del campo de la Física obtenido por un japonés recayó de hecho en tres científicos japoneses: Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura, por llevar a cabo el desarrollo de los diodos de luz azul actuales, que permitieron el avance en la gestación de fuentes artificiales de luz de bajo consumo y alta fiabilidad. A estos tres científicos debemos la proliferación de la iluminación LED y la creación de las bombillas de luz blanca (fría o cálida) actuales, que permitieron que por fin se pudiera avanzar desde la iluminación incandescente a esta nueva tecnología más económica y de mucha mayor vida útil.

Desde CoolJapan.es, aprovechamos para dar la enhorabuena a estos profesionales y esperamos que continúen contribuyendo al progreso científico.
Fuentes:
- Textos consultados de: The Japan News, Asashi Shimbun, Página Oficial de los Premios Nobel, CNN España | Texto creado por: Andrés Domenech Alcaide [CoolJapan.es]
- Imágenes extraídas de: The Japan Times, Xinhuanet, Asashi Shimbun, CCTV America